Milagro
Es emocionante ver la luz que desprendía la fuente
(Josefa Jiménez. Ciega)
La ciencia dijo hágase la luz y la luz se abrió paso entre las tinieblas de Josefa Jiménez,
ciega de 62 años, afectada por una retinosis pigmentaria desde hace más de tres décadas. He aquí un milagro. El milagro del conocimiento y de la investigación humanas, capaces de devolver la vista a una ciega, levantar de su silla a un discapacitado, resucitar a un moribundo de sida y dar un corazón al que lo tiene necrosado.
El doctor Laborda se acercó a su paciente y extendió las manos hacia su rostro con un ojo biónico incorporado en un microchip de alta tecnología. Habrá quien multiplique los panes y los peces, no decimos que no, pero este oftalmólogo implantó un artefacto diminuto en el centro de la retina provisto de sesenta electrodos conectados con el cerebro.
Los milagros existen. El milagro de la tenacidad y el pensamiento racional para descifrar el mecanismo oculto que anima la biología. Es posible que haya quien camine sobre las aguas del Mar Muerto (¿o era el de Galilea?) pero a Josefa Jiménez se le instaló una videocámara en las gafas en conexión con un procesador de señal que lleva ajustado en la cintura. Luego la señal regresa a través de una antena en la patilla hasta alcanzar al nervio óptico.
Fue entonces cuando Josefa Jiménez, ciega de 62 años, declaró que el momento más emocionante fue cuando salió con su hija al jardín y pudo ver la luz que desprendía la fuente. Loado sea el señor.
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