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Olor a pólvora

Aristóteles Moreno

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Lo que usted hace es fascismo

(Miguel Ángel Torrico y Juan Pablo Durán. Teniente de alcalde de Presidencia y portavoz del PSOE)

Hay palabras que las carga el diablo, como es el caso del vocablo que se intercambiaron en el último pleno los señores que firman el entrecomillado. Tal es la violencia expresiva del término que con sólo pronunciarlo ya huele a pólvora en toda la habitación. Conviene, por lo tanto, no jugar con según qué munición dialéctica vaya a ser que un tiro perdido se aloje en algún lugar imprevisto. Pues bien: los señores Torrico y Durán sacaron en sede capitular sus revólveres (es un decir) y dispararon a quemarropa al otro lado de la bancada.

Fue el teniente de alcalde de Presidencia quien primero desenfundó el arma. Apuntó al señor Durán y apretó el gatillo: “Decir quién tiene derecho a opinar y quién no es fascismo puro”. Han oído bien: fascismo puro. Uno escucha la expresión y se nos viene encima un rumor de botas de cuero y pistolas al cinto. La palabra fascismo (o el balazo, como ustedes prefieran) persigue inhabilitar al otro, deslegitimarlo, desposeerlo de su capacidad democrática de interlocución, sacarlo del juego parlamentario.

No queremos afirmar que el señor Torrico quisiera liquidar (es un decir) al concejal Durán, pero hay disparos que cobran vida propia y caen fuera de control. El caso es que el señor Durán limpió el revólver, pidió la palabra y extendió su mano en dirección a la otra bancada: “Lo que usted hace, desprestigiar a la clase política, es fascismo”. Han oído perfectamente: fascismo.

Si atendiéramos a la literalidad de sus palabras, tendríamos frente por frente a dos fascistas en plena escalada de violencia verbal. Lo cual, sinceramente, no nos hace maldita la gracia. La democracia se ha construido sobre un sentido de contención dialéctica para evitar que ciertos vocablos salten por los aires y nos llenen el salón de plenos de un insoportable olor a pólvora.

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