Cañero
España es un país que no tiene miedo a ponerse delante de un toro, pero que ve un libro y se echa a temblar (Julio Anguita)
Hermman Goering fue un as de la aviación alemana. En la Primera Guerra Mundial fue el único superviviente del escuadrón Richthofen (el del Barón Rojo). A su manera, revolucionó la aviación mundial y diseñó la Lutfwafe (la comercial y la militar). Hoy, el alemán que decida organizarle un homenaje, por pequeño que sea, tendrá a la policía encima y muy probablemente acabará sancionado o, directamente, encarcelado. Hermman Goering fue un criminal de guerra y un auténtico monstruo. Cometió crímenes contra la humanidad de los que fue juzgado en Nüremberg. Se ahorcó antes de escuchar el veredicto. En Alemania, hablar bien de Goering está prohibido. Incluso si es para decir que fue un revolucionario de la aviación.
Antes de nada, quiero escribir una cosa. Condeno y abomino todos los crímenes de la Guerra Civil. Todos. Considero una brutalidad el incendio de iglesias (que destruyó el valiosísimo patrimonio artístico español), el asesinato de religiosos y de inocentes por pensar de manera diferente. Tengo pendiente escribir dos historias: una sobre los bombardeos a la ciudad de Córdoba, que acabaron con la vida de niños; y otra sobre el tren lleno de presos 'de derechas' de Los Pedroches que acabó hundido en el Mediterráneo. Dicho esto, sigo.
Antonio Cañero fue un rejoneador que, dicen los que saben, revolucionó el toreo. Pero fue más cosas. Retirado ya de los ruedos, en julio de 1936 formó el que acabó siendo conocido como Escuadrón Cañero. Junto a Pepe El Algabeño, otro torero, formó lo que Paul Preston llama la Policía Montada de Queipo de Llano en su libro El holocausto español. Este escuadrón (pónganse ustedes en 1936, cuando la luz eléctrica no había llegado a los pueblos) recorría a caballo los alrededores de Córdoba. La prensa de la época (toda era franquista, en Córdoba era imposible publicar una línea en contra de la rebelión militar porque sino te fusilaban) decía que Cañero y su escuadrón estaban “limpiando la sierra de marxistas”, según recoge Francisco Moreno Gómez en su necesario libro El genocidio franquista en Córdoba. Y ya saben ustedes que no hay nada más sucio que una limpieza de este tipo.
Paul Preston, el hispanista inglés que mejor conoce la historia de España, asegura que Antonio Cañero perteneció a esos “criadores de toros que despreciaban profundamente a los jornaleros por reclamar los pastos para sembrar sus cosechas”. Permítanme ustedes que les diga una cosa. Un homenaje a Antonio Cañero, no en mi nombre y no con mi dinero. Yo no sé de toros. Lo reconozco. Pero en estos pocos años que me llevo dedicando al periodismo he entrevistado a unas cuantas víctimas de la represión franquista. Quizás ustedes sean capaces de mirarles a los ojos y explicarles que no pasa nada, que Antonio Cañero fue un magnífico rejoneador y ya está.
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