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De error en error hasta la derrota final

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Alfonso Alba

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Dice que Iván Redondo, el politólogo que rescató a Pedro Sánchez del fango, cuando se subía en mesas de bares para dar mítines, y lo convirtió en presidente del Gobierno, es un amante del ajedrez. Y que gracias a su pasión, la política española está como está. Que todo es una estrategia que hará que un día Pedro Sánchez sea presidente del Gobierno con mayoría absoluta, Pablo Iglesias desaparezca de la política española, el PP no tenga ni grupo parlamentario y Ciudadanos sea intrascendente.

Cuentan que los que dirigen hoy la política española ven mucho Juego de Tronos, House of Cards, El Ala Oeste de la Casa Blanca o Borgen. Y que se inspiran en lo que unos brillantes guionistas han ideado para tener millones de espectadores a la hora de tomar decisiones.

Noto que muchos arengan a sus escasas masas en Twitter (una red social donde cada vez estamos menos y los que estamos andamos más hartos), como si fuese ahí donde realmente se negociase algo tan importante como el Gobierno de un país. Unos y otros se acusan poco menos de ser los que van a provocar que por segunda vez en poco tiempo repitamos elecciones, y que España siga sin un gobierno estable desde el año 2015.

Hasta he llegado a leer que todo es un maléfico plan de Iván Redondo para restaurar el bipartidismo con el que nos fue tan bien, que los españoles tenemos que ser algo menos que borregos que nos dejamos engatusar por jugadas maestras perfectamente trazadas en un oscuro despacho del Palacio de La Moncloa.

Pero a estas alturas empiezo a pensar que todo se debe más a la estupidez política. La historia de la Humanidad demuestra que además de las guerras, el afán de superación, la cooperación y la bondad, uno de los factores que más han cambiado la vida de la gente han sido las decisiones estúpidas. Luego nos pondremos de acuerdo en los porqués, pero fueron estupideces, al fin y al cabo.

Que a estas alturas del año España no tenga gobierno es una estupidez y una irresponsabilidad monumental. Ni Pedro Sánchez ha querido buscar en serio sus apoyos, ni Unidos Podemos se los ha querido brindar, ni por supuesto la derecha ha tenido sentido de Estado para desbloquear una situación que ya cansa. Todos han querido entender que cuanto peor mejor.

En los cuatro años que llevamos sin gobierno o con gobiernos débiles (no se ha aprobado ni una sola reforma en el Congreso), la economía ha mejorado. Eso es posible gracias a la globalización y a Europa. Pero los riesgos de seguir así ante la que se nos viene encima (Brexit, cambio climático, crisis energética, revolución tecnológica y una posible nueva recesión) son inasumibles.

Más allá, la izquierda se enfrenta a un nuevo error histórico. Los votantes tienen memoria y la vergüenza que nos han hecho pasar esta semana no se va a olvidar. Posiblemente tengamos Gobierno antes de septiembre. O posiblemente vayamos a elecciones. Pero el daño ya está hecho. Solo hay que darse una vuelta y comprobar cómo está la izquierda en Francia o en Italia. Con lo fácil que era mirar por primera vez al Oeste. A Portugal.

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