Diario del Confinamiento: La Llamada
Viernes, 20 de marzo de 2020
Suena el teléfono. Es un viejo amigo. Hace mucho que no nos vemos. Fuimos compañeros de piso cuando estudiábamos en Granada. Me hace ilusión su llamada:
-Hombre, tío, qué alegría ¿qué haces?
-Pues qué voy a hacer, aquí en mi casa confinado y confitado.
-Así estamos ¿y cómo lo llevas?
-Con dignidad y decoro, como debe ser. Pero me ha surgido un problemilla.
-¿Y eso?
-Que me he quedado sin porros. No he sido previsor.
-Buff.
-Por eso te llamaba, por si…
-Serás cabrón. Tanto tiempo sin llamar y lo haces por eso. Además hace ya treinta años que no fumo, yo siempre fui más de la cosa líquida ¿no te acuerdas?
-Sí es verdad.
-Y además, si tuviera ¿cómo lo haríamos?
-Yo había pensado que, a lo mejor, con un dron…
-La leche. Siempre fuiste un tipo con recursos. Pero no, no va a ser.
-En fin, si vendieran en los estancos o en las farmacias… porque la cabaña de dromedarios debe estar muy parada con el cierre de fronteras y el temporal en el Estrecho, supongo. Pero, bueno, me aguanto; ya solo me fumo un porrito –si hay- por la noche antes de dormir.
-Imagínate, tío, que nos pilla un Estado de Alarma cuando estábamos en nuestro piso cutre del Almanjayar, con media litrona de Alhambra sin gas en la nevera y un paquete de espaguetis…
-Jajajá, nos hubiésemos devorado los unos a los otros.
-¿Acabaste Derecho?
-Sí, me especialicé en derecho mercantil, propiedad intelectual y eso.
-¿Y te va bien?
-Muy bien. Y mejor me va a ir cuando acabe esto.
-¿Por qué?
-Por el coñazo ese del “Resistiré” y las coplillas en los balcones.
-No entiendo.
-Es que trabajo para la SGAE y vamos a pegar una mordida de cojones. Se van a acordar del “Resistiré”.
-Hijo de puta. Bueno, ánimo. Que me alegro.
-Ánimo, un abrazo.
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