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¿Y la Catedral de Córdoba?

David Val

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El Cabildo Catedralicio sigue con su intensa campaña para imponer el nombre de catedral a la emblemática Mezquita de Córdoba

Hace unos años, concretamente en 2010, leí que el Festival de la Guitarra de Córdoba se inauguraba en la Catedral de la ciudad con una misa flamenca de Paco Peña. Mi primera reacción fue preguntar a los cordobeses que dónde estaba su catedral. “Suponemos que se refieren a la mezquita”, me indicaron. Me acerqué cauteloso hacia allí y pregunté por el director de comunicación, pues tenía que escribir un artículo sobre ese concierto del Festival y dudaba el por qué de aquella imposición. Efectivamente, me comentaron que estaba “prohibido” decir que el festival se inauguraba en la mezquita, puesto que el templo que se erigía ante mis ojos era una catedral. Absorto, pregunté de nuevo si estaban seguros de lo que decían, y me volvieron a corroborar su decisión. Esto es una catedral. Sin embargo, no pasé por el aro y escribí que el festival se inauguraba en la mezquita de Córdoba.

Aun así, veo que con el paso de los años, aquella decisión, totalmente equivocada a mi parecer, va ganando peso. De hecho, como publicaba ayer www.andalucesdiario.es es materialmente imposible encontrar la palabra mezquita en ningún cartel dentro del Patio de los Naranjos y, mucho menos, dentro del propio templo. Hasta hace un tiempo, se respetaban ambas denominaciones y el lugar se conocía por mezquita-catedral. Pero eso ya no ocurre. ¿Se imaginan a un turista preguntando por la catedral de Córdoba? ¿Hará alguna vez la diputación publicidad de su “catedral”? ¿No le parecería raro encontrar por Córdoba carteles anunciando la visita nocturna a la catedral? Es más, creo que a muchos de ustedes les pasaría como a mí y se preguntarían dónde está esa desconocida catedral que parece tan importante.

En cambio, el Cabildo Catedralicio no lo cree así. Y ha apostado enérgicamente por acabar con toda referencia a la antigua mezquita. Como bien decía ayer el artículo, “en las taquillas tampoco encontrará referencia alguna a la Mezquita de Córdoba. Al contrario, unos grandes carteles le advertirán de que usted va a entrar en la Catedral de Córdoba, que, por tanto, usted tendrá que respetar que entra a  un lugar de culto y no podrá vestir ropas demasiado ligeras ni cortas ni hacer cualquier cosa que pueda resultar ofensiva a la fe católica”.

Para entender el por qué de esta campaña mediática hay que situarse un poquito antes de aquel concierto que narraba al principio. En marzo de 2010, un grupo de musulmanes austriacos entró a la mequita y decidió orar ante el magnífico mihrab que alberga en su interior. Los guardias de seguridad del templo les sacaron a empujones y además los denunciaron por agresión. Sin embargo, un juez cordobés ha absuelto al grupo de musulmanes. Pero, mi pregunta es, ¿debe ese capítulo acabar con más de 13 siglos de historia?

La Mezquita

La Mezquita

Este emblemático edificio, declarado Patrimonio de la Humanidad junto al centro histórico de Córdoba, se comenzó a construir en el 786, después de tirar abajo la basílica visigótica de San Vicente Mártir. La Mezquita fue objeto de ampliaciones durante el Emirato de Córdoba y el Califato de Córdoba, convirtiéndose en su día en la segunda mezquita más grande del mundo, superada solo por la de La Meca. Hoy, es la tercera, detrás de la Mezquita Azul de Estambul.

En 1238, tras la Reconquista, se llevó a cabo la reconversión de la mezquita de Córdoba en catedral católica y en 1523 se empezó la construcción de una basílica renacentista de estilo plateresco en el centro del antiguo edificio musulmán. Hoy, la mezquita es la mayor insignia de Córdoba y también de toda la arquitectura andalusí junto a la Alhambra de Granada.

Sin embargo, ese binomio de mezquita-catedral se quiere eliminar tras más de siete siglos de cordialidad. Pero, ¿de verdad lo creen necesario? Declarado Bien de Interés Cultural, la mezquita es uno de los espacios turísticos más visitados de España y, además, está considerado como el primero de los 12 Tesoros de nuestro país. Y, ciertamente, ¿qué visita el turista que llega a Córdoba? ¿La catedral o la mezquita? Es decir, ¿qué espera ver quien llega a esta ciudad? ¿El bosque de columnas con sus arcos rojiblancos o el altar católico del siglo XVI? ¿Se embelesan más con la qibla y el mihrab o con la sillería del coro? La respuesta parece clara.

En cambio, aunque el 90% de los turistas que entran al edificio tienen más deseo de conocer la antigua mezquita que la presente catedral, la Iglesia sigue en sus trece de eliminar ese pasado que, paradójicamente, es lo que  más dinero le da. Porque a ocho euros por persona, con más de 1,2 millones de turistas al año, la Iglesia se lleva un buen pellizco. Exactamente, casi diez millones de euros anuales. Por tanto, y aquí mi reflexión, si la Iglesia y, concretamente, el Cabildo Catedralicio dan tan poco valor histórico a la parte islámica de su templo, ¿por qué no la cierra al público? Si el objetivo es que se considere a la catedral como tal, ¿por qué no accede a abrir exclusivamente la basílica que se construyó en su interior? Es más, si tan poco les importa la parte musulmana del templo, ¿por qué sitúan altos paneles que rodean la basílica cuando hay misa -es decir, cuando se entra sin pagar la entrada- prohibiendo así que se contemple nada que no sea el altar mayor?

Muy sencillo, porque perdería esos ingentes ingresos. Pues por tanto, no es una decisión coherente la que está imponiendo la Iglesia. Córdoba es lo que es por su Mezquita y por su pasado. Y quien no lo quiera entender así está en un grave error. Creo que no es el momento de separar ni de marcar límites. Más bien todo lo contrario. Durante siglos, la mezquita de Córdoba se ha erigido como un claro ejemplo de tolerancia y respeto mutuo, conservando un binomio que representaba una síntesis perfecta de los vaivenes históricos de España. Un híbrido arquitectónico sublime que abraza una buena parte de los valores artísticos de Oriente y Occidente. Sin embargo, la Iglesia se radicaliza a pasos agigantados. Y esta imposición no es más que otro claro ejemplo de una política nefasta que cada vez la aleja más del pueblo e incluso de sus propios feligreses. ¿Dónde queda aquello de “Córdoba, la ciudad de las tres culturas”?

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