Condenado a diez años por secuestrar y maniatar a su exmujer y a su hija
El procesado cometió los hechos en marzo de este año al conocer que su exmujer había iniciado una relación sentimental con otro hombre
La Audiencia Provincial de Cordoba -Sección Tercera- ha condenado a J. M. C. S. -juzgado el pasado 2 de diciembre- a un total de diez años de prisión, por secuestrar y maniatar a su exmujer y a su hija. Según la sentencia, a la que ha tenido acceso este periódico, el hombre cometió sus delitos tras conocer que su exmujer había iniciado una relación con otro hombre.
Así, J. M. C. S. ha sido condenado a cinco años de prisión por los delitos de quebrantamiento de medida cautelar, detención ilegal sufrida por su exmujer, delito de lesiones en el ámbito familiar y contra la integridad moral. Ademas, por el delito de detención ilegal cometido sobre su hija, el magistrado le condena a la pena de cuatro de prisión, y por el delito de descubrimiento y revelación de secretos a la pena de un año de prisión. Asimismo, se impone al acusado la prohibición de aproximarse a las personas y a los domicilios de su exmujer y su hija a distancia inferior a 500 metros, así como la prohibición de comunicar con ellas por cualquier medio por tiempo de cinco años. La resolución no es firme y puede ser recurrida ante el Tribunal Supremo.
Según consta en la sentencia, los hechos ocurrieron en marzo de este año. Sobre el hombre pesaba una orden de alejamiento de su exmujer, de enero de este mismo año. En el fallo, los jueces aseguran que el hombre se encontraba “profundamente contrariado” al conocer la relación que había iniciado su exmujer con otro hombre. Como sabía que su exmujer no se reuniría con él por voluntad propia, “concibió el propósito” de llegar a ella “para inmovilizarla o retenerla con el fin de descargar sobre ella su ira y su prepotencia y forzarla así para que le relatase los pormenores íntimos de su nueva relación de pareja”, señala el escrito.
El matrimonio tiene una hija menor de edad y fue a ella a la que llamó el procesado. Así, con la excusa de que tenía que llevarse unos álbumes de fotos “que le traían recuerdos tristes” el procesado la llamó. A las 17:00 del 15 de marzo, la niña llegó a la casa de su padre. “Tras abrir la puerta de la vivienda, el acusado pidió a su hija que accediese a una habitación de la planta superior donde supuestamente debían encontrarse los álbumes de fotos”, relata en el escrito la sentencia. “Nada más hubo entrado la joven en la estancia, el acusado esgrimió inopinadamente contra ella un cuchillo de cocina que tenía preparado sobre la mesa, oculto debajo de una carpeta, con el cual apuntó hacia el cuello de su hija, al tiempo que le decía que se tranquilizase, que no le iba a pasar nada, que lo único que quería es hablar de todo lo que antes no habían hablado. Acto seguido la empujó sobre una cama, quedando la joven boca abajo, le colocó entonces las manos a la espalda y ató sus muñecas con cordones de zapatos que llevaba en los bolsillos. A continuación introdujo en la boca de su hija un calcetín, que sujetó con un pañuelo que anudó a la nuca. Cuando ya se encontraba maniatada y amordazada, su padre la incorporó y la sentó en una silla, ató sus tobillos y la sujetó a su respaldo haciendo uso de un cinturón. Una vez inmovilizada y enmudecida la joven, su padre cogió su teléfono móvil, que se encontraba desconectado en ese momento y le exigió que le facilitase su número PIN, cosa que aquélla hizo inmediatamente”.
Cuando tuvo secuestrada a su hija, el procesado llamó a su exmujer desde el teléfono de la menor. La sentencia reproduce la conversación que mantuvo con su antigua pareja: “Escucha bien –le dijo–, vamos a hablar ahora los tres. Desde donde estés te vienes corriendo para casa y no digas nada a nadie, si no tu hija lo va a pasar mal”. A los 15 o 20 minutos la mujer acudió de urgencia al domicilio del hombre.
“Al franquearle la puerta”, la mujer “preguntó inmediatamente por su hija, empujándola entonces” el hombre. Al llegar a la habitación en la que se hallaba su hija amordazada, inmovilizada y sin visión, dijo horrorizada: “¿pero qué haces? ¡Quita a la niña de ahí!”. A ello respondió el acusado, blandiendo el cuchillo y dando un empujón a su mujer para tumbarla boca abajo sobre la cama, momentos que aprovechó para maniatarla a la espalda con el empleo de una corbata, señala el fallo judicial. “Ya a su merced, el acusado sentó a su exmujer sobre un baúl e introdujo en su boca una bola de papel que sujetó con un pañuelo o corbata anudados por detrás de la nuca, atándole asimismo los tobillos y cubriendo sus ojos con una prenda textil para impedirle la visión”, señala el fallo.
Sentadas así madre e hija, frente a frente, el acusado se sentó también sobre la cama, cuchillo en mano, anunciándoles: “Ahora vamos a hablar los tres, cuéntale a la niña la verdad de la relación que tienes con tu pareja”. Según el fallo, acto seguido el procesado sometió a su exmujer a un “iracundo interrogatorio con la única finalidad de descubrir las intimidades de índole sexual que ésta mantenía con su nuevo compañero sentimental y así de esta manera avergonzarla delante de la hija común”. Cada vez que la mujer “balbuceaba respuestas, por estar amordazada, que no satisfacían al acusado, o simplemente negaba con la cabeza las recriminaciones que éste le hacía, le propinaba enérgicos puñetazos sobre su frente y cara, así hasta cinco o seis veces, hasta el punto de hacerle manar sangre con motivo de alguno de ellos”.
El hombre cogió, además, el teléfono móvil de su exmujer y comenzó a leer los mensajes de texto conservados en la memoria. Cuando leía algo que le contrariaba, le daba un golpe, un manotazo o puñetazo en la cara a la mujer. Según el fallo, la tortura duró una media hora. La mujer y la hija le dijeron al hombre que a partir de entonces “iban a mostrarse más respetuosas con él y que no pensaban denunciarlo”. El hombre, “satisfecho por haber llevado a término su plan”, las liberó. Cuando lo hacía con su mujer, aprovechó para pincharle en una pierna con el cuchillo a su exmujer. “Tan pronto como les fue posible, y fingiendo ambas haber experimentado un radical cambio de actitud y sumisión al acusado, madre e hija abandonaron con la mayor premura el domicilio de éste, procediendo minutos después a comunicar a la Policía Nacional lo que les había sucedido, la cual, a los pocos instantes, detuvo al procesado”, que entró en prisión provisional, donde continúa, al día siguiente de los hechos.
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