Niños del siglo XXI
Mi hijo… ese niño de dos años que cuando no se abre bien una web en un dispositivo móvil dice con total tranquilidad: “Es que no hay wi-fi”. Como si supiera él qué es eso… Mientras la inmensa mayoría de los padres se cuestionan: “¿Le dejo a mi hijo mi iphone?”, yo me pregunto: “¿Por qué le dimos un iPhone?”. El problema es que no recuerdo en qué momento ocurrió esa primera vez. Supongo que fue algo así como... “mira esto cariño, escucha esta canción”. Ahora sólo sé que la Navidad pasada, mi hijo, con menos de año y medio ya mostraba sus destrezas con un iPad delante de toda la familia. Recuerdo mi orgullo de madre primeriza sin preocuparme ni por un sólo instante de las repercusiones que ese dominio de la técnica iba a traer en un futuro inmediato.
Sus deditos se movían como pez en el agua entre los iconos de la pantalla del iPad de su abuelo. Sabía dónde tenía que tocar para ver fotos o hacer vídeos y, lo más importante para él, tenía localizadísimo el botón de la aplicación Youtube, fundamental para visualizar sus dibujitos preferidos y sus canciones, las que previamente tenía guardadas en la sección ´favoritos´.
Pensaba, y sigo pensando, que era bueno para él dominar desde pequeñito las nuevas tecnologías. Que era un niño del siglo XXI y que como tal, era adecuado que estuviese al día de las últimas innovaciones. El problema vino algo después. Cuando se pensó que todos esos aparatos eran suyos y sólo suyos.
Aprendió la diferencia entre los distintos dispositivos a base de mosqueos, sobre todo los que se pillaba cuando intentaba mover iconos con el dedo en mi Blackberry!! Conforme pasaba el tiempo aumentaba su curiosidad por explorar todos y cada uno de los rincones de los iPad e iPhone que caían en sus manos. No me preguntéis cómo, pero pronto consiguió localizar el vídeo que él quería en un dispositivo que nunca había visto. Llegó un momento en el que aprendió a llamar por Face Time (aplicación para realizar videollamadas gratuitas) a sus tíos y charlar con ellos a mis espaldas (yo pensaba que lo que oía eran vídeos y no conversaciones en directo!!). Inconscientemente, y esto supongo que lo habrán hecho todos los niños, ha realizado llamadas de teléfono de lo más inoportunas a personas que no entiendes ni por qué las tienes en la agenda de tu móvil. Y también ha escrito ´whatsapp´ y correos electrónicos indescriptibles.
Y, por favor, no me digáis que la culpa de que todo esto haya sucedido es mía por no bloquear el dispositivo, porque el enano aprendió a desbloquearlo mucho antes de dominar todas las acciones anteriormente descritas. Se las ingenió para darle al duro botón superior de mi Blackberry con los dientes, ya que sus deditos aún no tenían la suficiente fuerza. La gente, en general se ríe y siempre disculpa al chiquitín, que te dice muy gracioso cuando mi móvil da un pitido: “Mamá toma, un wasap”.
Pero el colmo de los colmos llegó con la Eurocopa y los Juegos Olímpicos. El himno nacional sonaba a diestro y siniestro y al pequeño le enamoró la musiquilla tanto tanto tanto que al segundo partido de la Selección Española ya estaba pidiéndonos que se la buscásemos en Youtube. Y si escribes ´himno de España´, tal cual, en su buscador, el primero que sale es uno con letra que reza: “Viva España / Alzad los brazos hijos del pueblo español / que vuelve a resurgir / …”. Pronto lo memorizó y lo cantaba por la calle, aunque no se le entendía muy bien, así que, lo peor venía cuando me pedía que yo se lo cantase. Un día, en una misa en Las Ermitas (capilla de pequeñísimas dimensiones), después de que los asistentes entonaran el ´Santo´, no se le ocurrió otra que pedir a voz en grito: “Ahora el himno de España (chin-ta chin-ta)”. Hubo carcajada general, claro. Ni que decir tiene el que niño lo flipó cuando la nueva corporación municipal colocó el banderón en los Llanos del Pretorio.
Pero su evolución en esto de las nuevas tecnologías ha ido in crescendo. Lo último: ya sabe meter las claves numéricas en los dispositivos sin ayuda adulta y ha accedido a mi recién creada cuenta en la red social profesional LinkedIn, desde la que ha enviado una solicitud de amistad a todas las personas a las que, alguna vez en mi vida, he enviado un correo electrónico. Desde aquí, agradezco los que la habéis aceptado y pido disculpas a los que no tenéis ni repajolera idea de quién soy y por qué os he enviado eso.
En fin. Él dice que está trabajando… El pobre, si lo único que ve en casa es que todos trabajamos con móviles, ordenadores y iPad… qué queremos??? Que diga que quiere ser notario??? Aunque, pensándolo bien y con la que está cayendo… no sería mala opción, no?
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