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Sobre este blog

Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

Las uñas

Línea Green de Manucurist

Ana Fernández

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No somos felinos (gatos o panteras), ni úrsidos (osos), ni psitacúlidos (loros o agapornis), pero tenemos uñas.

Las uñas, ese extremo corporal que requiere aseo, cuidarlas, por supuesto, más su necesaria estética. De ahí que los mundos, físico y digital, estén pletóricos de manicuras.

A veces, en descansos culpablemente frívolos que interrumpen un sesudo trabajo miro algunos reportajes muy documentados de Byrdie sobre cómo llevan de embellecidas hoy las uñas divxs de la canción y modelos. Que si el lacado en blanco leche y la simplicidad de la manicura francesa, que si los detalles Flower Power de tal o cual, que si el limado en forma de ataúd o de pantocrática almendra, que si este músico, cocinero o deportista ha subido a las redes fotos de sus uñas pintadas, que si todo el mundo debe hidratar las cutículas y recortar y limar la marfileña capa de queratina de sus dedos.

Como todo comunica, es posible que las uñas emitan discretas o rotundas señales y que existan uñas sinceras, inocentes, hipócritas, fumadoras y exfumadoras, delatoras, mordidas, postizas, diseñadas por IA para una portada miserable, agroganaderas, oficinistas, docentes, cuidadoras, hospitalarias, trabajadoras, tributarias, legisladoras, judiciales, clericales, financieras, comisionistas, investigadoras, programadoras en código abierto, rascadoras de ronchas de mosquito tigre; largas y singulares en el meñique (por suerte, en vías de extinción); ganchudas a lo Nosferatu; metafóricamente hirientes; injustas, por la tenaz mugre de la miseria y su cerco de alambradas invisibles; suaves como las del personal puericultor o artísticas, por la genialidad laboriosa de quien toca, esculpe, engasta, encuaderna o cose.

Sí, se puede decir que las uñas hablan; también, que es raro hallarlas al natural, tanto por mejorar la estética de las manos como porque la manicura construye la imagen personal y puede llegar a ser indispensable.

Pero las uñas que de veras me interesan son las que defienden a las personas de ser engañadas, manipuladas, explotadas, humilladas; las uñas de un kit de regeneración democrática y garantía de derechos fundamentales, esas que empezamos a ver crecer, desde bien chiquitxs, al amueblar la mente y alimentar la inteligencia emocional, esas que te llevan a leer lo mejor de los medios de tu país y del extranjero, esas que te descubren un extenso reportaje del New York Times, bien abonado de 50 fuentes directas, sobre el programa español para la protección a víctimas de violencia de género VioGén. Nuestros responsables ya han dicho que, a pesar de que VioGén es lo mejor que tenemos, que es verdad, el sistema es mejorable y van a actuar en consecuencia. Lees las historias de las víctimas y las uñas se te clavan de rabia al retorcerte las manos.

Necesitamos neuronas como uñas, agudas uñas del pensamiento crítico. Y uñas alpinistas para aferrarnos a la solidaridad y la empatía. Y uñas de corazón heroico que jamás dejan caer al semejante.

Por eso, este sábado la señora Fernández ha decidido que ella misma se afilaría las uñas. (Usaré la gama de Manucurist, del todo recomendable). 

 

Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación

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Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.

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