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¿Cómo se conectan el CeiA3 y la República Checa?

Elena Pérez Nadales

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Una cosa es salir a investigar al extranjero como parte de tu formación científica (profesionalización en el ámbito internacional, apertura intelectual...). Y otra muy distinta es verte forzada a buscar trabajo como investigadora fuera de España, a emigrar por pura necesidad económica y sin demasiadas expectativas de poder volver. La financiación pública de la investigación científica y tecnológica en España está en declive desde su congelación en el 2009. El último batacazo se lo dió el actual gobierno el año pasado con una escandalosa reducción de 600 millones de euros en el presupuesto de I+D+I (investigación, desarrollo e innovación). Con esta política cíclica en lo que se refiere a inversión en investigación (menor inversión cuanto menos crece la economía), nuestro gobierno está destruyendo el entramado intelectual necesario para aportar alternativas de cambio y eliminando posibles vías de salida. El panorama nacional es realmente desolador. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) tiene sus arcas vacías y ha restringido ya notablemente sus actividades y contrataciones de personal. Las convocatorias estatales de contratos de investigación pre- y posdoctorales penden de un hilo y los investigadores nos quedamos sin salidas.

Afortunadamente aún nos quedan algunas opciones fuera del país. Países punteros en investigación como Francia, el Reino Unido, Alemania, Estados Unidos o la propia Unión Europea adoptan tradicionalmente políticas anticíclicas de inversión en investigación, apostando por la investigación y el pensamiento como motores de cambio, una idea que desafortunadamente no acaba de calar en nuestra sociedad. Así, un investigador de nuestro país con buen curriculum puede optar por llamar a la puerta de algún centro de investigación en el extranjero y en caso de que el centro se muestre interesado y disponga de financiación para contratarle, emigrar con su familia para desarrollar su labor investigadora fuera de España. Es lo que se ha dado en llamar popular y tristemente en nuestro país la fuga de cerebros. El resultado a medio plazo: el estancamiento del avance científico y tecnológico, el empobrecimiento de la fuerza de pensamiento crítico y regenerador de nuestra sociedad. La otra opción inmediata de quien decide salir del país es la de buscar su propia financiación. En este caso, entre las mejores opciones figuran los contratos ofertados en el marco de la Unión Europea del tipo Marie Curie o EMBO, diseñados originariamente para promover la mobilidad de investigadores entre países dentro y fuera de la UE. Se trata de convocatorias públicas y altamente competitivas a nivel internacional, entre otras cosas porque suelen estar asociadas a condiciones laborales realmente atractivas: sueldos competitivos, ayudas para el mantenimiento de la unidad familiar. Así que si tras el duro proceso de selección tienes éxito, generalmente te lías la manta a la cabeza y asumes la salida como una oportunidad de seguir desarrollando tu carrera lejos de tu tierra pero con unas condiciones económicas razonables para ti y para tu familia.

Pues andaba yo sopesando estas opciones cuando una compañera de mi grupo de investigación me comentó que circulaba un correo con una convocatoria del recién nacido Campus de Excelencia Internacional en Agroalimentación o CeiA3. El CeiA3 engloba actualmente a grupos de investigación del sector agroalimentario de las Universidades de Almería, Cádiz, Huelva, Jaén y Córdoba, así como del IFAPA (Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera de Andalucía ) y CSIC. El correo del CeiA3 anunciaba: “Convocatoria de movilidad internacional de doctores a centros extranjeros de prestigio”. 13 contratos posdoctorales para las universidades del CeiA3 “con el fin de procurar una investigación universitaria de excelencia, […] mejorar la formación y actividad investigadora de su personal docente e investigador […] así como su retorno y estabilización dentro de grupos de investigación del Campus”. Sonaba alentador… hasta llegar a lo referente a la cuantía de los contratos, a saber, “26.468,40 euros brutos al año, incluyendo cotización en el Régimen General de la Seguridad Social, y financiándose hasta un máximo de 22 meses”.

26.468,40 euros brutos al año… Podría parecer razonable a priori, sobre todo si lo que se pretende es apoyar la formación de investigadores en su primera etapa posdoctoral que quizá aún no tienen demasiados compromisos económicos o familiares. No es mi caso ni, me consta, el de otros investigadores del Campus que vemos realmente complicado afrontar una estancia prologanda en el exterior con este sueldo. No olvidemos que estamos hablando de salir del país con nuestra familia, más o menos numerosa, de plantear a nuestra pareja el poner en paréntesis su propia carrera profesional, de mover a los hijos de su entorno social y cultural para trasladarnos temporalmente a un país extranjero, sin ninguna garantía de poder encontrar otro trabajo allí en ese tiempo. La European Molecular Biology Organization, la prestigosa institución europea que convoca las arriba mencionadas becas EMBO publicó recientemente unas tablas con los sueldos destinados a sus contratados posdoctorales (http://embo.org/documents/ratesnational-2012-lt.pdf). A modo de ejemplo: 33.246 € al año para investigadores en Francia (más 3.476€ por cada dependiente del investigador), 27.732 libras al año para el Reino Unido (más 2.899 por cada dependiente), 33.264 euros para España (más 3.478 € por dependiente). Según estas tablas, los 26.468,40 euros brutos al año ofertados por el CeiA3 únicamente se acercan al salario asignado por la EMBO a un investigador en la República Checa. Desafortunadamente para mí y para mi familia, no existe en este momento ningún grupo pionero en el área de la genética de la patogénesis fúngica en la República Checa.

Valga la siguiente reflexión para el CeiA3 ahora que está en sus comienzos y para futuras decisiones relativas a la contratación y apoyo de personal investigador. Es de aplaudir que en un contexto de recortes generales el campus apueste por crear nuevas oportunidades. Esto hay que dejarlo claro. Pero también es cierto que hay margen de mejora. Si queremos un campus de excelencia internacional habrá que apostar por criterios de cantidad pero también y sobre todo, de calidad. Sólo si ofertamos condiciones laborales realmente competitivas podremos atraer y retener a los mejores investigadores. Más allá de la crítica al gobierno y a su política sinsentido de inversión en I+D+I, nuestra sociedad requiere ya un cambio de esquema mental en lo relativo al valor que se da a la investigación como motor de progreso y de cambio y no sólo en el ámbito científico-tecnológico sino también en todos los otros ámbitos del conocimiento artístico y filosófico. Habrá que empezar a asumir que el verdadero cambio de la realidad investigadora en nuestro país será el que devenga de un cambio en nuestra propia consciencia, la de los hombres y mujeres que hacemos y gestionamos la ciencia.

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