Era el 15m estúpidos...
Era el 15m estúpidos… Hace seis años pasó una cosa extrañísima, miles de personas salieron a la calle a exigir otra forma de gobernar, una democracia de verdad, otro país. Lo hicieron y duraron y a la mayoría de la gente le pareció bien. Sus mensajes de gobierno para la gente, de crítica frontal a los representantes políticos, de exigencia de igualdad, de futuro, conseguían apoyo en las encuestas por encima del 70%. Aquello en esta particular forma se esfumó al poco pero pervivió el recuerdo, las imágenes, y la sorpresa de una ciudadanía presentando una moción a la totalidad. Estaban las derechas muy contentas tras el desalojo pero aquello no había hecho más que empezar, y comenzaron los movimientos sísmicos.
Primero fueron las mareas, ciudadanos y ciudadanas y profesionales lucharon por garantizar servicios públicos dignos para toda la población y plantaron cara al desmantelamiento progresivo de la sanidad y la educación, a la privatización desvergonzada de los derechos. Después emergió Podemos, con la promesa de unir esa contestación en una formación superadora de los clichés identitarios ; a continuación las candidaturas de unidad popular, aglutinando a ciudadanos, movimientos y partidos hasta ahora marginales para ganar en las ciudades más importantes del país.
Pero ese más del 70% de apoyo es más que cada una de esas manifestaciones, un potencial de cambio que puede alcanzar hasta el último rincón de esta sociedad. Ahora le ha tocado al PSOE. Obviamente no creo que Pedro Sánchez sea un quincemayista convencido ni que vaya a seguir el difuso y ambicioso manifiesto de hace ahora seis años, pero estoy convencido de que buena parte del 50,6% de los militantes del partido han votado por acabar con los que hasta ahora han detentado el poder y a favor de la promesa de más participación de la ciudadanía en las decisiones, auténtica columna vertebral de las movilizaciones. No era difícil oponerse a Susana Díaz, que incomprensiblemente decidió basar su propuesta en ser la siguiente en el relato de financieros y secretarios generales del PSOE que han gobernado España, en un momento en que nadie confía en los que nos traído hasta aquí.
¿ Y nuestros socialistas cordobeses? Para entender cómo han quedado los segundos de España (sólo detrás de Sevilla) en defender al establishment los socialistas de una de las provincias más pobres del país, vayámonos a abril del pasado año. Ganemos Córdoba propuso homenajear a los activistas del 15m con una placa en el bulevar del Gran Capitán, esa gloria local que debe levantar gran entusiasmo en nuestra izquierda, y la respuesta del PSOE en el Ayuntamiento fue votar no. Allí tiene usted a bancos, tiendas de multinacionales, la Agencia Tributaria, pero no encontrará un modesto recordatorio de la gente que pasó días y noches defendiendo la democracia, el PSOE cordobés decidió que esa no era su gente, ni esa exigencia la suya. De aquellos polvos, estos lodos, y por suerte sus bases de otros lugares les han dicho que sí, que ellos también quieren democracia y justicia. En casi todos sitios, menos aquí.
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