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Rafael Barón: “No queremos que el centenario del Concurso de Patios pase sin pena ni gloria”

Rafael Barón: "No queremos que el centenario del Concurso de Patios pase sin pena ni gloria"

Rafael Ávalos

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Espera, como es habitual, en su casa. Allí tiene también su taller artístico. Porque su oficio es el dorado, lo que incluye también trabajos de restauración. Por tal motivo está también, más allá de su propia convicción religiosa, a las cofradías. Sin embargo, no es la única tradición, la Semana Santa, que protege desde su posición. También se halla, y ésta no es menos importante para él, la Fiesta de los Patios. De hecho, el suyo es uno de los nombres más reconocidos en torno a la popular celebración del Mayo Festivo que desde 2012 es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Ocurre, por otro lado, no sólo como cuidador de uno de los recintos más galardonados en el Concurso en los últimos años sino como presidente de la Asociación Claveles y Gitanillas, una de las dos existentes en la ciudad para velar por un evento tan propio como único. Se llama Rafael Barón Jiménez (Córdoba, 1972) y vive, desde principios del presente siglo y junto con su familia, en el número 2 de la calle Pastora.

A sólo un puñado de metros de la Fuente de la Piedra Escrita, tan significativa como lo es, se encuentra una casa que siempre abre de par en par quien es defensor, además de fiestas como las mencionadas, de Córdoba. Lo es a ultranza, como enamorado de una ciudad que siempre recuerda tiene dos milenios de historia, un patrimonio tan rico y una amalgama tan grande a nivel cultural. Esta vez, como tuviera que hacer durante el pasado mes de octubre, recibe la visita con mascarilla. También la llevan quienes en su vivienda entran, que pertenecen a CORDÓPOLIS. Quizá el patio que con tanto empeño cuida no luzca como en primavera pero es normal, por la fecha y por la meteorología. Sin embargo, no deja de ser un rincón especial, donde un diálogo de casi una hora parece tan breve como un saludo. Durante todo ese tiempo, Rafael Barón desgrana la realidad de la Fiesta de los Patios, que curiosamente llega en 2021 a su centenario. Pena que la efeméride tenga lugar en medio de la pandemia más grave del último siglo, pese a lo que van a intentar los cuidadores que no pase desapercibida.

PREGUNTA. Capricho del destino, el Concurso de Patios cumple su centenario con la incertidumbre sobre su celebración. ¿Cómo lo vivís los cuidadores?

RESPUESTA. Tú lo has definido muy bien, con muchísima incertidumbre. Nosotros llevábamos más de un año ilusionados, intentando pensar qué podíamos hacer que quedara en la historia de esta fiesta tan importante para los que la vivimos. Y en marzo nos pegó el hachazo el virus éste que está destrozando media Humanidad y que está dejando a mucha gente en el camino. Por desgracia, ahora mismo estamos en eso, con incertidumbre, viendo qué cosas podríamos hacer de las que teníamos previstas dentro de las medidas Covid; cómo lo vamos a distribuir a lo largo del año. Yo creo que sería lo más prudente intentar ir al segundo semestre de este año, que parece que por la vacuna ya van a estar muchas personas inmunizadas y se podrá ver un poquito más de movilidad. No queremos dejarlo que pase sin pena ni gloria, queremos hacer cosas. Además, coincide también con el 25 aniversario de nuestra asociación, que se fundó en el 96.

Ya hemos tenido algún contacto con la delegada (de Promoción de la Ciudad) para ver si en mayo podemos salvar la Fiesta. Porque vimos que en octubre, en un momento también de incertidumbre, se pudo hacer y no hubo ninguna incidencia reseñable; con unas medidas de seguridad controladas y muchísimo menos público por la normalidad que estábamos viviendo, pero se pudo hacer. No vemos ningún motivo por el que no se puede hacer en mayo cuando se supone que tendremos que estar mejor. Porque ojalá pase esta tercera ola pronto y las vacunas vayan surtiendo el efecto que todos queremos: que cada vez haya menos personas que se puedan contagiar. Vamos a salvar la Fiesta de 2021, que sería muy importante, y vamos a hacer las cosas que se puedan y en el segundo semestre intentaremos hacer los eventos extraordinarios, que teníamos pensado hacer a lo largo de todo el año pero que por desgracia vamos a tener que aplazarlos un poco. Esperemos que podamos celebrarlo.

Hay gente que está pasando necesidad dentro de los patios también

P. Hablas de la pandemia, que ya provocó en 2020 la cancelación del Concurso por primera vez desde 1956 -en realidad desde 1944 pero con cuatro años, entre 1953 y 1955, de Cruces-. Más allá de este hecho, ¿qué efectos produce la crisis sanitaria en los patios?

R. Lógicamente, el miedo. Hay que tener en cuenta que un número muy importante de personas que cuidan de los patios y abren sus casas son mayores. O sea, están en la franja de personas de riesgo. Eso ha hecho que muchas estuvieran asustadas y no supieran si al final… Algunas personas, a última hora, cuando se trasladó la Fiesta a octubre, decidieron no abrir porque estaban todavía con miedo. Es verdad que en las plantas no ha influido, no influye en que la cita se podría celebrar, pero sí en el ánimo de las personas. No están con la misma alegría. Después de un verano larguísimo tuvimos que volver a montar los patios para octubre. Ahora hemos tenido un invierno con muchísima lluvia, con mucho frío, luego tendremos que volver a reponer plantas para mayo. Pero con ese miedo a que todo el esfuerzo y todo el dinero que se invierte en que los patios estén como la gente acostumbra a verlos, llegue el mes de mayo y no podamos abrirlos y disfrutarlos. Ahí hay un malestar de que no sabemos qué hacer. Teníamos mucha ilusión porque este año, además, era muy importante que los patios hubieran estado muchísimo mejor que en cualquier otra edición. Pero vivimos ahora mismo en el día a día. No sabemos al final cómo vamos a llegar al mes de mayo. Ojalá todo esto se solucione pronto y en el mes de marzo podamos decir: mira que los Patios se van a celebrar en mayo, seguro, y tirad para delante. Y haremos lo mejor posible para que la Fiesta de este año sea también memorable.

P. Luego está la crisis económica que también genera la sanitaria. Esto también os tiene que afectar.

R. Eso le está afectando, creo, a todas las familias. Aunque es verdad que nosotros tenemos nuestras casas, nuestros patios, que parecen que son como mansiones, son casas humildes. En la mayoría de los casos, de gente muy trabajadora, mucha de ella que está quedando en el paro… De hecho, hemos luchado para que se abone lo antes posible la subvención de octubre porque había gente que lo necesitaba porque había tenido que pedir que le cedieran las plantas para luego pagarlas, porque ya habían hecho su gasto y no había servido para nada (mayo de 2020). Es duro decirlo pero hay gente que está pasando necesidad dentro de los patios también. Poner en marcha un Concurso que no se sabe si va a celebrar y no se sabe cuándo se va a cobrar es complicado para muchas familias. Muchas familias que dejaban los ahorrillos que tenían para irse de vacaciones para montar el patio, pensando que cuando tengan la subvención podrán ir. Ahora no, ahora esos ahorrillos están faltando. Esperemos que podamos sacarlo adelante, que todas las ayudas que buscamos, que luchamos para el lado de la empresa privada también, se mueva.

También había gente que había buscado una vertiente económica que ha intentado durante el resto del año sacar. Eso se ha perdido también. Hay algunos patios que no sabemos si van a poder subsistir en el sentido de poder abrirlos y vivir la Fiesta. Eso también es muy duro. Es verdad que desde el Ayuntamiento hay sensibilidad, intención de acortar todos los plazos para abonar las subvenciones lo antes posible. Y lo hemos visto en esta ocasión. El problema es también la administración, que funciona de esa manera que para nosotros es un desastre. Pero claro, es verdad que eso tiene que ser para todos igual y al final tenemos que acostumbrarnos a tener paciencia. Aunque ya ves tú si tenemos paciencia los de los patios, todo el año esperando que florezcan las plantas.

Como no lo sientas, es muy difícil abrir un patio

P. Precisamente, hace algunas semanas publicasteis el comunicado desde Claveles y Gitanillas para reclamar el pago de octubre. Por desgracia es una problemática que ya conocéis.

R. Sí lo conocemos, sí lo sabemos. Hemos buscado las fórmulas y desde aquí agradezco a los técnicos municipales y a las distintas áreas que influyen en el tema del pago, que es verdad que tienen una sensibilidad especial con la gente de los patios. Pero llega un momento que la gente se cansa tanto que no entiende cómo una cosa que ya se sabe que se tiene que hacer, que los Presupuestos están hechos, que el que el dinero está ahí, porque no se puede hacer antes. A mi mis socios me lo piden y no tengo más remedio que hacer comunicados. Yo no soy partidario, sinceramente, porque a mí me gusta el diálogo, el trato personal, reunirme con la gente y explicárselo y hablarlo. A mí los comunicados de prensa para cosas alegres me encantan, pero para cosas tristes no me gustan. Pero cuando tienes detrás a un montón de gente que está un poco desesperada y piensa que el comunicado es como una varita mágica, pues tienes que hacerlo. Luego, el problema es que todos esos meses de gestión, de insistir, de ser un poquito pesado van a dar su fruto porque te avisan: no, mira, si es que esto va a tardar 24 o 48 horas en pagarte. Pero yo ya no podía parar el comunicado. Total, que sale y al día siguiente pagan. Entonces la gente dice: ves, lo teníamos que haber hecho antes. No son tan fáciles las cosas.

Yo llevo al frente de la asociación mucho tiempo, antes estuve como secretario, y sabemos cómo funciona. Da igual lo que hagamos, que al final el tema está en que esto tiene un proceso administrativo y hay que cumplirlo. El que se apunta al Concurso tiene que saberlo y reconocerlo. Que va en detrimento de la gente de los patios y del relevo generacional porque la gente joven no es tan paciente ni aguanta esto… Todas estas cosas hay que mirarlas también. No por nosotros sino por el futuro, que es por lo que yo siempre he luchado. Yo no lucho por los de ahora, yo lucho por el futuro, porque los de ahora sabemos defendernos. Para que esto dure hay que incentivar a la gente que tiene que venir y eso es complicado en una sociedad que está cambiando, globalizada, donde el ocio es más viajar y pasear que quedarte en tu casa, donde la jardinería es moda de Instagram. La gente no lo entiende, pero es muy complicado.

P. Otra de las reivindicaciones históricas del Concurso es la cuantía de los premios o de las asignaciones, algo que viene desde décadas atrás. ¿Qué difícil es mantener un patio siempre con esa necesidad de un poco más, no?

R. Hay una cosa que yo siempre le he dicho a la gente. El que quiera participar de la Fiesta no va a vivir del patio, pero tampoco debe vivir para el patio. Tenemos que conseguir que haya un equilibrio en el que mantener el patio y abrirlo para la Fiesta sea atractivo porque primero no va a ser engorroso ni costoso para el que lo hace y lo segundo, que la gente nueva que tiene que venir, que vea y diga: bueno, me va a compensar un poco. Por eso hemos luchado por la ayuda del IBI, por ayuda de distintas empresas municipales; por eso siempre hemos pinchado para que aumente la cuantía del accésit por participación. En los premios llevamos muchísimos años que no nos fijamos. El premio está en una cantidad que puede ser razonable. Si lo comparamos a lo mejor con otras cosas puede parecer hasta mucho dinero y con otras, ridículo. Pero por lo que genera a la ciudad. No apuntamos hacia la cuantía del premio, pero sí del accésit de participación porque eso le llega a todos. Poco a poco hemos ido consiguiendo. El año pasado conseguimos una subida que se va a mantener en éste. Esto es una de las cosas que tiene que conocer el político que venga; tiene que saber que tiene que luchar porque la cuantía del accésit de participación tiene que ir subiendo hasta llegar a una que compense el esfuerzo con lo que se entrega. ¿Para qué? Para que haya gente que quiera hacerlo.

Ahora mismo, el 80% de los que participan en la Fiesta es vocacional. Así de claro. Lo han vivido muchos años, los más jóvenes lo han mamado de sus abuelas sobre todo y lo hacen por un punto sentimental y es casi espiritual. Pero eso no va a durar siempre. Y estas personas no nos van a durar siempre. Hay que buscar a gente. Hay que tener en cuenta que son casas en el casco histórico y que son más grandes de lo normal, que en muchos casos una familia actual no la quiere porque tiene más gastos, más impuestos, más mantenimiento y luego que tienes que esforzarte durante todo un año para que ese trabajo repercuta en el patio para verlo. Porque tampoco podemos presentar cualquier tipo de patio porque la gente tiene una idea del patio de Córdoba, que es lo que vende, lo que atrae a miles de turistas todos los años y lo que genera una economía de la Fiesta. Ese equilibrio tiene que ir de la mano también de colaboración institucional de otro tipo y colaboración privada, que la mayoría de lo que generan los patios es para empresas. Ellos también se deben dar cuenta de que lo que aporten y ayuden es para su propio beneficio. Yo siempre he dicho que los seres humanos somos muy egoístas, pero a veces somos muy tontos.

Es verdad que Córdoba es una ciudad cortoplacista, que ve las cosas a muy poquito tiempo, y es que somos bimilenarios. Tenemos que mirar que si no hubieran estado los romanos construyendo el puente todavía no tendríamos ahí para pasar. Fíjate si ellos pensaban a largo plazo. Pues así, muchas cosas que tenemos en Córdoba y que gracias a ellas hoy estamos viviendo. Sin embargo, los de hoy no pensamos en los cordobeses de dentro de 200 o 300 años. Y es lo que deberíamos pensar para que esta ciudad sea lo que ha sido siempre, la perla de Occidente.

Para que los Patios duren hay que incentivar a la gente joven

P. Hablas del sector privado y es verdad, y sucede con todas las fiestas, que cuando se habla de beneficio para la ciudad suele ser para las empresas. Para la hostelería básicamente. ¿No falta el impulso de esa aportación?

R. Ellos aportan también de otra manera. La hostelería da puestos de trabajo, crea riqueza. A ver, yo entiendo todas las versiones. Pero es cierto que si no fuera por ciertas cosas que se generan en la ciudad, por otras entidades, ellos no recibirían ese beneficio. Si el Cabildo cerrara la Catedral al turismo, porque podría hacerlo porque es suya y puede hacer allí lo que quiera, ¿sufriría la hostelería? El año pasado hubo Semana Santa, pero no hubo pasos en la calle. ¿Vinieron las mismas personas? Es verdad que estábamos en una pandemia, pero este año si no hay pasos en la calle, ¿van a venir las mismas personas? A que no. Pues nunca han dicho de ayudar a las cofradías también. Nosotros, ¿llevamos años atrayendo a la gente, siendo imagen de la ciudad? ¿Cuánto costaría una campaña publicitaria a nivel mundial como se hace con los patios? Cuando atendemos a televisiones de todo el mundo, graban imágenes, hacen documentales. ¿Cuánto costaría hacerlo? De decir los negocios de hacer una campaña y ver cuánto cuesta. Pues eso que os estáis ahorrando. Yo entiendo que cada uno tiene su economía y a la mejor un bar que está en el Zoco no va a verse tan beneficiado como uno que está en la Judería. Yo eso lo puedo llegar a entender, pero que haya ese movimiento de gente crea clientes por otro lado. Esa sinergia mucha gente no la ve. Y si no ponen de su parte, esto llegará un momento en que la gente se canse y lo pierdan. Cuando lo pierdan, lo llorarán. Pero es que ahora se puede salvar, se pueden hacer cosas sin grandes esfuerzos.

Ahora mismo entiendo que tal y como está la hostelería no le vas a pedir nada. Es que están sufriendo lo más grande también ellos. Pero cuando han estado bien, no han querido. Exceptuando casos puntuales, no hay una ayuda generalizada. Los hoteles, no me digas que con la cantidad de hoteles que hay en Córdoba no podían haber dicho: vamos a hacer un fondo. “Vamos a poner nosotros, por nuestra cuenta, un impuesto en las camas y todas las camas durante las dos semanas de patios van a tener dos euros de beneficio para los patios”. Se hace un fondo común entre todos y dicen: mira, esto es lo que aportamos a la Fiesta. Y luego, que se lo den a un gestor y lo repartan entre todos. Eso es voluntad nada más, eso no les cuesta. Porque un cliente que va a venir, que tú le pongas dos euros más en la habitación no lo va a notar, ni te va a protestar. Pero a lo mejor a la Fiesta sí le hace un beneficio. Por ejemplo para restaurar casas, para ayudar a personas que en algún momento no puedan montar… Son muchas cosas que se pueden hacer si entre todos tiramos del carro. Son cosas que se plantean, se hablan, pero en la mayoría de los casos quedan en el fondo de todo. Hasta que le vean las orejitas al lobo. Entonces empezarán las plañideras y los pesares. Muchas veces, cuando se llega ahí, ya no hay solución.

P. Comentas que Córdoba es cortoplacista y yo suelo afirmar que no se da cuenta de lo que tiene. ¿Crees que hay conocimiento, en general, del significado que tienen los patios para la ciudad?

R. Creo que hay mucho desconocimiento. Es una labor que tendrían que haber hecho las instituciones de más difusión a nivel local. Se ha vendido mucho fuera. Tú hablas en cualquier ciudad de los patios y la gente lo conoce. Sin embargo, en Córdoba, como es una cosa que tienes aquí, no llama la atención. Es algo que define muy bien Antonio Gala. Dice que el cordobés ha visto tantas cosas espléndidas que casi nada le llama la atención. Pues lo tienes. Lo valoras cuando vienes de visita con un amigo y es como si fuera tuyo. Yo he atendido a gente que venía acompañando a familiares de fuera y se lo enseñaban como si fuera suyo. Me parece una cosa preciosa, pero luego, a lo largo del año: bueno, ahí estará. Eso es que como cuando llueve las setas salen. Cuando llega mayo, salen los patios. Esa labor de conocimiento ha fallado un poquito. De hecho, yo hace unos años monté mi ruta de ‘Descubrir los patios’ precisamente no sólo para los extranjeros sino para los cordobeses. Porque hay muchos datos que cuando a mi ruta ha venido gente acompañando a familiares suyos me han dicho: Rafael, estoy maravillado, es que no sabemos el tesoro que tenemos aquí.

Nosotros lo contamos y lo intentamos transmitir, pero la gente no se para a pensar que hay un valor aquí que hasta la Unesco lo ha reconocido. Sin embargo, nosotros lo vemos como las casas con macetas. Claro, pero ahí debajo hay muchas más cosas. Hay un poso antropológico, cultural, histórico, artístico. Hay patios que tienen piezas que cualquier museo de Estados Unidos mataría por tenerlas y aquí las tenemos sujetando una maceta. Eso es así, es la cultura de los patios cordobeses. Es una amalgama de distintas superposiciones de arte, de historia. Bueno, como lo tenemos, pues ahí está. Pero no lo valoramos lo suficiente. Eso también ayudaría a que la gente lo apoyara. El conocimiento siempre crea apoyo y valoración. Nosotros lo intentamos. Creamos nuestra revista, Los patios de Córdoba, para que la gente se enterara de lo que eran los patios de Córdoba, pero cuesta mucho trabajo. Pero nosotros somos… algunos dicen senequistas, y no han leído nunca a Séneca.

En la Fiesta no vas a vivir del patio, pero tampoco debes vivir para el patio

P. Con todo lo que hablamos, y sobre todo en este período en que sufrimos además con la pandemia, ¿puede sufrir la Fiesta una etapa de crisis?

R. Creo que la etapa de crisis se va a vivir sí o sí porque ya ha destrozado muchas familias y las va a seguir destrozando físicamente. Pero económicamente va a dañar a mucha gente. El hecho de que la Fiesta hubiera tenido esplendor también viene por un esplendor económico en España y el resto del mundo, esa cultura del ocio viajando, visitando ciudades, viendo cosas nuevas. Y eso va a tardar en volver. La recuperación va a ser más bien larga. Entonces, la Fiesta supongo que también sufrirá ese pequeño declive. Por nuestra parte, vamos a luchar para que lo tenga en el sentido de lo que conocemos por la Fiesta. Pero lógicamente tardaremos en tener los datos de visitas que hemos tenido. Ese millón de visitas, que la gente habla de personas… Si viniera un millón de personas, no sé dónde íbamos a meter tanta gente. Eso va a tardar en volver. Espero que sea lo más pronto posible, pero hay que ser realistas también. Muchas veces es tener esperanzas y otra cosa, tener fantasías.

P. ¿Pero crees que con el cúmulo de circunstancias la Fiesta puede correr peligro?

R. Yo creo que de desaparecer, no. Probablemente bajará la participación de patios. Seguro, bajará la visita de personas. Pero yo creo que, la Fiesta como tal, sería muy complicado que se perdiera. Estamos hablando en un corto plazo, de 20 años. A partir de que personas mayores vayan falleciendo, si los hijos no se quieren hacer cargo de los patios… Hay que tener en cuenta que la arquitectura de Córdoba también ha ido mermando. Hay un estudio de hace unos años, que hizo Vimcorsa, que hablaba de que podría haber unas 3.000 y pico casas patio de las cuales, 1.800 serían factibles de participar en el Concurso. Estamos participando 50. Pero es que de las 50 de ahora, a lo mejor hay 15 que llevan participando muchísimos años. Hay otras que se han ido incorporando en los últimos 20 años. Y de otras que participaban en los años sesenta y setenta, olvídate. Ésas se han destruido, han desaparecido y se han convertido en otras cosas. El problema de esto es la conservación y las personas.

Es que tenemos dos vertientes por las que se puede destruir la Fiesta. Una es que desaparezcan las casas patio con la esencia que deben tener para participar y otra, que desaparezcan las personas que quieren abrirlas. Nosotros luchamos también por eso y, por ejemplo, Vimcorsa ha recuperado esa ayuda a la rehabilitación, que la anterior Corporación se cargó no sé por qué y nosotros hemos exigido que se recupere. Este año se ha puesto en marcha y, además, en Vimcorsa están muy contentos porque ha habido un montón de casas que lo han pedido. Eso es una ayuda. Si tú una casa antigua, que todos los años tienes que hacer picados de pared pintar… te dan una ayuda, tendrás que pagar una parte pero no es todo. Eso también es colaboración. Todos esos programas que se pueden crear desde la Administración. Y la Junta de Andalucía también se podría sumar a esto, y el Estado también. Para eso la Unesco dice “yo te doy la declaración”, pero también exige a las instituciones que lo cuiden. Del Gobierno de España no vamos a percibir nada; de la Junta, veremos si podemos sacar algo, y al final el Ayuntamiento es el que carga con el gasto grande.

P. Hablas de casas patio que han desaparecido. En una ocasión, Cristina Bendala, de plaza de las Tazas, 11, me recordaba un estudio de los setenta, que hizo con Juan Serrano, acerca de cómo el casco histórico se venía abajo. El problema es que esto se produce todavía hoy.

R. Claro. Hace poco han derribado una casa de vecinos, que tuvo que ser preciosa, en la calle Empedrada. Hay que ser realistas. El modelo de casa de vecinos que triunfó en los años cincuenta y sesenta en los Patios es un modelo decimonónico, de vivienda plurifamiliar construida con los materiales más pobres que había. Era reestructuración de viejas casas, que en algunos casos eran hasta árabes. De hecho, si has hablado de lo de Cristina (Bendala), ahí había cuadras que las convirtieron en viviendas. Eso se hizo en toda Córdoba. Antiguos corralones, que se techaron las viviendas, y como tenían el pozo, ponían un cuarto de pila, unos retretes y era una casa; antiguos palacetes derruidos, que cogían las galerías, se cortaban, ponían unas cortinillas y ya está. Como era para gente humilde, los materiales que empleaban eran los más baratos que había. Los muros de tapiar, toda la basura que podían, que por eso, de hecho, algunas veces cuando tiran alguna aparece una columna, un capital o una cabeza de una escultura. Para ellos eso no tenía valor pero rellenaba. Eso al final el tiempo lo deteriora. No es lo mismo que una casa construida con ladrillo, con piedra. Eso ha hecho que en muchas casas mereciera más la pena derribar y construir una nueva que restaurarlas.

Toda esa casa típica, autóctona nuestra, es muy difícil de conservar. Y, o hay ayudas importantes o no se conservan. Claro que hemos perdido mucho, y más que vamos a perder. Yo conozco ahora mismo tres o cuatro casas que serían ahora maravillosas de conservar y creo que van a durar ni diez años. Porque cada vez están peor y cuando entre alguien va a merecer más la pena derribarlas y construir nuevo. Más en el casco histórico, porque estamos hablando de calles en las que no coge un camión. Es como si todo se confabulara para destrozarlo.

Córdoba es una ciudad cortoplacista, que ve las cosas a muy poco tiempo

P. Pero da pena pasar ahora por la calle Montero y ver que el número 31 se cae, que está en ruinas, por ejemplo.

R. ¿Y qué le hacemos? Y gracias a Dios que el 12 lo ha comprado una cooperativa y lo están rehabilitando. Eso era un emblema también de los Patios. Esos tres patios corridos tan preciosos que montaba Antonio el Calichi. Yo tengo una pena enorme por el Pozanco, 21. Murió Elisa (Pérez Laguna, su propietaria) y a ver qué hacen con eso. Porque ese patio estaba fatal, lo que pasa es que ella lo mantenía, lo limpiaba todos los años, lo pintaba y parecía otra cosa. Pero ese patio está para caerse. Es que si te empiezo a hablar… Tienes el de Albucasis (el número 6), que eso es una joya de la corona, que tendríamos que tenerlo como un museo. En plena Judería. Y ahí está, que no saben si van a hacer un hotel, si lo van a tirar o no sé qué. Tienes Badanas, 15, a espaldas de Bodegas Campos, que esa postal ha sido emblema de Córdoba. Y ahí está que con los apuntalamientos y todo, veremos si un día no aparece… En muchos casos eso se ha hecho mucho. Aquí en Costanillas, que yo sepa la historia, dos casas las apuntalaron de mentira pero por la noche iban para que se rompiera.

P. Lo que sucedió en Polacas (en el número 2).

R. Efectivamente. El de Polacas, que los vecinos dijeron: ah sí, pues ahora te vas a enterar. Y lo presentaron y se llevó el primer premio. Eso ha pasado siempre, pero ahora es verdad porque esas casas se han dejado cerradas, abandonadas. Una casa con esas características, de malos materiales, con tejados muy endebles al final es que se derrumba. En la calle Cristo hay una que tuvo que ser una inmensa casa de vecinos, que estuvieron allí unos okupas y al final lo han tenido que tapiar, y la tienen en venta. ¿Pero quién va a comprar eso? ¿Quién se va a gastar lo que vale restaurar? O, ¿cuánto vale construir algo nuevo en el estado en que estamos? Si eso se tira tres o cuatro años, se derrumbará. En esa misma calle, hay una casa haciendo esquina en la que sólo está la pared. Los tejados se cayeron y demás, y esa casa seguramente fuera árabe porque entré una vez y tenía el zaguán en forma de L. Y luego en el patio tenía unas columnas renacentistas. O sea, que sería una casa árabe reconstruida en el Renacimiento. Y ahí está arruinada. Si te vas por la Judería o por el barrio de San Pedro, La Ribera… ¿Cuánto hay?

P. ¿Cuál sería la solución para evitar todas esas pérdidas?

R. Es complicado porque la solución es social. ¿Qué se va a hacer, el Ayuntamiento comprarlas para restaurarlas y meter a vivir a vecinos?

P. Perdona que te interrumpa. Hablamos más de una cuestión de pensamiento.

R. Es una cuestión de pensamiento. Pues mira, a lo mejor dar facilidades. Incidir positivamente en impuestos para que la gente reconstruya casas en el casco histórico, dar subvenciones para ese tipo de cosas, incentivar la creación de esas cooperativas de gente joven que quiera juntarse y crear una casa de vecinos. Eso pasó en los años ochenta y noventa. Yo recuerdo varias, una muy famosa, que además ganó muchos premios, en la calle Rey Heredia (el número 21). Era gente que por lo visto había estado viviendo en Marroquíes (el número 6) y al no llegar a un acuerdo con la propiedad se buscaron en Rey Heredia un solar y se construyeron una casa con su patio comunitario. Ahí está la casa nueva, se presentaron a concurso y ganaron premios… Luego ya decidieron no presentarse y eso tampoco es obligatorio. Pero por lo menos que los edificios se mantengan. Aunque claro, económicamente yo creo que la Administración no puede más que dar facilidades e incentivar. Pero es que la economía está como está y mantener una casa es complicado. En lo que nosotros nos movemos ahora, de sueldos muy bajitos y lo poco que se ahorra es para disfrutarlo. Ésa es la mentalidad actual, lo que nos han inculcado. La cosa rápida, Internet, las redes sociales… Y tú prefieres vivir en un piso chiquito y tener todos los días para ir un rato a la cafetería y echarte tu foto, llegar en un puente e irte por ahí.

Si la hostelería no pone de su parte, llegará un momento que pierdan la Fiesta de los Patios

P. Eso de las fotografías ocurre mucho ahora: entrar al patio, tirar una foto y salir.

R. Yo he visto caerse gente porque iba grabando con el móvil. Pero bueno: mírelo usted primero, disfrútelo y luego, si algo le gusta, le echa una foto o graba imágenes. No, no, no. Son concepciones distintas…

P. A lo mejor es también por esa vorágine en la que se ha entrado, sobre todo tras la declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, en la que todo es masivo y un poco superficial en el sentido de estar un minuto e irse.

R. Es verdad que yo siempre diferencio dos tipos de turismo en la Fiesta de los Patios. El turismo de masa, el de autobús, que los traen como borregos y tienen que ver la cantidad más grande de patios en el mínimo (tiempo) posible porque luego se tienen que ir. Y luego, las personas que vienen a disfrutar. Es una pena porque el turismo de masas destruye un poco el otro turismo porque, claro, si tú tienes que esperar un colón porque hay dos autobuses para entrar y luego cuando entras, te están metiendo bulla porque tiene que entrar otro autobús más… al final no lo disfrutas. Hay que buscar un poco el equilibrio entre ese tipo de turismo y el que a nosotros realmente nos interesa porque es el que aprecia estas cosas. Yo creo que esto también el tiempo, muchas veces, lo calma y lo soluciona. Cuando salga otra moda, este turismo de masa se irá a otro lado. Pero el cultural, el que lo disfruta, va a seguir viniendo. Se pueden crear modelos de visita y, sobre todo, importa la información. Ahí tenemos un sistema de oficinas turísticas que tienen que funcionar. Es un poco educar a la gente para que sepa cómo tiene que verlo. Y luego, un control bueno de los autobuses para distribuirlos. Tenemos el casco histórico más grande de Europa, pues no los dejes a todos en el mismo lado. Llevamos años diciéndolo y luchando.

P. Porque es verdad que de La Axerquía hacia esta parte (hasta Puerta Plasencia, o Ronda de Marrubial ahora) es como si no hubiera más casco histórico.

R. La muralla romana, eso es el Muro de Berlín. De ahí para abajo le cuesta al turista la misma vida. Pues tráelos aquí y que tengan que ir para allá (zona de la Mezquita Catedral). Es tan fácil como eso. Déjalos que entren por Santiago, por Derecho (la Facultad, en Puerta Nueva), por Trinitarios, por Colón y que vayan para la Judería. Es verdad que eso es complicado porque tendrías que tener a un policía que cogiera a cada autobús y decirle: no, mire usted, va para allá. O multas. Hoy en día que hay cámaras en todos lados, no me digas que no es sencillo saber dónde ha ido. Por supuesto, hay que permitir que entren los autobuses porque muchas veces nos dicen: no, es que a nosotros nos han dicho que por la ciudad no podemos entrar. Pues esas normas habrá que adaptarlas en el tiempo de la Fiesta de los Patios o de lo que surja. Eso también ayudaría a que esto estuviera más despejado, la gente estuviera más dispersa, la experiencia fuera más bonita, la gente conociera la ciudad tan bonita que tenemos. Es que no la conoce la gente, conoce cuatro cosas. Y cuando tú le explicas dice: yo llevo cuatro días y voy a tener que venir otro día porque no he visto ni la mitad. Y si tuviéramos un paquete con toda la provincia, imagínate.

Eso es lo que siempre he pensado que falla. Aquí, como algo funcione… “vamos a explotar eso”. Vamos a distribuir, a mover todo. El Alcázar Viejo, que maravilla, cuánta gente. Pero eso también va en detrimento de la experiencia de la gente porque no quiere hoy en día eso, no quiere esperar colas, aguantar achuchones. Si seguimos manteniendo eso, perdurará algún tiempo pero llegará un momento en que desgaste el resto de la Fiesta. Entonces, tendremos que buscar modelos de distribución para que la gente se expanda por todo el casco histórico y disfrute bien de la Fiesta, que no haya tampoco aglomeraciones y la experiencia sea bonita, explicar a la gente que lo bonito es estar en el patio y no echar una foto… Lo de los selfies los últimos años es mortal. Siempre te tiran una maceta o te rompen algo. Aquí, un día vine y me encontré a veintitantas personas en este rincón (un espacio de unos dos metros cuadrados). Me movieron las sillas…

Los cordobeses no valoramos lo suficiente los Patios

P. Sobre todo, que están en casa de otras personas.

R. A mí no me importa que se echen fotos. ¿Pero el sentido común para qué sirve? Si es que no podéis estar ahí toda esa gente. Luego, como se han puesto los aforos y demás, ahora vivimos en la Gloria. Pero al principio, cuando yo empecé había sábados que tenía que subirme (a la parte alta de la vivienda) a tomarme tres tilas. Porque tampoco quieres ser desagradable ni enfadarte, pero es que llega un momento que le tienes que decir las cosas. A mí no se me ocurre ir a la casa de nadie y empezar a tocar o decir: esta flor me ha gustado, me voy a llevar un pedazo. Si es que eso no es suyo. Primero pida usted permiso, que no se lo voy a dar por supuesto porque si aquí entran, un año normal, 300 o 400 personas a diario y cada una se lleva un esqueje… cuando pasen tres días es que no tengo maceta. Eso cuesta la misma vida. Por eso digo que no es tan fácil abrir un patio, que ya no digo que te den ayuda económica. Es que es todo. Como no lo sientas, es muy difícil abrir un patio.

P. Va a ser hora de terminar. De vuelta al inicio, y sobre el centenario del Concurso de Patios, ¿qué significa participar de la fiesta, sin contar con la Semana Santa, más importante y antigua de la ciudad?

R. Creo que nosotros (los cuidadores), lo que tenemos es un sentimiento de orgullo. Es orgullo de seguir una tradición heredada de nuestros antepasados, de conseguir emocionar a la gente, de que siga manteniéndose una manera de vida. Lógicamente, nadie va a querer vivir como se vivía en el siglo XIX en estas casas. El váter había que compartirlo, en la cocina había que pelearse para coger un hornillo… Como eso nadie quiere vivir, pero sí con el espíritu de convivencia, de compartir, de estar rodeado de naturaleza. Eso es lo que te da alegría. Yo, cuando bajo cada día y veo mis plantas, me siento alegre. Luego tienen mucho trabajo y me enfado, pero pensar que tú estás contribuyendo a que se puedan cumplir cien años de eso… Yo al menos me siento orgulloso. Creo que mis compañeros y compañeras, también.

Luego, pensar que si esto funcionará, se podrían cumplir otros cien, es también muy bonito. No es sólo la herencia que hemos recibido sino dejarla. Y por eso trabajamos y luchamos mucho. Aunque la gente no lo vea desde fuera, yo que lo vivo, sé lo que se esfuerzan, lo que trabajan, lo que pierden. Yo conozco a gente que pide la mitad de las vacaciones para poder abrir su casa, su patio. Eso es muy duro. Eso tienes que sentirlo. Yo me siento muy orgulloso de la gente de los patios y la defenderé aunque no sea presidente o tenga que cerrar el patio por cualquier motivo. Y he tenido conversaciones con gente mayor, que llevaba muchísimos años… Recuerdo la última conversación que tuve con Josefita, de San Juan de Palomares (el número 11, antiguamente el 84), y cómo esa señora, que ya prácticamente no podía respirar y tenía que ir con una bombona, se levantaba para quitar tres hojas secas que veía en un geranio. Para eso tienes que tener muy buen corazón. Ese espíritu de Córdoba es por el que yo lucharé siempre para que no se pierda, el de la generosidad.

A ver, pensar que en un lugar del mundo en el que la casa privada de uno, la intimidad, se hace pública para todo el que quiera venir... que aquí no se le pregunta a nadie de dónde viene, ni cómo piensa ni nada. Que además te dicen lo que les da la gana y te aguantas y ya está. Eso es muy grande, tiene un mérito que todavía muchos cordobeses no saben apreciar. Y deberían porque eso abre muchas puertas. Eso es un valor añadido que tenemos en la ciudad y creo que si entre todos pusiéramos un granito de arena, esto va para delante seguro. Con todas las vicisitudes. Hemos pasado una guerra, una posguerra malísima, una dictadura, partidos políticos de todo tipo y aquí estamos. Yo le deseo otros cien años de felicidad a este centenario que vamos a cumplir ahora.

El turismo de masas en los Patios destruye un poco el del que viene a disfrutar

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