Jaén
A veces uno desea desaparecer y lo hace voluntariamente. Otras veces es el camino el que se va quebrando haciéndote invisible.
Primero fue el primer día del año. Entonces imaginé que eran las diez de la noche y que hubo que convocar de urgencia un consejo de redacción en el periódico local. El dilema: no tenían la foto del primer bebé del año y no sabían que llevar a portada. No es que el fotógrafo no hubiera estado atento ni ágil en la búsqueda de tan importante imagen sino que, a las diez de la noche del día uno de enero no había nacido nadie en la provincia de Córdoba, así que no había primer bebé del año para la primera página. Nadie parecía querer venir a este mundo y menos aquí.
Después fue el siete de enero y pensé publicar un ejercicio de fin de año, a modo de video resumen de lo ocurrido en 2014. No como un compendio de noticias sino como un resumen de emociones, como hice en 2013. Y empecé el montaje, y casi cuando iba a terminarlo se vino abajo el mundo inmediato así que desaparecí, esta vez involuntariamente.
Y ahora, que iba a cumplirse el tercer jueves sin escribir me doy cuenta de que empieza a cansarme el mundo que sale unos metros más allá de casa: que me da pereza la realidad, habiendo ficción en la que fijarse, que por ejemplo no creo que ellos estén convencidos de que Córdoba pueda ser una ciudad del conocimiento, que el riesgo no es caer en la irrelevancia como advertían el martes sino que ya estamos en ella, que Córdoba lleva años luchando por no convertirse en Jaén mientras Málaga aspira a ser Sevilla. Pues eso, que he vuelto aunque no sabe ya uno muy bien para qué.
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