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Brillante luna de San Lorenzo

Salida procesional de María Santísima de la Victoria | ÁLEX GALLEGOS

Rafael Ávalos

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Recién extinto el verano, y su cada vez más crudo ardor, florece por unas horas una nueva estación. Antes de que el otoño muestre su verdadero aspecto, con la caída de las hojas en los árboles y una lluvia que es esperada, éste es partícipe durante una noche del calor emocional de un barrio. Y por supuesto de una hermandad. Es la de la Entrada Triunfal, que despide el sábado lentamente apagado del 23 de septiembre de 2017 con satisfacción plena. Es la que le otorga la brillante luna de San Lorenzo, que es en realidad, de otro modo, María Santísima de la Victoria. La imagen vuelve a sentir el aroma del incienso a pie de calle, a escuchar marchas y a recibir el afecto fervoroso de devotos y cofrades. Acaba poco a poco el día, y con él se marchan las estampas recuperadas. Córdoba vive su tiempo de Gloria con sentimientos obtenidos de un baúl demasiados años cerrado. Sólo horas antes de que la Virgen del Socorro ilumine la encalada blancura de parte del casco histórico de la ciudad.

Días hubo en que la Virgen caminara por Córdoba cada Domingo de Ramos. Sucedía a finales de los ochenta y comienzos de los noventa. Pero tras la llegada a la iglesia fernandina de Nuestra Señora de la Palma, pasó a ser titular de Gloria. Un hecho que no impidió que el fervor continuara entre sus fieles, y por supuesto entre los miembros de su corporación, como tampoco su salida a la calle. Sin embargo, fue hace ahora poco menos de diez años cuando cesó el encuentro con María Santísima de la Victoria en rincones de uno de los barrios con mayor solera de esta capital. La cofradía de la Entrada Triunfal continuó con los cultos, pero era necesario un retorno a instantes ya sólo en la memoria. Esos que reordenó en una tarde noche de sábado serena, oscura en su cielo pero luminosa al tiempo por su luna. La brillante luna de San Lorenzo.

Fue sobre las nueve menos veinte minutos cuando las puertas se abrieron. En torno a la parroquia, en la plaza, no pocas personas aguardaban. Estaba a punto de ocurrir. Y ocurrió. De nuevo María Santísima de la Victoria cruzó el umbral, y la galería porticada del exterior, rumbo a los corazones de devotos y cofrades. Lució con esplendor, con la ráfaga de la Virgen del Rayo y en un paso conformado por elementos cedidos por otras hermandades, no sólo de la capital sino también de la provincia. Anduvo suave hacia el entorno de San Agustín para después buscar María Auxiliadora. Cordobés sello sin duda. Los sones los puso la Sociedad Filarmónica María Inmaculada de la jiennense localidad de Linares. Le alumbró la luna, la luna brillante de San Lorenzo que Ella es.

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