El infierno era esto
"Necesito enterrar a mis hijos en paz"
(Ruth Ortiz. Madre de José y Ruth)
En esta historia espeluznante hay dos enigmas indescifrables: la frialdad gélida del asesino y la serenidad de su víctima. En todos estos años siniestros, Ruth Ortiz ha guardado una extraña calma que nos ha reconciliado con el ser humano y la civilidad. No es fácil mantener la entereza cuando a tus hijos los acaba de carbonizar un desalmado en una pira doméstica. Por ahí, nuestro agradecimiento y nuestra compasión.
Entenderán ustedes que jamás hayamos leído una frase tan triste y, sin embargo, tan cabal. He aquí un sintagma escalofriante que pone punto final a un infierno, que, en realidad, no ha hecho nada más que empezar.
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