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¿Deja margen para la cordura la explosión de los paneles solares fotovoltaicos que se pretenden instalar en Bujalance?

Mapa de las plantas solares.

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Hace algo más de diecisiete años nació la asociación sin ánimo de lucro “La Avutarda Bujalanceña”, por ser este ave, en peligro crítico de extinción, la que influyó decisivamente para que una poderosa empresa no llegase a instalar su “Vertedero de Residuos Tóxicos y Peligrosos” en un entorno cercano a Bujalance. La asociación también ha promovido numerosas actividades donde han participado muchas personas expertas, para informar a la ciudadanía de la importancia que encierra la sostenibilidad rural de nuestra campiña, ancestral Patrimonio atesorado y mantenido durante muchos siglos por ingentes generaciones que nos han precedido.

Popularmente, a mediados del mes de marzo empezaron a esclarecerse datos relacionados con la instalación de once parques solares fotovoltaicos en Bujalance (incluida su aldea de Morente), que ocuparían unas 1.300 hectáreas (13,00 Km2). Esto supone más de seis veces la suma del suelo urbano habitado por su ciudadanía; y más de 10% de superficie total de su término (124,82 Km2).

La asociación manifiesta su oposición a estos megaproyectos por su impacto socio-ambiental, paisajístico, su balance netamente negativo en la economía local a largo plazo, por su imposición “a fuerza”, sin información ni participación ciudadana, y por parecer estas megaplantas poco adecuadas al ritmo de desarrollo del resto de elementos del plan energético del país.

Según el SIGPAC 2023, en Bujalance hay 10.460 hectáreas de olivar y 1.162 de cultivadas de herbáceos. El empleo directo que viene proporcionando el espacio que se vería afectado por estos paneles, conllevaría la pérdida de 26.500 jornales anuales, que al precio actual del jornal, ascendería a unos 1.500.000 €/año; montante económico, repartido en puestos de trabajo, que dejaría de generarse en este medio rural, amenazado de un constante y muy preocupante despoblamiento. Asimismo dejaría de percibirse unos 400.000 €/año, provenientes de ayudas de la Política Agraria Comunitaria. También habría que considerar las pérdidas ocasionadas por dejar de cultivar estas ancestrales y ricas tierras de campiña que generan una media de unos 2.250.000 kg de aceite anuales, así como su industria agroalimentaria anexa; por ejemplo, en la campaña olivarera 1932/33, molturaron aceitunas 75 molinos de aceite en Bujalance.

Las empresas instaladoras de estos paneles, abonarían una media de 2.200 €/ha/año, que por las 1.300 hectáreas que ocuparían, ascendería a unos 2.900.000 €/año. Además del dinero que pagarían a las diferentes Administraciones Públicas, entre ellas al Ayuntamiento de Bujalance.  

Para frenar el cambio climático, la transición energética proyecta cierto protagonismo. Ello, posiblemente, haya influido para que la Planificación de la Red de Transporte de Electricidad con horizonte 2026, contemple una potencia global de generación de 130 gigavatios (GW: mil millones de vatios); de ellos, 24.5 GW de fotovoltaica y 41,0 GW de eólica (MITECO). La situación española con su importante potencial de número de horas de sol y el nada despreciable régimen de vientos, así como, ahora, determinadas consecuencias derivadas de la “Guerra de Ucrania”, quizás, ambos, también pretendan lograr un papel destacado para alcanzar este objeto.

En 2026 esta potencia instalada debe satisfacer una demanda media de 31,2 GW, soportando curtailments -cortes por sobreproducción- de un 5,5%. No obstante, este escenario parece haber nacido incluso algo obsoleto, pues los proyectos presentados a 31 de agosto de 2019 superaban en más de tres veces la nueva potencia a instalar en 2026 en el caso de la eólica, y en más de trece veces en el caso de la fotovoltaica. A fecha de abril de 2023, hay ya instalados 120 GW, de ellos 20,3 GW de fotovoltaica, y 30,1 GW de eólica. A estas cifras hay que añadir una capacidad extra de acceso ya otorgada de 57 GW, la mayor parte en megaplantas fotovoltaicas. ¿Cierta especulación económica también quiere ser protagonista en el inicio de este paradigma energético?

Los datos de la Red Eléctrica de España, sobre demanda y estructura de generación a tiempo real, revelan ya ciertas dificultades para acomodar una fotovoltaica dominando la producción durante las horas de sol y que, aun reduciendo al mínimo el aporte de otras tecnologías y usando a máxima capacidad las exportaciones y el almacenamiento en hidráulica reversible, ¿podría estar produciendo escenarios de curtailments en eólica?

La polémica explosión de generación fotovoltaica, especialmente en Bujalance y su aldea de Morente: ¿Está chocando con el ritmo, más lento, de proyectos para incrementar la demanda, con aumento de la capacidad de exportación y almacenamiento, la movilidad eléctrica, o la generación de hidrógeno verde?; ¿Esta velocidad en la generación con megaplantas fotovoltaicas, en parte, ha sido posible porque se permite la ocupación de las excelentes tierras agrícolas, con expropiaciones forzosas en ciertos casos, aniquilando las externalidades positivas de los sistemas agrarios, invadiendo el paisaje… y con la mira de minimizar costes?; ¿Quién gana con esto?; ¿Cuentan con la aprobación local de sus habitantes?; ¿Se ha escuchado, analizado… y también convencido las sensibilidades ciudadanas?; ¿Va a quedar ociosa la nueva potencia instalada?; ¿El fenómeno “ecoblanqueo” busca una muy elevada rentabilidad económica a corto plazo, despreciando los ancestrales e ingentes valores vitales de los entornos naturales?; ¿Las plantas solares fotovoltaicas que se pretende instalar en el término municipal de Bujalance crearan unos beneficios entre sus habitantes mayores que su impacto?; ¿Con que bienes se compensará la pérdida de los históricos valores bujalanceños y morenteños en un intento de minimizar su constante despoblamiento?

¿Existe la posibilidad de que todo es posible dentro de lo imposible?

Asociación de la Avutarda Bujalanceña

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