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Susana Córdoba: “El cine y la televisión son todavía sexistas”

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Alejandra Luque

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Susana Córdoba (Córdoba, 1974) se encuentra inmersa en el rodaje de la tercera temporada de El Ministerio del Tiempo. Durante unos días, regresa a Córdoba para descansar y disfrutar de una ciudad de la que se marchará el próximo año. Le espera Madrid. La serie de TVE ha permitido a la actriz interpretar a dos personajes tan sumamente diferentes que reflejan el propio desarrollo de la mujer a lo largo de la historia. Blanca, la mujer del siglo XVI sujeta a la sumisión. Elena, aquélla del siglo XXI en la que la actriz cree firmemente.

Susana Córdoba supo desde muy pequeña a qué quería dedicarse. O tal vez no. Lo fue descubriendo conforme el teatro empezó a formar parte de su vida. Se subió a un escenario con tan sólo diez años con la obra infantil Pluft, el fantasmita. Cuando lo recuerda, sonríe. El colegio se convirtió en un refugio donde cobijarse de los momentos familiares por los que atravesó durante aquellos años.

Después vinieron Delito en la isla de las cabras, La gata sobre el tejado, Agnus Dei, Resguardo personal, Pirueta y voltereta... Una larga lista de obras de teatro a la que siguieron sus primeros papeles en televisión en series como Plaza Alta o Arrayán, en la que interpretó el papel de Sofía. Más tarde llegó el personaje de Marina, la amante de José Coronado en El Príncipe, que puso sobre la palestra “la realidad de las relaciones a tres, que muchas son de amor y que superan lo superficial”.

Sonríe continuamente y no le gustan los clichés que se asocian a Andalucía y a la mujer andaluza. Fiel defensora de la igualdad, asegura que El Ministerio del Tiempo trabaja los “valores auténticos y necesarios” que le faltan a la sociedad. Y agradece a sus guionistas su valentía por dar voz a mujeres de más de 35 años. “Porque una mujer sigue siendo joven a los 50 años”.

PREGUNTA. Está ahora mismo en mitad del rodaje de El Ministerio del Tiempo. ¿Cómo ha sido retomarlo?

RESPUESTA. El rodaje de la tercera temporada de El Ministerio comenzó a mediados de diciembre y se prolongará hasta mediados del mes de julio. Es una serie rodada de una manera similar al cine aunque, lógicamente, con muchas presiones y con los medios que están al alcance, pero siempre se puede mejorar. Yo, como no la vivo de forma continuada porque el personaje de Elena aparece de forma temporal, siempre saboreo lo bueno y lo difícil lo tolero porque no estoy tan cansada. Pero sí es verdad que hay jornadas maratonianas y con muchísimo cansancio, pero el resultado es tan maravilloso que a todos nos compensa.

P. Con los guiones en la mano, ¿cómo va a ser esta tercera temporada?

R. Nosotros realmente vamos recibiendo los guiones de manera puntual porque se van modificando sobre la marcha; se van versionando y no los tenemos hasta un mes antes de que se prevea el rodaje de ese capítulo. Por eso, podemos conocer un poco en líneas generales la trama base pero hay modificaciones. Eso tiene también su ventaja: el efecto sorpresa que hace que, al igual que en esta entrevista surge la espontaneidad, también se dé en el rodaje. Los actores también vivimos esa sorpresa como lectores, como espectadores imaginando esa escena y, luego, interpretándola.

P. ¿Cómo fue aterrizar en El Ministerio del tiempo?

R. Tengo mucha suerte porque, a la vez, interpreto dos personajes muy diferentes. En la primera temporada sabía que era Blanca y que mi aparición iba a ser muy breve porque dependía de los viajes de Alonso que, al fin y al cabo, no podía hacerlos. Supe que era un personaje muy bonito y muy importante para el mundo interior de Alonso y que de haber una segunda temporada, iban a trabajar más conmigo. Pero sí es verdad que yo no sabía de qué forma. Cuando a mí me comunicaron la idea de utilizar mi imagen para rescatar a una mujer del siglo XXI, que es la mujer en la que yo creo, me dio muchísima alegría. Me considero una actriz comprometida que defiende la igualdad y que trabajo y que trato de ser coherente con eso que defiendo. Por eso, poder interpretar dos referentes distintos para que la sociedad los vea me parece un lujazo. Además, creo que es muy importante que la televisión incluya referentes porque al público se le educa; habrá gente que no entienda un mensaje, lo interprete de una forma o de otra, pero con que remueva dos o tres corazones ya estamos haciendo algo. A mí me escriben mis seguidoras para decirme lo mucho que se identifican con Elena.

Soy una actriz comprometida que defiende la igualdad

P. Blanca y Elena son dos personajes sumamente diferentes. ¿Cómo se trabaja la interpretación de cada uno de ellos?

R. Trabajo mucho con la intuición y en el caso de que tenga que interpretar un personaje que esté muy alejado de mí, me muevo por eso, ya sea porque sea un personaje histórico, con ceguera o que trabaje en un bar. Para meterme en la piel de Marina en El Príncipe, yo me fui a trabajar a un bar aquí en Córdoba durante una semana para conocer a la gente y respirar el ambiente. Y para hacer de Sofía en Arrayán [personaje que sufría una ceguera] me fui a trabajar en la ONCE y, después de esa experiencia, me hice voluntaria. Yo procuro trabajar mucho a través de la intuición, es que soy una gran observadora de la vida (risas). Soy muy curiosa y me sirve mucho mi propia experiencia y lo que veo fuera lo trato de transformar para que llegue a la gente.

P. ¿No concibe subirse a un escenario sin trabajar de esta manera los personajes?

R. Es que para mí es muy importante comprender al personaje y, para eso, lo tengo que conocer. Si yo tengo en mis recuerdos experiencias similares, es mucho más fácil. Ahí está el archivo emocional que está en un disco duro que se activa de forma totalmente intuitiva. Al final, casi todo está conectado. Si no es una experiencia es otra. Los sentimientos son universales y tú puedes vivir algo muy lejano a mí pero, al final, el sentimiento es el mismo y eso te lo facilita la intuición. Para mí, la herramienta más poderosa que tiene un artista es su intuición. Es más, creo que hasta la de cualquier persona. Habría que insistir en la educación para que uno se apoyara y se guiara más a través de su intuición. Lamentablemente, muchas veces no le hacemos caso y nos perdemos.

P. Se sabe que El Ministerio irá a Castellón y a Zaragoza. ¿Pero se prevé que viaje hasta Córdoba?

R. A mí me encantaría que viniera porque es el escenario natural perfecto para El Ministerio. Pero bueno, yo creo que incluso a Javier Olivares [creador de la serie] le encantaría porque tiene familia con raíces cordobesas y adora la ciudad. Sin embargo, muchas veces eso no depende de los deseos de los propios creadores. Hay muchos intereses alrededor y hay que intentar conciliarlo todo para que cada uno tenga en la producción su espacio. Pero desconozco si vendrá o no.

Para interpretar a un personaje, me muevo por la intuición

P. ¿Y en qué momento de la vida tanto profesional como personal llegó El Ministerio del Tiempo a la vida de Susana Córdoba?

R. Es curioso pero todos mis personajes han llegado muy paralelos a mi evolución personal. Pero es verdad que en la carrera de un actor hay muchos momentos de desconfianza porque tardan en llegar los proyectos que esperas o el personaje que deseas y crees que nunca va a llegar ese momento que necesitas. El Ministerio del Tiempo fue como una apuesta de confianza mutua porque todo va como a cuentagotas, pero me siento en familia y muy querida. Además, esta serie trabaja mucho los personajes femeninos y los de más de 35 años. Eso es muy importante en España. La juventud es maravillosa pero cuando se sobrevalora, se deja de escuchar y de dar espacio a otras edades que seguimos existiendo. Y no sólo existimos en la interpretación, sino en el mundo. La mujer sigue siendo joven con 50 años y hay que darle un espejo para tener un referente y que se sienta atraída por la historia que estamos contando. A mí me encanta que El Ministerio del Tiempo sea valiente y que escriba para mujeres adultas e independientes.

P. Si no sales en televisión, ¿estás muerto como actor o actriz?

R. Sí. Porque está sobrevalorado el foco. Se confunde mucho ser actor con ser famoso, se confunde mucho la alfombra roja y el actor o la actriz florero en el sentido de tener que estar vendiendo una imagen, por ejemplo. Vender una pose, al fin y al cabo. Y yo creo que eso es dañino porque, al mismo tiempo que pienso que es muy importante la promoción porque es el 50% de cualquier empresa, hay que buscar siempre un equilibrio. Es ahí donde está la virtud. Si solamente nos quedamos en un aspecto, estamos descuidando el otro. Yo en mis redes sociales trato de buscar ese equilibrio: al igual que promociono mi trabajo, a mí me gusta compartir mi filosofía de vida porque si tengo la posibilidad llegar a muchas personas, y a alguien le puede ayudar, a mí me hace sentirme bien. Ahora, si sólo vendo mi imagen con selfies diciendo qué guapa soy, qué tipo tengo, me estoy quedando en la superficie. Y eso es pan pa hoy y hambre pa mañana. Pero claro, mientras siga existiendo un aspecto profesional que apoye y crea solamente en eso, lo otro irá más lento. Pero no por eso hay que cejar en el empeño.

P. Pero la televisión es la que más fomenta esta situación.

R. Sí, pero lo que hacemos cada vez más actores y actrices se encuentra en otros ámbitos. Imagínate lo que tiene que ser para un guionista vender un proyecto diferente a una cadena que quiere vender a costa de todo; una cadena que muchas veces quiere modificar el contenido y la esencia de ese guión. Hay que ser muy valiente para ser coherente y hay que seguir buscando referentes. La serie Borgen está siendo un refuerzo fundamental para mí en este momento porque en mi carrera he tenido muchos momentos de caída en los que he tenido muchas circunstancias alrededor para claudicar.

P. ¿Ha pensado en retirarse?

R. No del todo porque es mi pasión. Pero sí que tengo todavía tantas dificultades que agota a cualquiera. Pero soy una persona valiente y quiero ser feliz. Eso sólo lo consigo con lo que a mí me gusta, aunque tarde más o no pueda irme de vacaciones o comprarme un coche porque no tenga un duro. Pero yo no voy a abandonar mi empeño y lo único que tengo es saber rodearme de las personas adecuadas porque, si no, acabas minando tu energía porque escuchas los miedos y las voces de los demás. Esto no me pasa sólo a mí: también le ocurre al político o al periodista que es diferente. Yo he trabajado en el lugar en el que estás tú ahora mismo y sé lo que es trabajar en un ambiente hostil. Pero me ha dado igual. He cobrado poquísimo y he estado rodeada de personas que me han intentado callar la voz.

'El Ministerio del Tiempo' es la vida misma

P. Tengo aquí señalada una frase que quizás le suene: “El mayor daño y peor apoyo, por insolidario e incoherente, es el de muchas mujeres cuyo miedo y frustración frenan con ataques los pasos firmes de las mujeres valientes”.

R. (Risas) Eso lo escribí el otro día.

P. ¿Le han querido frenar?

R. Mucho. Mujeres, incluso. Mujeres a las que he querido y quiero mucho. Cuando los vínculos son muy íntimos, el daño es muy profundo. La luz entra por las grietas y al final uno aprende a amar las heridas porque gracias a ellas uno es como es. El otro día tuve una discusión con mi hijo porque él se sentía ofendido con el tema del machismo y pensé en eso. Después de reflexionar mucho me vino esa reflexión y la escribí; lo hago desde que era pequeña y para mí es un medio de expresión. Y pensé: “Realmente, el hombre que todavía está con un pie en Cromañón puede ser muy dañino. El hombre lo hace por comodidad o por miedo pero el que hace más daño es el de la mujer hacia la mujer”. Porque a mí me ha hecho mucho más daño eso.

P. ¿El cine y la televisión son sexistas?

R. Todavía sí. Pero cada vez hay más gente valiente porque cada vez hay tantos Trumps evidentes… Todo el mundo se lamenta pero hay que ir aceptando que para que haya luz, tiene que haber oscuridad. Y si no existen estos Trumps, aunque nos acojonen a todos, no se moviliza la sociedad. Parece que sólo nos movemos cuando hay un asesinato o si aparezco con el ojo morado porque me han dado un bofetón. El maltrato psicológico y emocional es mucho más dañino porque es más profundo. Si tú no apoyas eso, la persona que lo sufre siente que no puede creer en sí mismo porque no tiene apoyos.

P. En la última gala de los Goya, 17 mujeres nominadas frente a 103 hombres.

R. Es muy fuerte.

P. ¿De verdad que no hay potencial suficiente entre el electorado femenino para que haya más nominaciones?

R. Justamente después de esto hubo un movimiento en redes que empezó a mover la actriz Cuca Escribano en la que pidió más personajes femeninos. De hecho, lució un pañuelo en la gala donde podía leerse eso. Hay una cantidad de personajes femeninos jóvenes, y eso está muy bien, pero ¿qué pasa con las mujeres de otras edades? Una vez me escribió una seguidora y me dijo: “Eres el tipo de persona y profesional en la que me gustaría convertirme”. Y me quedé... Que se me puso el vello de punta. Si yo puedo ofrecerle a una persona un referente coherente; una persona humana, sencilla y luchadora que se esfuerza, ¿por qué no hacerlo? Pero hay que saber también cómo ofrecer ese referente porque también hay gente que abusa de esa cercanía. Es lamentable que aún haya sectores del cine, el arte y la política que sean un reflejo de la lentitud de ese proceso de igualdad en el desarrollo de la sociedad.

P. ¿El Ministerio del Tiempo lucha contra estos Trumps y transmite esos valores de los que habla?

R. Todos. Por eso creo que todos los compañeros de El Ministerio, aunque tenemos los cachés reducidos y hay menos presupuesto, saben que se invierte en producción. Y todos estamos en El Ministerio por un compromiso que va más allá del mercantil. Eso es así. Y se trabajan valores auténticos y necesarios. Hay mucha gente que no nos ve porque ni siquiera ha sentido la necesidad de abrir los ojos. Yo sí he intentado ayudar al otro a quitarse la venda. Y, al final, me he perdido yo. Tienes que aceptar las cosas. De la publicación en redes que antes me hablabas, hubo seguidores míos que me dijeron: “Hay que ver qué bien te queda la falda de cuero”. Me quedé… Realmente está pasando esto: hay gente que se va a quedar con eso, en la orillita. Y hay gente como tú que has visto lo que yo quería decir con eso y estás dándome la oportunidad para que yo me exprese. Pero va a seguir habiendo gente así; no todo el mundo está preparado para correr los 1.500 metros.

P. Pero es cierto que a pesar de este trasfondo, de estos valores, El Ministerio del Tiempo costó que entrará en las casas, ¿no?

R. La envidia es muy mala y aquí es deporte nacional. La serie se empezó a criticar y se dijo que esto ya se había hecho. Y no. Esto no se ha hecho en España antes. Aquí está todo inventado. Lo que está claro es que si tú utilizas un recurso que te inspira, tienes que ser lo suficientemente honesto como para decir que esta imagen es de tal persona. Pues pasa lo mismo. Lo importante es que lo que hagas sea con tu sello y sea original. Hace poco hice una lectura dramatizada, un duelo entre textos de William Shakespeare y Cervantes. Realmente yo, en ese momento, sentía que ambos me estaban diciendo lo que yo necesitaba oír. Me parecía que era tan actual… Y son textos del Siglo de Oro. Ellos los escribieron así y, fíjate, ninguno fue valorado en su tiempo ni creyeron en sí mismos.

En 'El Ministerio del Tiempo' se trabajan valores auténticos y necesarios

P. Con el tiempo la sociedad ha podido ver lo que enseñaron estos autores, algo que ocurre lo mismo con El Ministerio del Tiempo.

R. Claro. Los guionistas de la serie son todos historiadores, con lo que hacen un trabajo riguroso. Además, son personas que han vivido, han sufrido mucho y son valientes para aceptar el yin y el yang de la vida. En El Ministerio te ríes, porque el sentido del humor que aparece es el que nace tras superar muchas cosas, y también lloras. Tienes la vida misma. Para las personas que nos hemos criado en los 80 se cuenta nuestra historia porque hay mucho gag de humor que lo recuerda, algo que te invita a que se lo expliques a la familia. Hay muchas cosas que mi hijo, por ejemplo, no entiende.

P. ¿A través de estas producciones es como se educa al público?

R. Claro que sí. A mí muchas veces me ha llamado la atención la situación de estar tomando algo con unos amigos, que llegue un señor de repente y que me diga: “Susana, perdona que te molestemos, pero es que somos ministéricos”. Somos de la secta (risas). Y me levanto y veo a los hijos que tendrían 20 años.

P. La serie ha unido a generaciones.

R. Sí. Es más, es la primera serie que tiene un merchandising hecho con creaciones de los seguidores. De repente, se empiezan a ser tazas con logos de la serie, camisetas, personajes, dibujos, imágenes… Todo. Lo hicieron dibujantes, diseñadores, profesionales que empezaron a compartirlos en las redes a través de un movimiento muy friki (risas). Son ellos los que piden la renovación de la serie. En gratitud a esto, la productora decide abrir una plataforma en la misma página web para dar luz a estas creaciones y sus creadores se llevan un porcentaje de la venta.

P. Pero TVE ha dudado mucho en renovar la serie.

R. Claro, porque el sistema de medición de las audiencias está ya obsoleto. La mayoría de la gente trabajadora no ve la tele. Acabo de firmar una campaña publicitaria y aparecerá en las plataformas digitales y en las redes sociales, pero no en revistas. Realmente, ahora lo que mueve mucho es la venta digital. Pues con el consumo de series pasa lo mismo. La gente ve la televisión online porque no tiene tiempo. Quien tiene niños pequeños ve Dora la Exploradora y cuando los acuesta se ve tres capítulos de El Ministerio del Tiempo. Y eso no se contabiliza. Al final, TVE vio que la serie no tenía el share que necesitaba para renovar pero que era trending topic cada día, al igual que sus búsquedas en Internet. Pero claro, eso a hombres y mujeres en el mundo Cromañón no les gusta. Lo diferente atrae mucho pero acojona. El otro día compartí una frase que me encantó y es una realidad. Decía algo así como: “No era la niña la que asustaba sino lo que ellos creían que la niña les podía quitar”. Todos tenemos miedo a los cambios pero al final, cuando lo atraviesas, todo se va.

'El Ministerio del Tiempo' ha unido a generaciones

P. ¿Los personajes de Blanca y Elena supusieron muchos cambios con respecto al de Marina?

R. Sí. Blanca, aunque es la mujer del siglo XVI y esté condicionada por la sumisión, cuenta la parte del amor de Alonso. Son momentos muy bonitos e incluso es valiente porque en la primera secuencia en la que aparece, que es la que abre la serie, ella es capaz de decirle a su marido: “¿Cómo te atreves a rebelarte ante tu superior?”. Ella le está pidiendo a él que se calle, y no es esa la valentía de la que hablo, sino que ella es capaz de decirle al marido lo que piensa. Marina fue un proceso muy bonito pero como me decía José Coronado: “Es muy difícil lo tuyo porque siempre te subes a un tren que está en marcha”. Y es así. Eso implica tener toda tu energía para ser muy rápido, estar muy concentrado y no caerte del tren. Yo llegué y mis compañeros ya llevaban tiempo trabajando juntos, convivían todos los días y yo, en un día, hacía varias secuencias. Para mí, trabajar con Coronado fue un reto porque siempre lo he admirado, es un maestro y le respeto tanto que muchas veces he pensado: “¿Estaré a la altura?”. José tiene una trayectoria de 30 años que lo avalan y es como si tú entrevistaras a alguien a quien admiras muchísimo. Y eso me parece bonito: que la admiración genere ganas de mejorar. A mí, José me trató siempre con un respeto… Y aprendí mucho con él y todo fluía de forma muy fácil. Marina fue un personaje muy especial porque, además, los creadores no hicieron a una andaluza típica ni a una amante típica. Hicieron a una mujer que podía ser de cualquier parte de Andalucía. Además, me pidieron que respetaran mi andaluz neutro.

P. Eso no se ve siempre.

R. Los buenos directores de casting saben a quién eligen para cada personaje. Yo no puedo defender una andaluza de “jarsa, toma, que toma” porque yo no soy así. Lo puedo fingir y trabajar mucho pero realmente Marina no era así. Recuerdo que yo estuve en el casting para Fatema y luego, cuando me llamaron para la amante de Coronado, dije: “Sí, claro, me va a tocar a mí”. Y oye, me tocó a mí. Desde el primer momento querían que fuera yo. Ahí también tuve a muchas personas que me apoyaron mucho. Una pena que esa historia no se desarrollara más. Mostraba una realidad: las relaciones de a tres, que existen, y que en muchas ocasiones son de amor y no superficiales.

P. ¿Las mujeres se vieron reflejadas en Marina?

R. Muchas. Y, sobre todo, lo más chulo de este personaje es que ella, al final, que tanto amaba al otro fue capaz de quererse a sí misma y decir: “Yo me marcho porque no voy a estar aquí dándonos lo que no nos merecemos”. Aquella secuencia fue tan buena… A veces no necesitas más. Mucha gente me dice: “Tenemos ganas de verte en un papel protagonista” y otra gente que cree en mí me dice: “No hay personajes pequeños, sino actores pequeños”. Es bonito encontrarte ese colchón cálido que te dice: “Confía, que todo está siendo como tiene que ser”.

Trabajar con José Coronado fue un reto

P. ¿Y qué queda de Sofía?

R. Ay (risas). Yo creo que en mí queda muy poquito, afortunadamente. Sofía sufría muchísimo y yo he evolucionado mucho desde aquel momento.

P. ¿Sofía fue un personaje agridulce?

R. Con Sofía en Arrayán yo estaba atravesando un momento personal muy duro. Y también me atrevo a decir que hubo momentos agridulces en el rodaje. Fue aquí cuando empecé a compatibilizar mi vida personal y profesional pero al final tomé la decisión de alejarme y criar a mis hijos.

P. Si le dijera Pluft, el Fantasmita, ¿qué le viene a la cabeza?

R. (Risas) Qué bueno. Cómo me he reído yo en la Escuela de Arte Dramático. Yo empecé con diez años y he hecho mucho teatro infantil. Pluft fue una de tantas experiencias en la escuela y de las que guardo unos recuerdos muy divertidos. Fue una parte muy difícil de mi vida personal y familiar pero que yo suplí con estas cosas. Siempre he sido muy luchadora e intentado de las piedras sacar flores. Yo, donde estaba feliz era en la Escuela de Arte y allí pasaba las horas.

Hubo momentos agridulces en el rodaje de 'Arrayán'

P. ¿Al teatro le debe ese enganche que tuvo con la interpretación?

R. Por supuesto, el teatro es la cuna de todo.

P. ¿Quiere volver?

R. Estoy deseando. La temporada próxima querría hacer teatro porque no lo he hecho al vivir en Córdoba. Aquí se hace un teatro determinado pero yo he evolucionado y quiero trabajar en coherencia con mi evolución. Yo ya no estoy en ese punto. A mí me han ofrecido propuestas en Madrid que he tenido que rechazar. Cuando estás en un rodaje, sí te permite ir a Madrid y quedarte allí. Pero hacer ensayos de teatro, que no están pagados la mayoría de las veces, y estar en un teatro permanente en Madrid no me compensaba. Cuando esté en Madrid sí podré. Además, me vendría muy bien como entrenamiento nada más que por el siempre hecho de que yo estoy acostumbrada al cine: a pensar en voz alta pero hablar bajito. En el teatro es al contrario, tienes que proyectar tu voz. Estoy muy entrenada a hablar bajito y me viene bien sacar la voz. El teatro te ayuda mucho a entrenar y los actores tenemos que estar entrenando constantemente. Igual que los periodistas o los fotógrafos. Tienes que desarrollar la curiosidad, que es lo que te mantiene despierto.

P. ¿Y qué tipo de cine no haría nunca?

R. He tenido pocos personajes pero todos son auténticos. Yo no haría un personaje de relleno. O, quizás, no diría no a ese personaje pero sí creo que haría una búsqueda para que fuera diferente, siempre que me lo permitiera el director. Le daría la vuelta. Siempre tengo algo que decir.

La curiosidad es lo que te mantiene despierto

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