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Sobre este blog

Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

El Mercader de Venecia

Al Pacino como 'El Mercader de Venecia'.

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Vi El Mercader de Venecia en el Teatro de la Axerquía, en una producción del Centro Dramático Nacional, a mediados de los 90, creo, cuando este país y esta ciudad eran de puta madre. Porque todos éramos de puta madre. Y así nos comportábamos: trenes veloces, exposiciones universales, presidentes en el foco internacional, cine integrador, todo a color, maravilloso, olímpico.

Vi El Mercader de Venecia con gran producción en La Axerquía. Con una cerveza en la mano, fumando ducados y sin mascarilla. Y creo que no pagué la entrada, para más inri, para demostrar que éramos los más guays y éramos campeones de todo.

Yo estudiaba filología inglesa en Granada y ver un sábado en el teatro al aire de libre de tu barrio The Merchant of Venice era poco menos que un acto de fe. Shakespeare is on the Hood.

Shylock, el personaje protagonista, el judío veneciano, lo hacía José Pedro Carrión, un actor prodigioso llenando el escenario, un señor con genitales y sensibilidad suficientes para hacernos creer, en el alegato final, que “¿acaso, si mi pincháis, no sangro?”.

Claro que sangras. Todos sangramos.

La producción la dirigía José Carlos Plaza, responsable del Centro Dramático Nacional. Nunca fui más feliz en el Teatro de la Axerquía (excepto aquella vez que besé a una novia en un concierto de B.B. King, pero esto no viene al caso).

Bassanio, el personaje tonto que le pide el préstamo a Shylock, sólo por aparentar ante Portia, lo hacía un joven Toni Cantó.

Bassanio ha devorado a Toni Cantó. Hay personajes que se comen a su propio actor y eso no tiene remedio.

Ahora Portia puede ser Díaz Ayuso, yo que sé. Shakespeare era el mejor guionista del mundo antes de que se creara la profesión de guionista.

Ya no viene el Centro Dramático Nacional a la Axerquía. Una pena. Ahora vendrá una gala de finalistas de Operación Triunfo a cantar en playback.

Porque, definitivamente, este país es una mierda.

Por cierto, muchos consideran a El Mercader de Venecia como la primera obra de arte que trata el tema del capitalismo.

Ahí lo dejo.

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Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

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