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El Padrino (trilogía)

Redacción Cordópolis

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Ni Puzo ni Coppola podían sospechar que iban a tener a un seguidor tan adicto como Durán, “el fenómeno”. Enamorado del personaje de Michael Corleone (Al Pacino), escribe su historia política siguiendo el manual de El Padrino en sus tres entregas. Aunque alguien pudiera pensar que pretendia emular al gran “Brando” Corleone cuando basó su campaña electoral en lo dura que fue su vida de joven y los negocios en los que fracasó, nada más lejos de la realidad. Don Vito tenía escrúpulos y se negaba a meterse en el mundo de la droga, conformándose con el alcohol, controlando su ambición, repartiendo negocio entre los distintos miembros de la mafia, sabedor que podía suponer el final de su familia. Su forma de actuar es más parecida a la que tuvo, en un principio, Almenara cuando decidió dejar la institución provincial para mantener la independencia del partido, y se animó a abrir a la sociedad su partido. No obstante, sobre él pesará siempre haber sido el padre político de Durán, que desde que tomó el poder y cerró la puerta de su despacho y de la sede, no ha tenido reparos en buscar como sea un puesto institucional y aplicar la política del miedo: hoy corto la cabeza de un caballo, mañana clavo unas gafas en un ojo; hoy ceso a un delegado, mañana amenazo a un alcalde, ... todo por la familia y su ansia de poder.

Nuestro Al Pacino cordobés no ha tenido ninguna vergüenza en aplicar el nepotismo para controlar el poder del socialismo cordobés. Aquí un hermano, allí un joven paniaguado que come en su mano, y todo el que se oponga hay que eliminarlo siguiendo el ejemplo del Michael de la segunda entrega . No le ha importado meterse en asuntos oscuros como las naves de Colecor o la caída de Cajasur (curiosamente, El Padrino de Coppola aparece implicado en la caída del Banco Ambrosiano del Vaticano), y quitarse de enmedio a Franscisco García, Joaquín Dobladez o Rafael Blanco. Justamente, como aún no ha conseguido segarle su vida pública a este último, al frente de Córdoba Ecuestre, ha dado órdenes a sus sicarios de que inicien su caza definitiva con la excusa de la polémica sobre Cañero, mientras, él hace como el que no ha roto un plato y va a misa de doce.

El caso es que su principal negocio debiera ser resolver problemas de los cordobeses como concejal, y ganar elecciones como secretario provincial. Por ahora, no se le recuerda ninguna propuesta que suponga una idea positiva para la ciudad (parece que ha abandonado la idea de sustentar el progreso de la ciudad sobre los puestos de caracoles y la escuela de costaleros), solo actúa como defensor de la Junta de Andalucía y fiel seguidor de los argumentarios que manda Rubalcaba desde Madrid. En cuanto a sus éxitos electorales, desconocemos si ha sido elegido presidente de su comunidad de propietarios, porque todo lo demás es una derrota tras otra. Bajo su estrategia, el PSOE perdió la Diputación Provincial y se ha convertido en cuarta fuerza política en la ciudad. Y eso que comentan que fue Salinas el que le anunció como líder de la izquierda cordobesa ante el desierto creado tras las últimas elecciones locales. Imagino que ya estará convencido de que apostó por caballo perdedor, y es que lleva una racha...

Con todo, la forma de actuar de Durán, el fenómeno, es más próxima a la del viejo Corleone de la tercera entrega. El que juega a político codeándose con los poderes fácticos del partido y la ciudad. Resiste, porque cuenta con el apoyo de la familia sevillana que le anima a no tener piedad con los críticos que se rebelaron en el último congreso. Domina la provincia, gracias a las prebendas que aún puede repartir, que, en época de crisis, son aún golosas: una dirección general, una delegación provincial, un puesto en una empresa o fundación, ... toda una red de intereses que no deja de ser lo que luego propicia procesos poco transparentes como los de los ERES. Se le escapa que hasta al poderoso Michael Corleone le acabó pasando factura en sus carnes tanto abuso ded poder autoritario. Lo malo es que, mientras, la ciudad sigue huérfana, a la espera de que la izquierda sea capaz de tener un líder que alumbre una alternativa al débil gobierno de Nieto.

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