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Como aquel 24 de febrero

Rafael Ávalos

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La hermandad de la Paz rememora el 75 aniversario de su llegada a la iglesia conventual del Santo Ángel | La Paloma de Capuchinos entra de igual manera en que lo hiciera en 1940, sobre parihuela portada por los frailes

Vence el silencio. En el instante preciso, vence el silencio. La oscuridad de la noche, recién caída, la combaten faroles y velas. Velas pequeñas que portan los hermanos que aguardan el momento. La cruz conventual abre la comitiva, que inicia su recorrido por la empedrada plaza. Las miradas atienden la salida de Nuestra Señora de la Paz y Esperanza, que marcha acompañada de un cuarteto de voces. La blancura domina en Capuchinos. Blancura de sus paredes. Blancura de la saya y el manto, muestras de sencillez, que viste la imagen de Martínez Cerrillo. Blancura de su mantilla y de la luz que desprende el rostro de la Paloma, con diadema de plata sobre su cabeza. Abandona la nave de salida de los pasos. Va en parihuela, como hiciera otro 24 de febrero. Aquel de 1940, día en el que la talla llegó a la que sería su sede canónica. En modo alguno, si bien no lo había abandonado, regresa a la iglesia conventual del Santo Ángel.

Es 24 de febrero. De 2015. Tres cuartos de siglo se suceden desde aquella jornada a ésta. Son 75 años de historia compartida. Los frailes capuchinos esperan ante el Cristo de los Faroles. Como sucediera entonces, ocurre hoy. En el atrio de la iglesia conventual del Santo Ángel aguarda, bajo la luz de dos cirios, Nuestro Padre Jesús de Humildad y Paciencia. La estampa es hermosa. El silencio domina aún, sólo roto por el cuarteto de voces que acompaña a la Virgen de la Paz y Esperanza. La parihuela se detiene en el lugar exacto y da lugar a miradas atrás, a un viaje en el tiempo y por la memoria. Las imágenes son como lo fueron, aunque el color viste cada fotografía que antaño fuera en blanco y negro. La hermandad de la Paz recuerda la llegada la que es su sede canónica.

Los frailes capuchinos dedican unas hermosas palabras y una Salve a la imagen de Martínez Cerrillo, que acto seguido portan. Son ellos los que dirigen los pasos de la titular de la corporación de Capuchinos hacia la iglesia conventual del Santo Ángel. Como sucediera en 1940. El cuarteto de voces pone sonido y la luz, además de los faroles de la plaza, las pequeñas velas que en sus manos sujetan los hermanos de la cofradía. Es una tarde, o noche, especial. La hermandad rememora el 75 aniversario de su llegada al lugar. Una celebración que culmina con una misa de acción de gracias en su sede canónica, después de que el Señor de Humildad y Paciencia y la Virgen de la Paz y Esperanza llegaran al altar mayor.

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