Vuelta a Córdoba
En las últimas semanas no he estado en Córdoba. Bueno físicamente sí, pero como si estuviera en Leganés, por eso apenas he escrito, porque Leganés no me inspira. Lo que no sé es en qué momento exacto me marché, qué mecanismo me hizo coger el AVE mentalmente y poner tierra de por medio. Lo que sí sé es cómo volví, leí la noticia de que una empresa de Puente Genil había desarrollado un friegasuelos con olor a patios llamado, para que no quedaran dudas, “Patios de Córdoba”. Falta va a hacer, si como dicen ha habido un millón de visitas pateándolos.
El otro día estuve con una investigadora que venía de una universidad de Estados Unidos. Comíamos y nos contó lo fea que era la ciudad en la que ahora vivía“la más fea del mundo”, y nos dice mirando al entorno de la judería, “vosotros os moriríais allí”. Me gustó la idea de morir de fealdad, una especie de síndrome de Stendhal al revés. Supongo que por eso nos resistimos a irnos, aquí no hay casi nada pero belleza sí, y de este modo descartamos una posible causa de mortalidad. Así que, compañeras y compañeros, la batalla contra el feísmo es a vida o muerte.
Mi hijo Iago dice que quiere conocer a Leo Messi y a Juana Castro. El primero es el mejor jugador de fútbol del mundo, la segunda es una mujer fantástica y poeta cordobesa premio nacional de poesía. Uno no para de imaginar cómo serán sus hijos de mayor y éste me lo está poniendo difícil. Valdano es el híbrido entre futbolista e intelectual más acabado hasta la fecha, pero futbolista y poeta es mucho más original, lo más cercano que conozco es a Pablo García Casado. Creo que la UCO podría ir registrando el grado, que aquí se está cocinando algo especial, y no andamos sobrados de inventiva.
Ea.
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