El dedo en la llaga
"La ciudad tiene siempre a los gobernantes que se merece"
(Margarita Ruiz Schrader. Ex jefa de Protocolo del Ayuntamiento)
He aquí una verdad granítica. Un axioma que cae a plomo sobre nuestras cabezas como el granizo de otoño. Eso sí: es una verdad que nos sitúa en el centro de todo y que nos deja sin coartadas para echar balones fuera como hemos hecho desde el pleistoceno.
Margarita Ruiz Schrader pone el dedo en la llaga. Y la llaga, dicho sea de paso, escuece una barbaridad porque nos hace responsables de nuestro propio destino. Eso, querido contribuyente, es una putada. Ya no puede usted llegar un día, pedir una caña en el bar de la esquina y señalar con su dedo al concejal, al alcalde, al ministro, al consejero, al diputado o al secretario de Estado como si esos tipos estuvieran ahí colocados por arte de birlibirloque.
Como si fueran seres cósmicos traídos de no se sabe qué planeta y reunieran todos los vicios humanos imaginables, a saber, la corrupción, la inmoralidad, la depravación, el latrocinio, la usura, la indecencia, qué se yo, mientras usted, amigo ciudadano, saborea su cerveza ajeno al lodazal que nos asedia cada día.
De eso nada. Ahora usted es responsable directo del desmantelamiento de la sanidad pública, de la impunidad de los prevaricadores, de la delincuencia económica organizada, de la obscenidad de los desahucios, del escándalo de los sueldos astronómicos, de la pornografía de los paraísos fiscales, de la estafa de los programas electorales. Por acción o por omisión. Por ignorancia o por desidia. Por egoísmo o por desinterés.
Margarita Ruiz dice la ciudad pero podría haber nombrado la comunidad autónoma, o el país, o la nación, o el pueblo, o el continente o el planeta propiamente dicho. Es una castaña hacerse mayor y darse cuenta de que lo que ocurre a su alrededor, absolutamente todo, podría ser de otra manera si usted moviera el culo del sofá.
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