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¿El fin de la UGT y la patronal?

Alfonso Alba

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En la misma semana, han registrado dos sedes de la UGT y han imputado por estafa a la cúpula de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). El expresidente de la Confederación de Empresarios de España (la CEOE) está en la cárcel también por estafa. En el caso concreto de Andalucía, y con la presunción de inocencia por delante, todo apunta a un fraude extendido en los cursos de formación que durante muchísimos años han impartido tanto los sindicatos como la patronal, que desde los años 90 se comportan más bien como empresas que como lo que eran, sindicatos y patronal.

No sabemos muy bien en qué momento se jodió el Perú y los sindicatos dejaron de representar a los trabajadores y la CEA a los empresarios. Pero el caso es que en este momento, en que tan necesarios son los dos, sufren uno de los mayores desgastes de una ya de por sí muy desgastada España.

A nadie se le escapa que ni la UGT ni la CEA vivían de las cuotas que mensualmente pagaban sus afiliados o simpatizantes. A nadie escapa tampoco que sus cúpulas vivían del sindicato o de la CEA. Tampoco se le escapa a nadie que cada una de las estructuras tenía bajo sus pies a decenas de empleados que tampoco eran contratados con el dinero que salía de sus afiliados.

¿De dónde salía, pues, el dinero para mantener estas superestructuras, que se habían convertido en unos auténticos lobbys? Pues parece que es lo que ahora están buscando tanto la Guardia Civil como los jueces, respuestas a esos interrogantes.

Una vez que se despejen las incógnitas, y presuponiendo siempre la inocencia de ambos colectivos, habrá pasado algo dramático: el desgaste de los sindicatos y la patronal será brutal, y los trabajadores y los empresarios habrán perdido a los que se supone que eran sus representantes para que se pusieran de acuerdo, para que hubiese paz laboral y que los negocios y la vida de los trabajadores siguiese funcionando la mar de bien.

Quizás no somos muy conscientes de ello, pero nos asomamos a un abismo en el que ni trabajadores ni empresarios estarán representados por nadie. Y eso, señores, es volver a la selva y a la ley del más fuerte.

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