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Razones por las que Córdoba merece aplicar una tasa turística

Turistas en Córdoba

Blogópolis Opinión / David Moscoso

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El debate sobre la aplicación de la tasa turística en nuestra tierra no es nuevo, viene de largo tiempo. Incluso en el año 2000 se creó una Comisión de Estudio específica en el Parlamento de Andalucía. Desde entonces, de tanto en cuanto, se sitúa de nuevo en el foco, aunque la realidad es que nuestra tierra mantiene un modelo turístico anacrónico e insolidario.

En este tiempo, París, Berlín, Roma, Lisboa, fuera de nuestras fronteras, pero también Barcelona, Menorca, Ibiza, en nuestro propio país, son solo algunas de las casi 140 ciudades de 20 países europeos que tienen tasa turística. Ciudades como Roma, París, Nápoles o Venecia cobran entre cinco y siete euros por noche y viajero, toda vez que otras como Palma, Mallorca, Menorca o Ibiza cobran entre uno y cuatro euros por noche y viajero. Entre tanto, otras ciudades, como Berlín o Ámsterdam, cobran entre un 5% y 7% del total del precio del alojamiento. ¿Qué ocurre en todas ellas? ¿Han perdido la cabeza aplicando esta tasa? Evidentemente no, las han implementado por sentido común. Y la prueba está en que no han dejado de ver incrementar los turistas que las visitan. 

¿Cuáles son las razones por las que debería aplicarse la tasa turística? Para empezar, las agencias turísticas, cadenas hoteleras, centrales de reservas, compañías aéreas, guías y otras empresas de servicios consumen recursos; no solo naturales, también los propios recursos públicos necesarios para proveer el turismo: limpieza en las calles, recogida de residuos, adecentamiento de pavimentos y mobiliario público, oferta de eventos culturales, puesta en valor de patrimonio monumental, etc. Estos recursos se pagan con el impuesto de la población residente. Con ello, podríamos decir que, actualmente, la población residente les está pagando parte de sus vacaciones a los turistas que nos visitan.

Cierto es que el turismo genera empleo y riqueza, pero esto no es del todo cierto o, al menos, no es como lo pintan. Cierto es que lo genera, otra cosa es qué características tiene el empleo que genera y cómo se redistribuye el mismo. Pensemos por ejemplo en Córdoba. El pasado año recibió casi dos millones de turistas. Pues bien, no olvidemos dos realidades importantes. La primera es que, del empleo que creó, la mitad de los contratos fueron temporales: cuatro de cada diez a tiempo parcial y casi ocho de cada diez contratos creados en temporada fueron de camarero, es decir, no es empleo cualificado. Ello sin ignorar que es un sector en el que predomina el incumplimiento de los convenios colectivos, se externaliza la contratación de sus empleados y se vulneran los derechos laborales.

Y la segunda es que siete de cada diez euros de las compras de servicios relacionados con el sector turístico que se adquieren a través de Internet (alojamientos, hoteles, alquiler de vehículos, vuelos, etc.) no se quedan en Córdoba y ni siquiera en España. Sí, porque la mayor parte de las cadenas hoteleras, las plataformas de reserva de alojamientos, o las compañías aéreas con las que llegan los turistas, cotizan en paraísos fiscales (Luxemburgo, Gibraltar, Panamá, Antillas Holandesas, etc.) y, por lo tanto, facturan allí. Nuestra ciudad lo pone todo (parques y jardines, monumentos, museos, recursos hídricos, adecentamiento de calles, limpieza, seguridad, etc.), pero, lo que es ganar, gana menos de lo que se piensa. Tales multinacionales, a la par, contribuyen a la masificación del barrio histórico, que es donde se concentra el grueso del turismo, impiden la supervivencia de PYMES netamente locales e indirectamente hacen que el precio de la vivienda resulte inaccesible para la población residente, provocando la gentrificación de nuestro centro histórico. 

En consecuencia, parece lógico que nos preguntemos quién paga los recursos necesarios para que tenga lugar la actividad turística y quién gana realmente con esta actividad. La respuesta induce a pensar que la tasa turística es tan necesaria como justa, y la experiencia de las ciudades donde se ha aplicado demuestra que con esta tasa ni ha caído el turismo ni ha causado estragos económicos. Todo lo contrario, el turismo ha seguido aumentando y su impacto ha revertido en mejoras finalistas para la ciudad, procurando una mejor calidad de la oferta y contribuyendo a su sostenibilidad.  

Si, como en otras ciudades españolas, en Córdoba existiesen tasas de tres euros por turista y noche, probablemente, tras un año como el anterior en el que se alcanzaron casi dos millones de pernoctaciones, los ingresos de las arcas públicas aumentarían en seis millones de euros adicionales. Es decir, seis millones de euros que se podrían destinar a la recuperación de patrimonio natural, cultural y arquitectónico de nuestra ciudad; a dotar de mayores y mejores servicios públicos en la área de especial saturación por la llegada de turistas, compensando especialmente al barrio histórico, con el adecentamiento de calles y jardines, y mayor seguridad pública; a transferir incentivos a autónomos y PYMES netamente cordobeses que desarrollen su actividad en este sector, la mejora de su posicionamiento estratégico o el fortalecimiento como marca turística diferenciada. En suma, medidas que beneficien al interés general, a las empresas y a la ciudadanía cordobesa. 

Por lo tanto, resulta razonable abrir el debate y explorar la oportunidad de fijar tasas al turismo, en una coyuntura turística muy favorable económicamente para Córdoba y Andalucía por la llegada de turistas. El sector turístico es y debe seguir siendo un sector estratégico, pero hemos de apostar por un modelo diferente, si pensamos en el interés de la población y los empresarios locales, así como la propia sostenibilidad de la actividad turística en nuestra tierra.

David Moscoso es Catedrático de Sociología de la Universidad de Córdoba, en la que imparte Sociología del Turismo e Investigación de Mercados Turísticos en el Grado de Turismo. Asimismo, fue Portavoz de Turismo y Deporte en el Parlamento de Andalucía en la X Legislatura.

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