El análisis de las retribuciones públicas que he consultado pone de manifiesto que quienes han ocupado la presidencia de Adif cobraron sueldos tan generosos que, si hubiera un ranking, estarían entre los mejores remunerados de la administración central. Me consta que en Adif los sueldos y condiciones laborales de sus trabajadores -de todos- están muy por encima de la media y, por supuesto, de otros trabajadores en actividades equiparables.
Y me parece bien ¡Qué suerte trabajar en Adif! Ser la entidad pública que administra y gestiona, y propietaria de las infraestructuras ferroviarias de este país no es ninguna tontería. Pero, digo yo, señores de Adif, gánense lo mucho que perciben con un poquito más de entusiasmo y dedicación con las infraestructuras de la ciudad a la que National Geographic le dedica este mes su portada.
Me explico: ¿De quién es la propiedad de la Estación de Trenes de Córdoba Julio Anguita? De Adif ¿De quién es la responsabilidad de la gestión y el mantenimiento de la inmensa plaza de las Tres Culturas, apostada con solemnidad -y tremenda decrepitud desde hace demasiado tiempo - a las puertas de la estación? De Adif.
Y es que llegas a Córdoba en tren, en un AVE de esos que otrora eran el orgullo de un país, y hoy han caído tan bajo, y, aunque hayas sufrido un buen retraso, te da igual. Por fin estás en una de las ciudades más imponentes del mundo por su historia, su belleza y por su cultura. Buscas la salida y entonces ¡zas! Amén del golpe de calor que puedes llevarte, aparece un espacio enorme, sin sentido, yermo, sin vegetación alguna y los restos de lo que imaginas pudo ser una enorme fuente-estanque, convertida en un cuadrilátero de hormigón roto, vacío, descuidado, sucio y hasta con basura. Desolador.
En la vida no solo hay que serlo, sino parecerlo, y desde el mismísimo porche de entrada. Puedes tener lo mejor de lo mejor en el interior, pero si por donde entras, si lo que se ve al llegar a tu casa, si el zaguán de entrada por el que recibes a los visitantes, es una auténtica basura, la decepción puede ser irreparable.
Mirando la hemeroteca, descubro que ya en 2016 Adif adjudicó la rehabilitación de la fuente -ya en desuso por problemas de impermeabilización- para dotarla de nuevas tuberías de recirculación de agua e iluminación. El importe de la adjudicación fue una auténtica calderilla para Adif: 39.056,9 euros, IVA incluido. Lo que gana el ultimo del escalafón. De poco sirvió aquella chapuza porque, al rato, la fuente se secó de nuevo.
Córdoba no merece recibir a los visitantes por su puerta de entrada principal con la vista de esa explanada desértica y la decrepitud, cada vez más avanzada, de la fuente inservible. Ese inmenso espacio público que pertenece a la ciudad de Córdoba no puede estar así y que la ciudad y su Ayuntamiento no pueda hacer algo ante la falta de gestión, de ideas, de responsabilidad y compromiso por parte de Adif.
Un simple césped que tape ese cuadrilátero, un concurso público para colocar una gran escultura que presida la estación, árboles, un olivar ecológico sobre una plataforma, un simple jardín … En fin, ¡qué sé yo!, pero hagan algo señores de Adif.
Si ahora ya tenemos nombre, digo yo que lo de la puñetera fuente no será tan difícil.
Soy cordobesa, del barrio de Ciudad Jardín y ciudadana del mundo, los ochenta fueron mi momento; hiperactiva y poliédrica, nieta, hija, hermana, madre y compañera de destino y desde que recuerdo soy y me siento Abogada.
Pipí Calzaslargas me enseñó que también nosotras podíamos ser libres, dueñas de nuestro destino, no estar sometidas y defender a los más débiles. Llevo muchos años demandando justicia y utilizando mi voz para elevar las palabras de otros. Palabras de reivindicación, de queja, de demanda o de contestación, palabras de súplica o allanamiento, y hasta palabras de amor o desamor. Ahora y aquí seré la única dueña de las palabras que les ofrezco en este azafate, la bandeja que tanto me recuerda a mi abuela y en la que espero servirles lo que mi retina femenina enfoque sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad tan singular como esta.
¿ Mi vida ? … Carpe diem amigos, que antes de lo deseable, anochecerá.
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