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Instapoetas: en caso de duda, 'enter'

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Miguel Ángel López

24 de octubre de 2019 23:16 h

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Todos los días me trago, al menos, cuatro o cinco instapoemas. Hago todo lo posible para evitarlos, pero no hay manera. Por muy rápido que haga tap, siempre me topo con poemillas de tres versos y juegos de palabras infantiles. Suelen ser un montaje, no solo en contenido sino también en formato: el instapoeta se descarga de Google una foto con textura de papel arrugado; abre su app de edición para influencers; pega su ocurrencia con tipografía Olivetti; y lo publica como si fuera una página de su libro. Muchos los leerán porque son cortos (los instapoemas), simples y fáciles de consumir, como toda la cultura digital de nuestro tiempo. Un mal endémico.

Aun aceptando la epidemia, cada vez que me tropiezo con uno, la fatiga me hace bola. No puedo digerirlos. ¿Por qué tienen tanto éxito? «Porque son como la comida rápida: mierda barata servida con mucho salseo en un cubo de fritanga molón e instagrameable». Mi interlocutora le dio un trago a la birra y siguió su exposición: «Con hambre uno se come cualquier basura, y hoy en día hay mucha hambre de amor. Tierra fértil para los instapoetas monotemáticos». Me convenció la comparación y añadí: «pero esa hambre de amor realmente solo es un anhelo, una melancolía líquida que va fluctuando entre todos como la saliva». Mi amiga me miró como diciendo sí, bueno, será eso.

https://www.instagram.com/p/B32Q9MrIYdP/

«Por ejemplo, ¿te gusta Elvira Sastre?». Como solo llevaba un par de cervezas y no quería resultar un deslenguado petulante, le dije que no la seguía mucho, pero que hacía cosas interesantes. Interesante es lo peor que te pueden decir. Usar interesante denota falta de gusto, pobreza semántica e indiferencia. Todo desconocido puede ser interesante en la medida que tiene una vida que contar.

Apenas he leído a Elvira Sastre ni tengo intención de hacerlo. Me transmite poco o nada, al igual que Miguel Gane, Ángel Zero, Defreds, Irene X y toda esa ristra infinita de poesturetas dispuestos a aparentar que son sumamente interesantes y profundos, cuando se repiten más que unas elecciones.

https://www.instagram.com/p/B3sOq03o234/

Al sexto botellín no me pude contener. «¿Has ido alguna vez a una de esas cafeterías modernas cuyas cartas de diseño ofrecen unos smoothies 100% naturales?». Mi amiga, ya un poco contrariada con las divagaciones del pedo, no conseguía explicarse a santo de qué venía esa pregunta. No respondió, pero continué: «los hacen con zumos azucarados Hacendado. Hacen los putos smoothies 100% naturales con cartones del Mercadona. Y tú te los tragas creyendo que estás merendando algo rico y sano. Maldita sea, los instapoemas son lo mismo. Versos de tetrabrick al alcance de todos; composiciones edulcoradas de marca blanca».

Poesía de consumo y vanagloria. Antítesis de parvulario, pleonasmos por doquier y somera palabrería. Romanticismo fútil, holgazanería formal y, en caso de duda, enter.

https://www.instagram.com/p/B39-OxroP7f/

Allá, vivaz, queda y penetrante estrofa; acá, ligera, deslustrada e insípida mofa. Versos libres, o más bien, licenciosos, tratando disfrazar de poema siquiera un pareado soso. Figuras, expresiones y elementos bobalicones que brotan de un ingenio corrompido en los burdeles de la jactancia y el engreimiento personal. Y, en caso de duda, enter.

Cuando recitan, algunos incluso intentan arreglar con voz melodramática lo que previamente han mutilado con la pluma. Un mensaje vacío que no solo llega, sino que estimula a mucha peña. Personas, o usuarios, a los que no les importa lo más mínimo el aspecto formal o el mensaje porque nunca antes se ha presumido tanto de la ignorancia. Está de moda no saber nada pero vestirse como si lo supieras todo [he aquí una antítesis de parvulario]. No se puede esperar ningún tipo de juicio crítico cuando Aitana es de las autoras españolas más leídas…

Los instapoetas viven del cuento, pero no del suyo, sino del que nosotros nos montamos en nuestras cabecitas digitales cuando alguien que nos gusta nos habla de una forma u otra por Whatsapp o directamente no nos habla en Instagram. La permanente exposición calculada de nuestras vidas en la redes, lejos de unirnos en la naturalidad, nos aleja hacia la inseguridad. Y es entonces cuando, merced de una autoestima vulnerable, somos capaces de identificarnos con cualquier fruslería que te dice que como tú no hay ninguna.

https://www.instagram.com/p/B3437D5CKuO/

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