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Sobre este blog

Juan Velasco es periodista y promotor cultural. Desde hace un tiempo coordina el área de Cultura de Cordópolis. Antes de eso, ha sido durante una década colaborador de la Agencia EFE en Córdoba y en Guadalajara y también ha estampado su firma en prensa especializada como Enlace Funk o Vicious Magazine. Como disc jockey, bajo el alias Juani Cash, dirige desde 2015 la promotora Jukebox Jam! y ha sido dj residente y programador en Sonora Beach (Estepona) y Gran Baba (Cádiz). También ha impulsado en Córdoba el Festival de teatro InstanTeatro (2018) y ha trabajado en la programación y la producción del Festival RíoMundi en 2018 y 2019.

La revolución de este mes y la venganza del flamenquito

El Madrileño.

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Febrero ha dicho adiós con un revival que no todo el mundo esperaba: el del flamenquito. Los dos discos españoles más relevantes -antropológicamente hablando- lanzados la semana pasada, y casi en lo que llevamos de año, vienen a reivindicar un género muy concreto de flamenco que, durante décadas, ha sido denostado y cantado con la boca chica por la mayoría de España. 

No se llamó pop flamenco, ni flamenco pop; se llamó flamenquito. Y al llamarlo así, empequeñeciéndolo, minusvalorándolo, se le privó toda posibilidad de reivindicarse más allá del que parecía su nicho natural de mercado: los barrios, las ferias, los institutos, las naves y los parques.

Que Tangana, que venía de componer gran parte de El Mal Querer, reivindique ahora los pasodobles, La Húngara, los Gipsy Kings y a Kiko Veneno, es toda una declaración de intenciones. Y Que Califato 3/4, que venían de grabar unas sevillanas acid y una marcha de Semana Santa breakbeat, remezclen a su manera un viejo hit de Los Sobraos no es tampoco un accidente. 

Es la dignificación del sonido de la periferia de lo cool, de aquellos nuevos hits de gasolinera que ya no venían en cinta, sino que viajaban por p2p y se escuchaban en radios con lector mp3 y subwoofer, entre bimbazo y bimbazo de breakbeat (en Andalucía) y Techno (de Despeñaperros parriba).

Es la confirmación de que ha llegado el momento de volver la vista para avergonzarnos, no ya de lo que escuchábamos entonces, sino de nuestra imbecilidad y clasismo cultural al denostar durante 30 años un movimiento que siempre dijo mucho más de nosotros de lo que nos gusta reconocer.

Uno es la música que no quiere que los demás sepan que escucha

Hace un año escribía que uno es la música que escucha cuando está limpiando. Hoy escribo que uno es también la música que no quiere que los demás sepan que escucha. Ese placer culpable. El hit que no paras de canturrear. El pop chicloso que desearías no haber oído la primera vez.

Y poca música hay más chiclosa que el pop flamenco. Y menos aún con tanta capacidad de trascender nuestras fronteras. Recapitulemos: La Macarena, el Aserejé, el 95% de los éxitos de Alejandro Sanz, el Corazón Latino, lo mejor de Rosalía y lo último de Tangana… La mayoría de los fenómenos musicales españoles de carácter internacional de las últimas tres décadas tienen en común su mixtura de pop y flamenco. Y a más flamenquito, mayor siempre es el pelotazo internacional.

Sé que a algunos les dolerá el corazón leer esto, pero es una verdad impepinable: Malamente es flamenquito. Aunque te sintieras especial y parte de un fenómeno de alta cultura cuando la escuchaste, aquella canción y la mayor parte de aquel disco no dejaba de ser un mezcla de música urbana y flamenco. Vaya, lo mismo que hicieron Las Niñas con el Ojú hace veinte años, cambiando el rap por el trap.

Así que ya es hora de que reconocer queTú me dejaste de querer o Malamente no son un producto cultural mejor y más respetable que Como Ronea de Las Chuches o Las penas se van cantando de Frathos y Haze, por poner dos ejemplos de flamenquito y rap flamenco hechos en Córdoba.

Lo siento mucho. No son mejores. Solamente tienen mejores publicistas.

Pero es que, además, en ningún caso, lo que son El mal querer y El Madrileño es revolucionarios. 

Hemos llegado a tal histeria cultural que todos los meses tenemos un disco, una serie y una película revolucionarios. Y mira no, ya basta. El Madrileño es al flamenquito lo que Stranger Things es al cine de los ochenta. Es decir: una reivindicación y una recreación muy lograda de un código, no una revolución del mismo.

Así que, sin necesidad de echar por tierra el nuevo trabajo de nadie, sirva esta columna para reivindicar el legado de todos los que le precedieron en el glorioso desarrollo del flamenco pop, del flamenquito y de la canción chiclosa española.

De la revolución hablamos otro día. Pero, por si acaso, dejo aquí el Que sí, que no de Remedios Amaya, que se adelantó 40 años a todo lo que ahora aceptamos como revolucionario: cajas de ritmos, quejío flamenco y Gualberto de Smash a la guitarra.

Sobre este blog

Juan Velasco es periodista y promotor cultural. Desde hace un tiempo coordina el área de Cultura de Cordópolis. Antes de eso, ha sido durante una década colaborador de la Agencia EFE en Córdoba y en Guadalajara y también ha estampado su firma en prensa especializada como Enlace Funk o Vicious Magazine. Como disc jockey, bajo el alias Juani Cash, dirige desde 2015 la promotora Jukebox Jam! y ha sido dj residente y programador en Sonora Beach (Estepona) y Gran Baba (Cádiz). También ha impulsado en Córdoba el Festival de teatro InstanTeatro (2018) y ha trabajado en la programación y la producción del Festival RíoMundi en 2018 y 2019.

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