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¿Muerte morida o muerte matada?

Alfonso Alba

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(Dedicado a Juan Álvarez (Hospitalet), Isabel (Málaga), José Miguel (Granada), Amaia (Barakaldo), Ricardo (Córdoba)... Destinado a Kutxabank, Bankia, Santander, Barclays, BBVA...)

“Si hablo, mi dolor no se calma; y si me callo, ¿dónde está el alivio?” (Job)

Cuando a un hombre o a una mujer se les anuncia que se procede a ejecutar la orden de desalojo de su vivienda (desahucio) por el impago de la hipoteca debido a..., se les está anunciado una muerte matada. Cuando a un hombre o a una mujer se les anuncia que padecen una enfermedad muy grave que..., se les está anunciando una muerte morida. En ambos casos el anuncio supone una quiebra radical de la seguridad ontológica que nos acompaña a casi todos los seres humanos durante nuestra vida. En ambos casos, las víctimas, piensan que los demás los ven y los miran como si, ya, estuviesen muertos. Las miradas enfermas (que no las miradas de los enfermos) se adelantan y... te matan antes del fallecimiento por haber dejado de ser útiles, por haber dejado de ser un valor de uso y no poder ser un valor de cambio.

En ambos casos a las victimas se les abre un abismo inesperado que los convierte en náufragos. Tienen que aprender, de golpe, a vivir (o a morir) sin saber los tiempos y derroteros que les depara. En ambos casos las víctimas saben que sus verdugos (los bancos o la enfermedad) tienen ojos, ¡pero no ven!, tienen orejas, ¡pero no oyen!, tienen nariz, ¡pero no huelen!, tienen manos, ¡pero no tocan!, tienen boca, ¡pero no hablan!...

En ambos casos las víctimas, cuando descubren la exclusión y perciben los límites, tienen la tendencia a estar en silencio. Un silencio cuyo significado sólo conocen ellas mismas..., por mucho que medios de comunicación y especialistas varios, insistentemente, quieran explicarlo, interpretarlo, medirlo, justificarlo y administrarlo.

En ambos casos las víctimas, cuando están al límite, suelen ejercer un mutismo obstinado. Se convierten en mudos. Alguien comentó que el silencio del mudo refleja una paciencia infinita... El silencio de las víctimas, paradójicamente, las protege.

Las palabras suelen servir de poco para explicar y dar cuenta de un sufrimiento y dolor (el natural o el provocado) que lleva a las víctimas hacia la muerte (sea morida o matada). Yo soy incapaz, por abatimiento, de formular las palabras capaces de hacer comprensible ese dolor. Solo puedo guardar silencio ante ellas. Pero no tengo por qué guardar silencio ante los verdugos, singularmente ante los que provocan la muerte matada: los Bancos. Estos actores financieros cuyo único y verdadero interés es la vieja y renovada codicia son los verdaderos responsables de las muertes matadas. Las más injustas de todas. Las más dolorosas... por evitables.

Solo un sueño que sí puedo expresar a ambas víctimas: deseo que salgáis de esta infame partida como de una crisálida, suavemente y en silencio.

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