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El guión establecido

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Miguel Ángel López

8 de noviembre de 2019 01:35 h

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Hoy me he despertado a duras penas y me he arrastrado hasta la cocina sin ser consciente de mi existencia. Llevaba la botella de agua en una mano y el móvil en la otra. No sabía muy bien adónde iba, pero mi instinto sabía que no necesitaba más para sobrevivir. He metido el café en la tostadora y el pan en la cafetera. Me he ido a mear y al volver he puesto la tele mientras esperaba que hirviera el pan. Después de cinco minutos oyendo balbucear a los tertulianos, he reparado en la extrañeza de la tardanza. ¿Por qué coño no sale el café? Ah, vale. Pues OK.

Vuelvo frente a la pantalla y ahora hay más gente. Se gritan, se pisan y se lo flipan, no se escucha una mierda pero el rotulista lo tiene claro: “Pablo Casado le dice NO a Sánchez”. Vaya notición. Hago zapping con toda la esperanza que albergo en mi ánimo desesperanzado. No hay nada, no lo esperaba. Todas las mañanas enciendo la tele de forma sistemática, como cuando se ficha rutinariamente en el curro, siempre esperas una buena noticia aun sabiendo que te van a dar por el culo.

De alguna manera en eso consiste la fe, la expectativa o la ilusión. En autometérsela doblada. En esperar que se cumpla el guión que hábilmente nos cuela el departamento de recursos humanos, Peter Sánchez o la sociedad. [LA SOCIEDAD, esa entelequia que acapara todo pero que es incognoscible]. Claro que luego la película es bien distinta. Unas elecciones son el mejor ejemplo de simulación mental comunitaria. Fíjense, todo es abstracto, no hay nada tangible en las palabras de los candidatos. No hay emotividad en sus ideales; son ideas. No existen, son robots. No palpitan. ¿Cómo se puede confiar en un personaje de ficción?

No descubro nada nuevo, pero insistir en la desidia y el tedio que generan estos personajes me hacer sentir mejor. Ya ni siquiera creo en una postura alternativa o transgresiva. Solo me gusta ridiculizarlos porque es la única forma en la que puedo expresar la desgana existencial que causa el discurso de cualquiera.

Quito la tele, el puto Ferreras es pura intensidad, el Arturo Vidal de la farándula, incompatible con el café vietnamita. Me meto en Internet, accedo a la hiperficción. Es temporada de memes y fake news. ¿Cómo coño saben que me quiero comprar un móvil? Buag, publicidad de móviles en el móvil. Metarrealidad. Materialidad. La gente se sigue despollando con el adoquín de Albert Rivera y el @greytrash le hace un video con la mandíbula desencajada. También sigo a una cuenta que hace memes de políticos en la interfaz del League of Legends. No entiendo nada, pero me hace gracia ver cómo Pablemos es un druida legendario a punto de ser follado por un guerrero apolíneo con la cara de Pedro. Nuestro presidente se llama Pedro y me parece la hostia. (Su nombre de presidente, digo). [El anterior se llamaba Mariano].

Si los llamáramos solo por sus nombres, los debates y las campañas serían como una telenovela mexicana de verano. ‘La derecha salvaje’. «¡Pedro, Pedro! Ándele bribón, Santiaguito está a punto de acabar con Gilberto del cártel de los Rivera». En fin. Es hora de salir a la calle y que me de un poco el aire en lo que viene siendo el cerebro. Cojo a Dafne y la llevo al parque. Ajena a todo, olisquea anos y se purga en la hierba. Su gozadera solo es interrumpida si detecta a una persona negra o de tez tostada. En serio, empieza a ladrar agresivamente y le tengo que poner la correa. [Algún día os contaré mi teoría a lo César Millán sobre cómo mi perra se hizo afiliada de Vox]. Es racista, su pelaje es blanco Ku Klux Klan y solo ladra a las personas de color.

Vuelvo a casa y me pongo a escribir esto que estáis leyendo en diagonal. Justo en este punto no sé cómo cerrar el artículo. Así que me meto en reddit. La gente está como Pablo Casado, en la parra y viéndolas venir. Me meto en El español y Ok diario para reírme. Luego en El país para leer una columna de Millás de hace un mes: ‘Votar o no’. En ella, Juanjo habla sobre su motivación para ir a votar. O más bien, su resignación. Acepta la carencia de “inteligencia política” y asume que son, “con frecuencia, un desastre absoluto”. Culmina el artículo anteponiendo la conciliación humana a la diferencia política. “No romperé ningún lazo familiar ni ninguna amistad por una discrepancia de carácter partidista. No me busquéis ahí”.

Luego sigo mirando las noticias, Instagram, Twitter, Al Rojo Vivo, los informativos… Solo veo conflicto. Posturas enfrentadas, sea cual la nimiedad que se trate. Todo el ganado vendido. O una cosa u la otra, o de esta parte o de aquella. Nadie tiene la nobleza de reconocer errores ni la bondad fraternal de ceder. Quizás el único político dispuesto a ello esté secuestrado por la prensa. No vende. Solo veo figurantes siguiendo el guión establecido. Y entonces recuerdo estos versos de Machado:

“[...] Dejar quisiera

mi verso, como deja el capitán su espada:

famosa por la mano viril que la blandiera,

no por el docto oficio del forjador preciada“.

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