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Sobre este blog

Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

La gran milonga de la conciliación familiar

En azafate

Magdalena Entrenas

1 de noviembre de 2025 20:00 h

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(queridas milenial, no sufráis

No, no nos engañemos. Eso que llaman conciliación familiar, muy chula como titular, muy snob como latiguillo de política barata, ni está, ni se la espera para muchas. 

Hace algunas semanas tuve una agria - por realista - conversación con mi sobrina milenial. Giró sobre la distinta percepción de la vida que tenemos las boomers sobre la vida laboral y cómo compatibilizarla con la vida privada. O sea, el peliagudo tema de la conciliación familiar. Eso que las boomers ni sabíamos que existía y eso que las milenial creen que existe. Para nosotras se trataba de poder trabajar, así que hicimos lo que pudimos con hijos y casa. Para las milenial, mucho más preparadas y ya con acceso igualitario al mercado laboral, se trata de reivindicar estar en el día a día de sus hijos.

¿Por qué creen que las mujeres de hoy anhelan un trabajo en la función pública, con jornadas laborales flexibles, bajas maternales amplias y estabilidad laboral? Porque es la única manera de conciliar como ellas sueñan y, sobre todo, poder parir, amamantar con sosiego y criar a sus hijos cada tarde. En la jungla de fuera de la función pública eso es imposible. Repito, imposible. Sí, queridas milenials, una gran milonga. 

Y diré más. Las políticas de igualdad que legislan sobre conciliación, a base de medidas gravosas impuestas de manera poco realista a las empresas, lo único que están provocando es el efecto contrario. El rechazo muchas veces en el sector privado a contratar mujeres. Las mujeres hemos empezado a ser poco rentables para según qué empresas. Y, para colmo, el colapso del sistema está servido. Lo público cada vez más grueso, el tejido empresarial que mantiene al primero cada vez más delgado y una realidad inquietante: una pirámide poblacional invertida. 

En azafate

¿Concilian los señores que mandan en el IBEX 35? La única mujer que hay llegó sin tener que competir ¿Concilian los señores que mandan en la Defensa de este país, esos que estos días hemos visto retratados por nuevas noticias de la Base Logística del Ejército? ¿Se concilia en sectores como la construcción, el transporte, la ingeniería o la industria manufacturera? La respuesta es no. ¿Y saben por qué? Porque la mayoría son hombres y a ellos ni falta que les hace conciliar. En sus casas hay mujeres que, a sueldo, o con régimen de gananciales, ya se encargan de hacerlo. El nulo complejo que sienten todos ellos por no conciliar, deberían aprenderlo muchas milenial, en vez de sentirse tristemente culpables. 

A mayores hitos y derechos laborales conseguidos sobre el papel, mayor problema y frustración cuando esas milenial comprenden que, si quieren ser emprendedoras, abogadas, ingenieras o arquitectas - por poner algún ejemplo- no pueden estar con sus hijos cada tarde. Y es que hasta destacar por tu valía es un problema. En el sector privado porque es complicado que te sustituyan y en tu propia empresa u oficina, como autónoma, porque directamente no hay quien lo haga. Ah y otra cosa. Nadie te esperará. Porque el mercado no espera a nadie. 

Estoy cansada de oír frases grandilocuentes sobre la conciliación familiar. ¿Para las funcionarias? Vale. ¿En grandes empresas con trabajos estandarizados? Puede. Para las que trabajan en la pequeña o mediana empresa o, peor aún, son autónomas puras y duras, no hay embarazos plácidos de nueve meses, ni lactancia el tiempo que dicen los ingenuos pediatras de hoy, ni menos aún tardes completas de dedicación y cuidados a los hijos. Imposible. 

¡A otra perra con ese hueso de la conciliación!

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Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada. 

Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta. 

¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.

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