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Yo emprendo, tú aprendes, él reaprende

Miguel Ángel Luque

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La semana pasada realicé un workshop con mujeres potencialmente emprendedoras en Lucena, tratando de despertar, reforzar su intención emprendedora.  La intención emprendedora se define como una decisión consciente y deliberada del individuo, que precede a la acción y dirige la atención hacia una meta como es el comienzo de una nueva empresa. Muchos modelos han tratado de explicarla, como el modelo de evento emprendedores de Shapero, el modelo de implementación de ideas emprendedoras  o el modelo de la maximización de la utilidad esperada, aunque el que mejores resultados ha obtenido en este cometido ha sido el de la Teoría de la Acción Planificada, TAP, enunciada por Ajzen, que describe la intención emprendedora como la adición de tres componentes:

  1. La actitud emprendedora, definida como la evaluación global individual hacia el comportamiento emprendedor.
  2. La norma subjetiva, que hace referencia a la “presión social” percibida para realizar o no, el comportamiento (que refleja la influencia del entorno directo, más cercano a la persona, que para él son referencia.
  3. Control percibido, definido como la creencia sobre la capacidad para ejecutar con éxito determinadas conductas. La creencia se puede basar en experiencias personales o de personas de un círculo de relación próximo (familiares, amigos).

¿cuál de los 3 componentes es el más relevante? La mayoría de estudios muestran que el componente clave de la estructura interna de la intención emprendedora es la actitud. Es el predictor más fuerte, seguido del control percibido y de la autoeficacia. En último lugar quedaría la norma subjetiva. Y ésto último, puede resultar paradójico, ya que en una cultura como la española a la que podemos catalogar de colectivista, la presión que ejerce el entorno directo del futuro emprendedor podría considerarse como  un factor determinante a la hora de conformar el paso previo a la conducta emprendedora.

¿Y los medios de comunicación influyen? el análisis de la influencia de los medios de comunicación (que tendría la consideración de norma subjetiva “externa”) parece claro y así se corrobora. No existe un impacto fuerte, determinante, de los medios de comunicación en la conducta emprendedora, ya que los emprendedores toman más en cuenta la influencia de su entorno personal (y cómo hemos visto en el principio de este apartado, en un porcentaje reducido respecto a otras variables), que el entorno social más amplio representado por los medios de comunicación. No obstante, estudios de mercado específicos, cuestionan este planteamiento, ya que  resaltan la labor de los medios, por ejemplo en el emprendimiento en Internet (EFEEMPRENDE 2014), sobre todo a la hora de dar a conocer los emprendedores.

Tradicionalmente la investigación sobre la conducta emprendedora se ha tratado desde dos puntos de vistas principales: el estudio desde los rasgos de personalidad del emprendedor y el estudio desde las actitudes del emprendedor.La primera ha considerado al emprendedor como persona, poseedora de una serie de cualidades intrínsecas, que determina su comportamiento por delante de otros factores. La segunda, orientada en la predisposición del individuo a responder de una determinada manera con respecto a un acontecimiento. Yo de forma ventajista, propongo un binomio de ambas con un mayor peso de la personalidad (más estable en el tiempo). De tal manera que el que tiene el gen emprendedor, lo es en España, en Perú y en Malasia. Y el acontecimiento de emprender, provoca por un lado el establecimiento de una referencia para otros en una situación equivalente y por otro, la reflexión de quién lleva tiempo sacando un futuro profesional (personal) adelante, con vistas a establecer mejoras y cambios que le proporcionen sostenibilidad. El movimiento provoca más acción.... ¡Muévanse por favor!. BE TIM.

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