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Pablo López, de Silbón: “Dar el salto a París es la gran ilusión de la empresa”

Pablo López, co-fundador de Silbón | MADERO CUBERO

Alejandra Luque

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Pablo López y Rafael Díaz son dos cordobeses que, allá por 2009, quisieron poner en marcha su sueño. Acostumbrados a trabajar para otras empresas, aunaron su capacidad de gestión y su pasión por la moda para dar vida a Silbón, que toma el nombre de la especie de ave que en una ocasión les llamó la atención durante una visita al zoológico. Su devoción por el tenis queda patente en las dos raquetas que forman parte de la marca.

La empresa cordobesa de moda masculina, ya plenamente asentada en Córdoba, está irrumpiendo con fuerza en el resto de España. De vender en un pequeño cuarto de una vivienda ha pasado a hacerlo en ciudades como Sevilla, Madrid, Valencia o Barcelona. Lejos de crear “supermercados de ropa”, la idea de estos dos cordobeses siempre ha sido la misma: crear una firma de moda.

En su centro logístico, enclavado en el Polígono Chinales, nos recibe Pablo López. Desde diciembre de 2015, la empresa dispone de unas instalaciones en cuyos amplios espacios se respira la esencia Silbón. Reconoce López que es aquí donde lleva a cabo la mayor parte de su trabajo, lo que ha provocado que tanto él como Rafael Díaz estén más alejados de las tiendas. Ahora las responsabilidades son otras, como la de gestionar un equipo de cerca de 50 personas.

Un gran muestrario de antigüedades y un pequeño estudio fotográfico destacan en el centro en el que se realiza la entrevista. Pablo López se sitúa ahora en el foco de la cámara. Mientras se observa en el reflejo, se anuda y se coloca la corbata antes de sentarse para desnudar el trasfondo de Silbón, sus aciertos y sus errores, su presente y su futuro.

PREGUNTA. ¿Aquí es donde nace Silbón día a día?

RESPUESTA. Correcto. Tenemos aquí el núcleo de la empresa, la parte más importante que es la central, al igual que las tiendas, que es donde se produce la venta y donde está el cliente. Pero aquí es donde nace todo el producto, donde surgen las ideas, donde se debate todo y donde se crea el valor de la marca.

P. ¿Cuántas horas al día pasa aquí?

R. Yo intento pasar las menos posibles aunque suene un poco raro siempre que lo digo. Antes de Silbón trabajé para grandes empresas y muchísimas horas. Pero llega un punto en el que no puedes trabajar tantas horas. Aquí suelo estar unas nueve o diez. Es verdad que uno ya, con la edad, sabe ser más productivo y eficaz para optimizar el tiempo. El descanso es clave para que surjan ideas brillantes. En mi caso, las mejores ideas me surgen cuando estoy fuera de aquí.

P. El mejor empresario no es el que pasa más horas en su empresa.

R. Ni el mejor empresario ni el mejor trabajador. De lo que se trata es de que cuando se esté, se aporte. Estar por estar no tiene sentido y llega un momento de saturación. En nuestro sector, que es tan creativo, hace falta tener la mente despejada.

P. Dicen que los silbones son muy ruidosos. ¿Lo está consiguiendo con su marca?

R. Bueno, nosotros cuando empezamos queríamos dejar claro el estilo. Tanto mi socio como yo lo teníamos my claro, y aunque abarca mucha variedad, es verdad que tiene algo que lo diferencia que es ese estilo Silbón y que creemos que ha marcado tendencia, sobre todo en ciudades donde se nos conoce más como Córdoba. Aquí la gente nos tiene bien identificados.

El descanso es clave para que surjan ideas brillantes

P. Desde que empezaran en 2009, ¿la esencia de Silbón se ha mantenido?

R. Creo que mantenemos la esencia, que a su vez se nutre de la ilusión que teníamos en un principio Rafael y yo cuando estábamos los dos solos, y esa misma ilusión la seguimos teniendo con distintas metas y distintos objetivos y se la tratamos de transmitir a todo el equipo humano que nos rodea. Al final, esa ilusión por el proyecto y por hacer las cosas bien se mantiene y es el motivo por el cual a día de hoy las cosas nos van relativamente bien.

P. ¿Es clave esa ilusión?

R. Yo creo que sí, como en todo en la vida. Luego, hay muchas otras cosas detrás que son muy importantes, como la gestión o la capacidad de trabajo. Pero la ilusión es fundamental. Yo mismo, el día que no me levanto ilusionado, no funciono. Se nota muchísimo. Hace poco leí que la mayor parte de nuestra vida estamos trabajando y como tu trabajo sea una tarea que no te guste, estás tirando tu vida. Si esa ilusión la enfocas al trabajo... Sarna con gusto no pica. Trabajamos mucho pero en lo que nos gusta y ahí están los resultados.

P. Pero usted no procedía del mundo textil.

R. Estudié Empresariales en Etea y luego trabajé en Deloitte. Más tarde pasé por los grupos Sánchez Ramade y Montealto y luego ya nos asociamos Rafael y yo y formamos Silbón. Rafael se fue a Madrid y desarrolló su carrera profesional en firmas de moda. Además, los dos nos conocemos desde pequeños porque éramos vecinos y siempre nos ha unido el gusto por la moda. Rafael es la parte más atrevida y yo soy la parte más clásica, como se puede ver. Creo que a mí me viene un poco por mi padre porque mi abuelo paterno fue sastre y, quieras o no, por ahí viene mi gusto por la moda. Y Rafa siempre ha sido un apasionado. Así, su experiencia profesional en empresas del sector le hizo ver que había gente que estaba creando moda. Eso, unido a mi experiencia en gestión de empresas, nos hizo ver que podía ser posible llevar a cabo un proyecto. Y lo intentamos al principio como hobby porque eran tiempos complicados. Era una idea muy incipiente que, teniendo carreras profesionales, era difícil abandonarlas para tirarse sin paracaídas. Al año de estar como hobby y a base de que la gente nos dijera “oye, esto funciona”, llegó un día en que nos los creímos y nos lanzamos. Y hasta hoy. En ese año como hobby estuvimos tanteando el mercado desde la prudencia que hoy día seguimos aplicando al modelo de negocio. La prudencia es una palabra muy importante en esta empresa. Yo siempre digo que hay que seguir avanzando hacia adelante porque puedes dar dos pasos hacia adelante pero que si tienes que dar uno hacia atrás, no te caes. Vamos siempre con pies de plomo y tratando de dar pasos hacia adelante pero seguros. Desde un primer momento lo hicimos así, nos ha funcionado y creemos que es una fórmula interesante.

Rafael es la parte más atrevida y yo soy la parte más clásica

P. Echando la vista atrás, ¿fue atrevido dejar sus trabajos para apostar por algo que no sabían si iba a funcionar a medio plazo?

R. Fíjate, en el momento teníamos una ilusión muy grande pero fue muy atrevido, todo hay que decirlo. La experiencia nos ha hecho ver que el atrevimiento fue muy grande porque el mundo empresarial es muy complicado. Además, en un sector como el nuestro, la competencia es brutal. Tuvimos suerte de entrar en un momento en el que el sector de la moda masculina no estaba tan maduro como lo está hoy y eso nos sirvió para poder adaptarnos, crecer, aprender y recibir muchos palos. La verdad es que sí, que fue atrevido.

P. Ahí radica un poco el espíritu del emprendedor, ¿no?

R. Correcto. Siempre pensábamos que si nos iba mal, buscaríamos trabajo por cuenta ajena, que eso ya lo teníamos. No perdíamos en teoría gran cosa.

P. Y empezáis en verano de 2009 en una pequeña habitación de una casa.

R. En realidad, éramos un grupo de cuatro amigos pero no éramos capaces de ponernos de acuerdo ni en el nombre. Entonces, se rompió la unión y Rafa siguió por su cuenta porque tenía las ideas muy claras. Cuando hace las primeras 10 o 12 americanas, las tenía en su dormitorio y me llamó y me dijo: “Quiero que veas las primeras chaquetas que he hecho”. Fui, me probé la primera y le pregunté que si todavía estaba a tiempo de sacar el proyecto adelante. Pero fuimos los dos solos porque es verdad que la afinidad que tenemos los dos siempre ha sido algo especial.

P. Deciden apostar.

R. Decidimos apostar y ahí fue cuando empezó el año como hobby. De su dormitorio pasamos a un showroom privado, que al fin y al cabo era el piso de mi abuela con el salón pintado y algunos cuadros. Lo vendíamos aquello como que había que ser super mega vip para tener una cita allí (risas). En realidad era que no podíamos atender a todas horas porque teníamos trabajo.

P. Pasaron de confeccionar americanas a jerseis.

R. De las primeras americanas salieron camisas, creo recordar. Luego, algunos jerseis, corbatas, pantalones de vestir, calcetines, zapatos... Poquito a poco fuimos ampliando la gama. Entre semana estábamos en nuestros trabajos y atendíamos el showroom y los fines de semana íbamos a ferias.

Tuvimos suerte de entrar en un momento en el que el sector de la moda masculina no estaba tan maduro como lo está hoy

P. ¿Fue un año intenso?

R. Muy intenso. Ahora tenemos otro tips de responsabilidades que son más grandes que en aquellos tiempos, pero el esfuerzo que se hizo no fue poco. Pero es que nada se consigue sin esfuerzo. Por lo menos es lo que me dice mi experiencia.

P. ¿De dónde procedía todo lo que vendían hasta ese momento?

R. Al principio era todo fabricación en España. Que es verdad que eso lo usábamos como una herramienta de marketing pero también es verdad que en ese momento no podíamos optar a otro fabricante. Por desgracia, el tejido industrial textil español cayó muchísimo en los últimos años y realmente, fabricantes potentes en España hay pocos. Todo nuestro diseño se hace aquí en nuestras instalaciones y el 50% o 60% de la producción es confección española, 30 y algo Portugal y el resto, en países más lejanos.

P. ¿Y en ese año de hobby quiénes eran sus clientes? Familiares, amigos...

R. (Risas) Sí, si. Empezamos así, con amigos y familiares y poco a poco se fue corriendo la voz. Pasamos a compañeros de trabajo... poco a poco se fue abriendo la veda. Pero es verdad que había tan poca ropa que se acababa todo muy rápido y por suerte tuvimos buen tirón. Una de las claves en su momento era el precio porque era muy competitivo. Los precios en aquellos años eran muchísimo más elevados de lo que son ahora. Nosotros, desde aquellos tiempos hasta ahora, los hemos mantenidos o incluso los hemos bajado. Pero ahora no somos tan competitivos. Lo seguimos siendo para la calidad que ofrecemos pero no lo somos tanto porque el resto de marcas se han ajustado muchísimo. Pero bueno, es el mercado y al final es el cliente el que demanda, tanto calidad o precio, y hay que ajustarse. Cuando empezamos nosotros, una cosa curiosa que nos pasó es que la colección de invierno nos llegaba en septiembre u octubre y tú estabas con la misma colección hasta enero o febrero. En Inditex, sin embargo, la renovación que tiene en las tiendas es constante y han acostumbrado al cliente a esa renovación. Esto ha hecho que todos estemos metidos en esa rueda de molino y ahora recibimos mercancías todas las semanas y nos reinventamos para que en las tiendas haya esa oferta.

P. ¿Es complicado seguir el ritmo de las grandes marcas?

R. Es muy complicado porque ellas tienen unos recursos bestiales. Hace pocos tuvimos una visita guiada allí en Inditex y la verdad es que alucinas cuando ves los medios con los que cuentan. Pero bueno, cada uno también tiene su apuesta. La nuestra es la exclusividad y un trato más personalizado; dar al cliente esa atención que tal vez no se da en otras tiendas que son más supermercados de ropa que otra cosa.

Silbón es la exclusividad y un trato más personalizado

P. ¿Silbón es un encuentro con el cliente, que éste no sienta que sólo va a llevarse unos pantalones?

R. Correcto. Nosotros tratamos de dar esa relación de confianza con el cliente. El hombre, a día de hoy, en moda va detrás de la mujer y en la mayoría de los casos necesita asesoramiento. Nosotros tratamos de ser muy proactivos en eso a la hora de ajustar las prendas. No nos gusta que el cliente venga, compre una prenda Silbón y se vaya a la calle. Procuramos que la luzca. Al final, el cliente siempre valora la atención y trabajamos para que la experiencia en Silbón sea positiva; que el cliente se vaya contento y asesorado.

P. ¿Ese asesoramiento que ofrecéis es fruto de la propia necesidad que ustedes mismos habéis echado en falta en algún momento?

R. Claro. La idea de Silbón nace de nuestra experiencia como clientes. Siempre que voy a alguna charla lo cuento. Cuando empecé a trabajar en la auditoría me tenía que vestir de traje y lo primero que hice fue ir con mis padres a El Corte Inglés. Llegar allí, probarte un traje que es un saco y que el dependiente te diga que la americana no se puede tocar porque es así, porque se estropea, porque esto o porque lo otro. Te vas a una tienda más exclusiva y si vas sin tus padres no te saludan o no te dan ese trato. Y dices: “Oye, aquí hay un hueco en el mercado”. Por desgracia, Rafa y yo estamos ahora más lejos de las tiendas y, al final, esa labor tan importante recae en los empleados de tienda, que son a los que tratamos siempre de formar, motivar e incentivar. La palabra que tengo grabada en la cabeza es la de agradar y se lo digo a todos los equipos comerciales. Además, agradar a cualquiera que entre en la tienda: ya vaya a comprar o no; tenga 70 años o 15. Agrádalo. Las ventas llegarán luego solas.

P. ¿Silbón es una marca asequible para todo tipo de público?

R. ¿Para todo tipo de público?

P. Para el cordobés medio.

R. Yo creo que sí. La verdad es que no es una marca barata y ni lo pretendemos porque el producto que ofrecemos tiene calidad. Pero creemos que nuestro precio es asequible para determinadas ocasiones porque, quizás, no todo el mundo se puede vestir de Silbón todo el día. Vendemos un producto que es exclusivo y va acorde al servicio que se da y a su calidad. Y a todo el trabajo que hay detrás porque luego sólo se ve lo que hay en la tienda. Hay muchísimo trabajo de muchísimas personas que no se ve pero que al final son números y esto es un negocio.

P. ¿Para abaratar los precios habría que bajar los costes de producción o distribución?

R. Nosotros no somos amantes de entrar en una guerra de precios. Tenemos nuestros márgenes estipulados y creemos que son razonables. Aunque es verdad que con el tiempo optamos a fabricantes mejores y con mayor capacidad. Nuestro volumen de producción aumenta y por economías de escala eso nos permite bajar el precio a determinados productos; abrir y sacar dos gamas, por ejemplo. No somos tontos; sabemos que el sector ha madurado mucho, lo va a seguir haciendo y esa maduración es más competencia y nos va a hacer mejorar. Al final, vamos a seguir el camino de la moda femenina.

La idea de Silbón nace de nuestra experiencia como clientes

P. ¿Cuál es el punto de inflexión en el que deciden pasar el hobby al primer punto de venta?

R. Vino un poco apoyado por la demanda latente que teníamos en Córdoba. Llegó un punto en el que, haciendo numeritos, nos lo creímos y conseguimos una financiación. Durante ese primer año, todos los beneficios que obteníamos se iban reinvirtiendo en la marca y ampliando cada vez más las colecciones. Pero aún así, Rafael y yo no teníamos dinero ahorrado ni alguien detrás que nos respaldara. Y abrir una tienda de nuestro estilo no es fácil porque todo tiene que acompañar al producto. Así que a través del Centro Andaluz de Desarrollo Empresarial (CADE) conseguimos una financiación, que ya la hemos devuelto, y fue cuando dijimos que si no era en aquel momento no iba a ser nunca. Los trenes también en la vida pasan. La verdad es que estamos muy contentos de haberlo hecho. Al final, hay muchas veces en la vida en que uno dice: “Macho, tuve la ocasión de intentarlo y no lo hice”. La vida hay que jugarla.

P. ¿Se llegaron a plantear acudir a alguna aceleradora de empresas?

R. No llegamos a plantearlo pero sí que es verdad que tras la experiencia de trabajar tantos años por cuenta ajena, teníamos ganas de hacer las cosas a nuestra manera. Con prudencia siempre, pero es que teníamos el proyecto bastante ideado para intentarlo nosotros mismos.

P. Eran aprendices del emprendimiento.

R. Sí, pero es verdad que las dos experiencias profesionales nuestras jugaban muy bien con el proyecto que se iba a sacar. Hay mucha gente que me pregunta: “¿Si hubieses montado el proyecto recién salido de la carrera, habría funcionado o no?”. Yo digo que no porque salimos muy verdes y yo estoy muy contento por cómo he enfocado mi carrera profesional, aprendiendo de lo bueno y de lo malo en grandes empresas. Lo bueno para repetirlo y lo malo, para no (risas). Pero el proyecto ha funcionado, aunque con sus problemas y baches. Ha habido momentos de dudas, pero los hemos ido superando y hemos sido capaces de levantarnos. Al final, esa ilusión y esas ganas de hacer las cosas son las que nos han permitido seguir, pasar los baches, disfrutar el momento y marcarnos metas ambiciosas. Porque nos gustan los retos.

P. ¿A pesar de los baches, han dudado de la viabilidad de Silbón en algún momento?

R. La ilusión ha sido más fuerte. Hubo un momento muy malo en 2013 cuando se dieron una serie de casuísticas que hicieron que empezaran a salir las cosas mal: te equivocas en una colección, te equivocas en un negocio que emprendes y empiezan a no salir los números. Y cuando eso pasa... Pero siempre, gracias a esa prudencia de la que te hablaba, nos hemos salvado. A posteriori dices: “Macho, si ese año hubiéramos dado tres pasos en vez de dos, nos habríamos caído y no nos habría sujetado nadie”.

La palabra que tengo grabada en la cabeza es la de agradar

P. Habla mucho de la prudencia pero desde las administraciones existe como una obsesión por el emprendimiento.

R. Yo veo muy temerario que se emprenda nada mas salir de la carrera. También es verdad que cada persona es un mundo y hay gente con mucha capacidad. No tienes tanto que trabajar por cuenta ajena como sí estudiar mucho el proyecto antes de empezarlo. Es fundamental estudiar todos los factores y no puede haber prisas a la hora de embarcarte en un proyecto porque, al fin y al cabo, si se tuerce, de los problemas es muy complicado salir y puede que se convierta en algo que te persiga durante toda la vida. Una cosa en la que yo hago mucho hincapié es que al principio, a la hora de desarrollar un proyecto, la gente tiende a asociarse con todo el mundo y la empresa, al fin y al cabo, es como un matrimonio.

P. Y cuanta más gente haya...

R. Correcto. El tema de las sociedades es muy complicado. En las escuelas de negocios se hace poco hincapié en esto pero es una parte que luego te marca el futuro.

P. A la complejidad de asociarse le sumamos el cansancio de la excesiva burocratización. La presidenta de la Asociación de Jóvenes Empresarios, Marisol Chacón, comentaba a este periódico que ése es uno de los hándicap a la hora de emprender.

R. A nosotros nos ha pasado. Pero es verdad que cuando tienes esa ilusión tan fuerte te pegas 40 veces contra una puerta y hasta que no la abres, no paras. Pero es verdad que cansa. Nosotros, a día de hoy somos una empresa con ciertos recursos y con una facilidad para todo... Pero en un principio es muy complicado. También es verdad que hay desinformación e instituciones que ayudan, como el CADE. Pero también está la gente que no se informa y ante una barrera, lo primero que dice es: “No, es muy difícil crear una empresa” o “aquí no hay ayudas de ningún tipo”. Oye, pues sí que hay y posiblemente tendría que haber más. Pero alguna hay y a nosotros nos ha servido. Silbón es una prueba real y nosotros somos de carne y hueso. Que la gente luche y pelee por ver todas las opciones que hay.

P. Son personas jóvenes. ¿El factor generacional es clave para el emprendimiento de hoy?

R. Por edad no te diría yo. La edad creo que es un estigma. Depende más de la persona y de la mentalidad de esa persona. Tú puedes ser una persona con veintitantos años desconectada del mundo o una persona con 50 o 60 años capaz de aprovecharse de todas las facilidades que hoy tenemos, como puede ser Internet.

Nuestro precio es asequible para determinadas ocasiones

P. ¿Silbón vino a satisfacer una necesidad o a crearla?

R. Veníamos a satisfacer. No, a crearla no (risas). Por desgracia no damos para tanto. Pero es verdad que hay dos tipos de negocios: el que crea la necesidad, el que hace un invento brillante, y el que no. Y a veces caemos en el error de pensar que solamente puedes emprender cuando tienes una idea brillante como crear la Coca Cola o un nuevo Iphone. Pero en el mundo actual está todo inventado y hay muchas oportunidades de negocio. De lo que se trata es de mejorar de alguna manera la oferta que ya hay. Y nosotros pensamos así.

P. Pero llegasteis en un momento, 2009-2010, en el que el consumo ya estaba bajando.

R. Sí, en 2009 la crisis ya había explotado, pero todavía no fue tanto el bache. Fue en 2012-2013 cuando nosotros lo sufrimos realmente. Para nosotros, en 2009 había cierta alegría.

P. También luchan contra empresas de ropa low cost, que ofrecen ropa de cierta calidad a un precio mucho menor.

R. Eso hace daño pero nosotros tenemos claro nuestro nicho de mercado y, al final, es un hombre que se preocupa mucho por su imagen, que le gusta ir a la moda y los productos de cierta calidad. Gracias a Dios el mundo es muy amplio y hay para todos. Nos hemos centrado en un línea muy fina porque tenemos un cliente bastante estereotipado. Vamos a un hombre de un abanico de edad donde nos sentimos cómodos y fuera de ese ataque de esas firmas low cost.

P. Visten desde gente joven hasta personas más adultas.

R. Al final la edad está en la cabeza de cada uno. Con nuestra ropa transmitimos nuestra alegría, el querer verse bien, esa ilusión por sentirse a gusto contigo mismo y querer ser diferente al resto. Creemos que todo el que está en esa onda, en nuestras tiendas la puede encontrar. Ya sean chavales jóvenes, que cada vez entran más en las tiendas, hasta gente más mayor. Y ahí teníamos el hándicap de las tallas porque desde primera hora nos centramos en un determinado tipo de hombre y eso nos ha lastrado un poco porque hombres más corpulentos no terminaban de entrar en las tiendas porque no había talla para ellos. Ahora estamos luchando contra eso y estamos haciendo tallas cada vez más grandes. Estamos tratando de ponerle solución porque es una demanda de los clientes y nos la trasladan los encargados de tienda. Es vital escuchar al cliente. Una parte fundamental de la creación del producto es la información que recibimos de las tiendas y de las estadísticas de ventas. Nosotros tenemos nuestro estilo, hacemos nuestra moda, pero al final tenemos que vender y tenemos que cubrir lo que la gente demanda.

Silbón vino a satisfacer una necesidad

P. ¿Caló Silbón desde que llegó a Gran Capitán?

R. Yo creo que sí. Gran Capitán fue un salto importante. Nosotros empezamos en Alfonso XIII y de ahí pasamos a la calle Cabrera cuando se peatonalizó Cruz Conde, que parecía que aquello iba a ser un boom. Y después salió la oportunidad de irnos a Gran Capitán y la verdad es que nos dio un impulso enorme. La gente nos decía que no era muy comercial esa zona, pero estaba El Corte Inglés. Nosotros vivimos mucho del profesional y si tenemos un cliente recurrente son los abogados o los médicos; clientes que por su profesión tienen que mantener cierta imagen. Entonces, la zona en la que estamos es muy visible y accesible. Tiene tráfico rodado que puede parecer una pega pero mucha gente a día de hoy va con muchísima prisa, aparca la moto, coge la prenda y se va. Sin embargo, si estuviéramos en la calle Gondomar o ahí en San Nicolás... A las mujeres os gusta más ir de tiendas que al hombre, eso es una realidad, aunque suene machista. A las mujeres os gusta hacer más el circuito y el hombre es más directo. A día de hoy, más del 50% de nuestros clientes es mujer que le compra la ropa a su marido porque al hombre no le gusta ir de tiendas.

P. ¿Y Silbón puede levantar al hombre ese gusto por ir de compras?

R. Yo creo que sí. Luego, también se están rompiendo más estereotipos. Antes parecía que el hombre que se cuidaba no era muy hombre. Por suerte, esas cosas ya se están quedando en el pasado. Ya el hombre pierde ese miedo a decir: “Voy yo y voy a elegir yo”. Hay muchos que vienen, se visten como a ellos les gusta y luego van a casa y lo acaban devolviendo (risas). Pero bueno, poco a poco lo vamos consiguiendo.

P. ¿Tienen a día de hoy competidores directos?

R. Sí, sí. Nosotros competimos con todo el mundo porque, al final, nuestro cliente puede comprar tanto en las grandes superficies como marcas específicas como El Ganso o Scalpers.

P. Y han querido extenderse por España.

R. Desde primera hora no queríamos crear una tienda de ropa, sino una firma de moda; vivir a medio o largo plazo de ella y marcando nosotros las pautas de crecimiento. Las dos primeras tiendas, que son las dos franquicias que tenemos, fueron las de Tenerife y Sevilla. Tenerife viene de la mano del primo de un amigo íntimo nuestro que viajó a Córdoba, vio la tienda y quiso replicarla en Tenerife. Y nosotros no teníamos medio para darle soporte. A día de hoy esa persona es socio de la firma tras invertir en una serie de tiendas. Se ha roto esa bicefalia, pero que también es bueno en el mundo de los negocios porque el fifty-fifty...

No queríamos crear una tienda de ropa, sino una firma de moda

P. Complica la toma de decisiones.

R. Claro. Rafa y yo tenemos la suerte de que nos entendemos y nos llevamos muy bien pero el fifty-fifty es muy complicado porque en los momentos malos siempre es buena una tercera opinión. En Sevilla, compañeros de Deloitte fueron los que pusieron en marcha la tienda. En ese momento fue cuando decidimos empezar a abrir por España.

P. ¿Y el extranjero?

R. Es el reto que tenemos este año. Me acuesto y me levanto todos los días pensando en el extranjero. Y en París, que es la gran ilusión de la empresa. De dar el salto este año. Creemos que es el sitio ideal para lanzarnos y queremos formar el triángulo San Sebastián-Santiago-París. También queremos entrar en el mercado online francés que está muy a mano. Creemos que tenemos un producto de calidad para el mercado tan exigente que es el de París. El precio nuestro, además, es muy competitivo allí. Va a ser difícil porque es un reto importante pero creemos que lo podemos conseguir.

P. A pesar de esa internacionalización, ¿la apuesta por mantener este centro logístico en Córdoba sigue firme?

R. En Córdoba se vive muy bien, ¿eh? (Risas). Tenemos un AVE magnífico que nos lleva a todos lados y aeropuertos cercanos. Es una idea que ni siquiera nos planteamos. Hoy día, con las tecnologías es todo mucho más fácil y con Internet, los datos vuelan al segundo. No es necesario trasladarse y nosotros estamos comodísimos aquí. Es donde tenemos nuestra vida y somos cordobeses. Nos gusta que la empresa se reconozca como cordobesa. No sé si en un futuro la cosa cambiará, pero a día de hoy, no. Somos cordobeses de pro (risas). Y nos gusta incidir en eso porque hay gente que las firmas tienen que ser de Madrid o de Sevilla. Hay mucha gente que se piensa que somos sevillanos. Sevilla pesa mucho en Andalucía y los estilos cordobés y sevillano son bastantes parecidos. A mí Sevilla me gusta mucho a pesar de la rivalidad que parece que hay. No nos molesta porque, al fin y al cabo, Sevilla es la capital. Pero dejamos claro que somos cordobeses y Córdoba la defendemos a muerte.

P. Los últimos datos publicados señalan que 2016 lo cerraron con una facturacion de más de cuatro millones de euros, un 39% mas que en 2015. ¿Es fruto del trabajo bien hecho?

R. Pues sí. Es fruto de haber acertado más que de habernos equivocado. También hemos tenido errores pero es fruto de haber tomado decisiones bastante acertadas. Es fruto de un trabajo de todo un equipo.

P. Si uno de los puntos fuertes de Silbón es ese trato cercano, entiendo que el mayor número de ventas se produce en las tiendas físicas.

R. El mundo está cambiando muchísimo y la tienda online, que era un escaparate hasta hace poco, a día de hoy es la tienda que más vende, pero no en la que más vendemos nosotros. Es un mercado en el cual estamos creciendo este año al 160 o 170% cuando la media de crecimiento en las tiendas físicas está en torno al 30%. Con lo cual, si esto sigue así, en online venderemos más que en tiendas físicas. Pero el on y el off se tienen que complementar entre ellos. Nunca sustituir. Realmente, nosotros donde más vendemos de manera online es en los lugares donde hay tienda física. Al cliente le gusta sentir que tiene a alguien cerca a quien poder acudir para una devolución o para un cambio de talla. Esa gente, al final, pasa por la tienda, palpa la ropa y luego compra online. Son cosas que tienen que ir de la mano. Sí es verdad que el mundo online te permite un crecimiento más rápido que antiguamente. Eso es indiscutible. Y nos permite también no tener una red de tiendas muy amplia. Tenemos 15 tiendas y apostamos por estar en grandes capitales de provincia.

Algún día los vestiremos [a los jugadores del Córdoba]

P. Junto al aspecto meramente empresarial, Silbón también apuesta por la responsabilidad social corporativa. ¿Vestir al tenista Cisco García, por ejemplo, es más una apuesta social que una apuesta empresarial?

R. No es exactamente responsabilidad social porque, al final, Cisco es un deportista de nivel. Es verdad que tiene una discapacidad por un accidente que ha tenido, pero él es un deportista. Al final, lo de Cisco García y Daniel Caverszaschi son patrocinios deportivos de los cuales nos sentimos muy orgullosos porque todo el mundo quiere patrocinar siempre a la imagen perfecta. Y nosotros apostamos con gente sencilla, que tiene unos valores con los cuales nos sentimos muy identificados.

P. ¿Comulgáis mucho con los valores de la Real Sociedad?

R. Sí (risas). Nos ha preguntado mucha gente que por qué la Real y no el Córdoba. La Real fue una propuesta que nos vino, fuimos allí y conocimos un club que tiene unos valores que nos sorprendieron. Cuida la cantera como nadie y apuesta por la gente local. Salvo el equipo de Primera División y el segundo, los jugadores del resto de categorías están obligados a jugar el 50% de los minutos; cada chaval que fichan tiene que estar un mínimo de dos años con esa oportunidad... Desde primera hora nos dieron una cercanía y un trato... Que de verdad que te sorprende porque el fútbol es un mundo que está muy endiosado. Con el Córdoba es verdad que ha habido acercamientos pero nunca nos hemos llegado a poner de acuerdo. Fíjate que con la Real nos sentamos y en dos minutos nos entendimos.

P. Había predisposición también.

R. Claro. Y también es verdad que a nosotros nos interesa muchísimo ese patrocinio en el País Vasco, un lugar donde se nos conoce menos y donde acabamos de abrir dos tiendas: en Bilbao y en San Sebastián. Tiene más sentido para la empresa hacerlo allí que aquí. Pero te puedo asegurar que no todo es culpa nuestra. Pero algún día los vestiremos.

P. ¿Le gusta más hablar de objetivos o ambiciones?

R. Me gusta más la palabra objetivo.

P. ¿La línea femenina de Silbón es su siguiente objetivo?

R. Ahora mismo, no. Fíjate que nosotros llegamos a vender una línea de mujer al principio y es uno de los ejemplos que pongo yo como fracaso. Pero no encajó. El precio al que nosotros lo podíamos vender era elevado y con la fuerte competencia que había... No podíamos competir contra Zara o Mango. Y tuvimos que tirar la toalla. Aparte, Rafael y yo entendemos de moda masculina y no teníamos ni tenemos a esa persona en moda femenina. Quizás otro mercado a explorar será en niño. Silbón Kids. Lo estamos estudiando y espero que no tardemos en sacarlo porque nos lo piden mucho. Creemos que hay un espacio en el mercado.

Somos cordobeses de pro

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