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Cosas incomprensibles de Despeñaperros para arriba (pero que tienen fácil explicación)

Alfonso Alba

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Hace un par de domingos, el PSOE ganó las elecciones en Andalucía. No es cierto que lo haya hecho por enésima vez consecutiva. En 2012, las elecciones las ganó el PP, pero sin mayoría absoluta para gobernar. Sí es cierto que aunque ya veremos que pasa a partir de esta semana, el PSOE puede volver a acabar gobernando una región otra vez y van... 36 años.

Yo nací en 1980. No conozco, en Andalucía, otro gobierno que no haya sido del PSOE. Es más, ningún andaluz lo conoce. Desde que se creó la autonomía, todos los presidentes de la Junta han sido del PSOE. Esto no ha pasado ni en el País Vasco, donde ha habido lehendakaris del PSE, ni en Cataluña, donde también ha gobernado el PSC, ni en Galicia, con el PSdG en algún momento. Es inaudito y, desde luego, muy sorprendente.

El domingo, insisto, el PSOE volvió a ganar las elecciones, pero sin mayoría absoluta. Y lo hizo en un contexto para los socialistas muy complicado: azotados por constantes casos de corrupción, con una crisis económica que deja más de un millón de andaluces en el paro, un desencanto sobre la política salvaje, la irrupción de nuevos partidos... Y lo hizo.

Es muy difícil para aquel que no conozca Andalucía entender porqué el PSOE ha vuelto a ganar aquí unas elecciones. Desde Despeñaperros para arriba se han escuchado y leído todo tipo de insultos hacia los andaluces. Hay una idea fuerza que sostiene que el andaluz medio vive de las subvenciones públicas que gestiona la Junta como una red clientelar. Otra, que es medio tonto y que tiene lo que se merece.

El PSOE ha obtenido un total de 1.409.042 votos. Es imposible que a) la Junta tenga subvencionadas a tantas personas y b) que todas estén mal de la cabeza.

En Andalucía, a lo largo de todos estos años, han pasado dos cosas muy claras: la falta de una alternativa real al PSOE, que ha ocupado muchos espacios políticos (desde la izquierda, hasta el centro e incluso el de una derecha moderada que en las zonas rurales el PP es incapaz de conseguir) y, sobre todo, lo que contaba hace dos domingos también Enric González: la paradoja andaluza. En Andalucía, se sigue teniendo la sensación de que a pesar del paro y la economía se vive muy bien, y por otro, que el punto de partida de la mejora social estaba tan abajo que en la sociedad sigue imperando la idea fuerza de que el cambio en las condiciones de vida de los andaluces ha sido espectacular.

Por aquí abajo, son muchos los que aún recuerdan que en los 80 todavía había calles de muchas ciudades (y sobre todo pueblos) sin asfaltar y punto de partida social en el que la pobreza de los andaluces era infinitamente superior a la actual.

Pero hay más: los pueblos. No hay ninguna región de España con pueblos tan grandes en población como los andaluces. No hay ninguna región de España con una sociedad rural tan importante (y que aporte tantos votos). Solo en Córdoba, la mitad de la población de la provincia vive en los pueblos y la otra mitad en la capital. Y en los pueblos, además de que se conoce todo el mundo, sigue habiendo memoria. Y la derecha de los pueblos sigue siendo en muchos casos la derecha de los años 70 y 80, la de los que se sentaban en el Casino a hacer negocios. Y de verdad, eso sí que no es un tópico.

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