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La fiesta del 7 de mayo

José María Martín

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Había pensado llenar la ciudad de confeti, lanzado desde drones, anteriormente conocidos como aviones no tripulados que vuelan sin permiso. Empezaría por la calle Cruz Conde, un mediodía de sábado, para que los compradores y paseantes se asombraran de tal bella performance, happening, que viene a ser una ocurrencia.

Y después iría a la Corredera y allí instalaría una cama elástica que ocupara toda la plaza, del arco alto al arco bajo, desde los soportales hasta el mercado para que la gente saltase sin parar, riendo, dando volteretas con lágrimas en los ojos y dolor de mandíbula; de allí nos iríamos a la orilla del río donde está el hotel Hesperia, convocando a colectivos vecinales que lanzaran al aire cometas de colores, cometas serpenteantes, con motivos alegres y animaría a alguna asociación cuyo nombre acabe en COR a fotografiar sin parar, y tuitear con un hastag feliz hasta hacernos trending topic interplanetario.

Y si aún no fuera suficiente instalaría un tobogán desde la Huerta de los Arcos hasta la prolongación de Gran Capitán. Para que la avenida del Brillante se convirtiera en una inmensa pista por la que bajarían los adolescentes en bañador y bikini batiendo el record Guinness de metros deslizados bajo una temperatura cálida, pero no abrasadora. Quizá entonces habría que pedir ayuda al Aquasierra para que nos dejaran los roscos del Black Hole, y retrotraernos a ese mundo de espirales en completa oscuridad, sin temor a lo desconocido.

Hoy, siete de mayo, llenaría todas las vallas publicitarias de Córdoba con la frase que le dijo el arcángel San Rafael al Padre Roelas en 1572 : “Yo te juro, por Jesucristo crucificado, que soy Rafael, ángel a quien Dios tiene puesto por guarda de esta ciudad”. Y en cada valla habría un altavoz para que esa frase fuera leída con las vocales bien abiertas, Rafaé.

Y cada día las portadas de los periódicos hablarían de estos magnos eventos, y utilizarían la palabra magno y magna sin tapujos, como elogio al gobierno y la felicidad que nos invade. Ese es mi programa electoral, yo al menos he sido concreto así que no digan que divago o que me voy por las ramas en los debates. El partido me apoya, he sido elegido en primarias abiertas, me ha ratificado la asamblea, tengo un buen curriculum, soy mitad hombre, mitad mujer, y tengo buena presencia. Soy el futuro, estoy dispuesto a negociar y a comprender el nuevo escenario que dibuja la nueva política así que la campaña electoral que comienza esta noche la iniciaré sin pegar carteles, que la cola y el papel están anticuados y contaminan. A las doce de la noche miren el edificio que hay frente al suyo: para cada votante hay previsto un mapping 3D con fotos que combinan infancia, familia y amor mejor que un album Hofmann.

La casualidad ha querido que la campaña electoral comience un siete de mayo. Gritemos al unísono: ¡Viva Córdoba! ¡Viva!

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