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ENTREVISTA N&B
García Parody: “La izquierda cordobesa debe reflexionar sobre su pérdida de poder”

Entrevista a Manuel García Parody

Aristóteles Moreno

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Un historiador no se jubila nunca. Y para muestra, Manuel García Parody. Desde que abandonó las aulas, no ha parado de dar a luz libros de historia, a cada cual más sugerente. Ahora está a punto de publicar para Almuzara un compendio de mitos, leyendas y patrañas sobre las que se asienta la identidad de España. Ahí es nada. Y cada semana transporta a los oyentes de la Cadena Ser a un rincón del sorprendente callejero histórico de Córdoba.

Hijo de militar, nació en La Línea de la Concepción, aunque pronto se instaló en Sevilla. A Córdoba llegó con 15 años. Y la ciudad de la Mezquita lo cautivó desde el primer instante. “Me sentí muy atraído. Sevilla es más expansiva y más abierta aparentemente. Mientras que Córdoba es más cerrada y más metida en sí misma”. Y agrega: “Si uno es capaz de comprender lo que es esta ciudad, termina sintiéndose subyugado por ella”.

PREGUNTA. ¿Y qué es esta ciudad?

RESPUESTA. Es una ciudad complicada. Lo primero es que es una ciudad con un pasado histórico excepcional. Pocas ciudades hay en el mundo con ese pasado histórico. Ya lo decía Arnold Toynbee cuando calificaba a Córdoba como una de las ciudades de destino. Porque es difícil encontrar una ciudad que haya sido tan importante en la época romana, en la época andalusí y también en el medievo. Y que haya dado tantos hijos ilustres, aunque muchos no han sido suficientemente reconocidos. Y es una ciudad de una extraordinaria belleza. Pero una belleza hacia dentro. El alma de Córdoba es compleja. Pero, si uno es capaz de acceder a ella, es algo de lo que no se puede uno sustraer.

Pocas ciudades hay en el mundo con el pasado histórico de Córdoba

Aunque se inclinaba por las Lenguas Clásicas, acabó matriculándose en Historia en la Universidad de Sevilla. “Y no me arrepiento”, asegura sentado en un bar de la Ribera. Su objetivo era continuar trabajando en el ámbito universitario y, de hecho, se desempeñó como ayudante en la institución hispalense. Pero las condiciones de trabajo de aquellos años eran deprimentes. Aún se acuerda de la escuálida nómina que le llegaba cada fin de mes: 1.833 pesetas. Ocho veces menos de lo que un profesor ganaba entonces en la enseñanza media. Resultado: dijo adiós a la Universidad.

Tampoco se arrepiente de haber construido su vida profesional y académica en la enseñanza media. “Me he sentido muy bien allí, sobre todo en los primeros años”, declara. Entonces, el alumnado era muy receptivo. El franquismo agonizaba y la transición abría nuevos horizontes a las jóvenes generaciones ávidas de comprender qué era una dictadura y qué nos deparaba la democracia. “El alumnado tenía un interés por la asignatura que luego se fue perdiendo a medida que se consolida la democracia”, explica. Es autor de 25 libros, media docena de ellos manuales de historia.

P. Prepara un libro sobre mitos, leyendas y patrañas de España. ¿Qué sería de las naciones sin sus mitos?

R. Los mitos son necesarios. Roma no se explicaría sin los mitos que hablan de su origen. Rómulo y Remo, y la Loba Capitolina. Ahora bien: una cosa es el mito que contribuye a crear la fortaleza de un pueblo y otra es que ese mito lo queramos convertir en realidad. Ahí es donde ya nos equivocamos. España está también llena de mitos. Y hay uno que todavía se mantiene como si fuera una realidad. Me refiero al caso del Apóstol Santiago. ¿Qué es lo que dice? Que un buen día un ermitaño ve unas luces extrañas, se lo comunica al obispo y se descubre un sepulcro. Automáticamente se dijo que era el sepulcro de Santiago Apóstol. Sin más explicación. Y ahí tenemos a un santo que es nuestro patrón.

Años más tarde hay una supuesta batalla, la de Clavijo, donde aparece Santiago subido a un caballo blanco para combatir a la morisma. Y, como ganaron la batalla, Santiago se convierte también en el santo “matamoros”. Y en santo protector de toda España. Eso son mitos que, desde luego, no son verdad. A mí lo que me sorprende no es el mito. Uno va a Roma y se puede encontrar esculturas de la Loba Capitolina, pero que yo sepa no se celebra todos los años un acto litúrgico a su alrededor. En España sí. Y todos los años tiene lugar la ofrenda del Apóstol Santiago, donde acuden las primeras autoridades del Estado a rendir pleitesía.

Es una vergüenza que 4.000 fusilados cordobeses aún descansen en fosas comunes

P. O sea, que construimos nuestra historia sobre ‘fakes’.

R. Efectivamente. La historia está llena de ‘fakes’. De falsedades que continuamente se están repitiendo. Una de ellas es el Apóstol Santiago.

P. Y la Reconquista es el mito fundacional de España.

R. Claro. Pero ahí es donde entra el error de lo que es la concepción de España, que es mucho más que la lucha entre moros y cristianos. La Reconquista nos la definían como la larga guerra que los cristianos mantuvieron contra los moros. No fue larga, porque apenas hubo combate. El avance de los reinos cristianos no era por conquistas militares, sino por repoblación de zonas que estaban vacías. Donde sí hay conquistas territoriales es a partir del siglo XI. La conquista de Toledo fue en el año 1085 y la del Valle del Guadalquivir en el siglo XIII. ¿Y por qué Reconquista? Porque se entiende que los reyes astures, leoneses, castellanos y castellano-leoneses están recuperando un territorio que habían perdido. ¿Qué se le había perdido a Fernando III cuando en 1236 llega a Córdoba? Absolutamente nada. Esto ha dado lugar a una tergiversación que todavía está causando problemas y es la identificación entre lo español con lo castellano y lo cristiano.

Yo le preguntaba a mis alumnos el primer día de clase la siguiente cuestión: ¿Quién construyó la Mezquita de Córdoba? La mayoría me decía que los moros. Y yo les decía que los que la construyeron eran cordobeses como nosotros. Y que da la casualidad de que no eran ni cristianos ni castellanos. Vamos a empezar a entender que España no es solo lo cristiano y lo castellano sino que es una pluralidad compleja donde lo cristiano es un elemento importantísimo. No podemos olvidar las raíces judías ni que durante ocho siglos en buena parte del territorio se rezaba a Alá en las mezquitas. Y que todo eso ha dejado una huella.

P. ¿Y lo hemos aprendido ya?

R. Yo creo que no. Los políticos más conservadores siguen todavía defendiendo esa idea de España basada en la Reconquista. Cuando el partido de extrema derecha Vox se presenta por primera vez a las elecciones, el acto lo celebró en Covadonga, donde había un letrero que decía “aquí nació España”. O sea, que España solo ha existido desde el año 718, que es cuando tuvo lugar un hecho que tampoco está demostrado que realmente ocurriera. Lo más probable es que Covadonga no dejara de ser un incidente de poca importancia desde el punto de vista militar. ¿Cómo es posible que se diga todavía que aquí fue donde nació España?

P. ¿Y dónde y cuándo empieza España?

R. El concepto de España existe desde tiempos inmemoriales. Por ejemplo, con Isidoro de Sevilla. Y estamos hablando ya del siglo VI en plena época visigoda. España es un concepto, no una realidad política. Ni siquiera es una realidad cultural única. España es fundamentalmente la Península Ibérica y nunca estuvo unida, incluso en la época de los romanos. La Península Ibérica se subdividió en varias provincias y los visigodos solo al final llegaron a reinar sobre toda la Península, dicho entre comillas.

Cataluña era un condado con personalidad propia, pero que formaba parte de ese concepto superior que era España. ¿Cuándo ese concepto se convierte en una realidad política? Eso no ocurre con los Reyes Católicos. Los Reyes Católicos no unen a España. Unen dos coronas. Las leyes, las instituciones, las lenguas, las tradiciones y las culturas eran diferentes en los dos grandes reinos que constituían la monarquía católica. Y con los Habsburgo ya hay un rey único: Carlos V. Esos reinos hispanos formaban parte de una multinacional que era el imperio de Carlos V. América era una prolongación de Castilla. España no existe. De hecho, ningún rey se titula de manera oficial rey de España. Si uno lee un documento de Felipe II, el título es rey de Castilla y León y de una retahíla de reinos hasta terminar con el título de señor de Molina y Vizcaya. ¿Cuándo España se considera una entidad unitaria desde el punto de vista político? Con los Borbones, que acaban con la singularidad de los reinos que habían configurado la monarquía hispánica y Felipe V impone lo castellano con los decretos de Nueva Planta.

La historia de España está llena de 'fakes'

P. ¿Y cuándo nace como nación?

R. La nación ya es un concepto que va ligado a los movimientos liberales. La primera vez que España se define como nación es en las Cortes de Cádiz. Y hay una definición preciosa cuando dice que España es la nación de los dos hemisferios. Con una observación para los españoles: que debíamos ser justos y benéficos. La Constitución gaditana fue extraordinaria. Ejemplar.

P. Hace un mes leí un titular en la prensa que decía que la Edad Media había entrado en campaña.

R. Se busca en la Edad Media las raíces de los nacionalismos periféricos. Buena parte del nacionalismo catalán, por ejemplo, quiere hundir sus raíces en los primeros condes independientes de Cataluña, como el famoso Wilfredo el Velloso, o en las instituciones que los condados catalanes tuvieron en el medievo. Por ejemplo, la Generalitat es una institución medieval, que persistió hasta que la suprimieron los Borbones.

Y hay una historiografía conservadora del nacionalismo carpetovetónico que todavía sigue hablando de que la esencia de España es la Reconquista contra la morisma. Yo estoy un poco fuera de esas creencias. En la Edad Media se van formando los reinos, pero las cosas no eran tan blancas y negras como se nos ha contado. Por ejemplo, Fernando III fue un hombre mucho más tolerante de lo que cualquiera podría pensar. No hay una persecución a la minoría que se queda. Eso sí: se obliga a que se marchen de la ciudad. Los judíos continuaron viviendo en Córdoba y la población mudéjar siguió en la periferia de la ciudad. Es decir, la persecución hacia las minorías es algo que va a venir después.

P. La nación excluyente empieza con la conquista de Granada, la expulsión de los judíos y la conversión de los musulmanes.

R. Ya se habían dado algunos síntomas anteriores. Hay una corriente, sobre todo fuera de España, que habla de los españoles como un pueblo intolerante. Aquí se habla de la expulsión de los judíos y de los musulmanes, y de la Inquisición, pero esto es algo que se dio en toda Europa. No se hace mucha incidencia en que en la corte de Alfonso VI, el conquistador de Toledo, convivían cristianos, judíos y musulmanes. Y está, por ejemplo, la magnífica Escuela de Traductores de Toledo de Alfonso X. Pero poco a poco, por desgracia, la intolerancia se va imponiendo y son los Reyes Católicos los que la culminan.

P. Hay un libro del arabista Serafín Fanjul que se titula ‘Al Andalus contra España’. No salimos del nacionalcatolicismo.

R. No coincido con Serafín Fanjul, que, por otro lado, es un excelente historiador académico de la Real Academia de la Historia. España no se puede entender sin el cristianismo y no se puede entender sin Castilla. Pero es mucho más. Yo le hacía también otra pregunta a mis alumnos. ¿Creéis que el catalán es una lengua española? Y la inmensa mayoría me decía que no. Que la única lengua española es el español o el castellano. Y les decía: si tú excluyes como española una lengua como el catalán automáticamente estás excluyendo de la nación española a una parte del territorio de España. Es decir, que están los separatistas y los separadores.

España no es solo lo cristiano y lo castellano

P. ¿Y quiénes prevalecen?

R. Por desgracia, hay de los dos.

P. ¿Por qué esa obsesión histórica de expulsar a musulmanes y judíos de la identidad española?

R. Porque se quiere construir la realidad española sobre una base que no es real. Lo que sí es verdad es que supuso una merma muy importante para nuestra realidad. Y es que los Reyes Católicos no crean el Estado pero sí crean la monarquía, en este caso la diarquía. Los Reyes Católicos llevan a cabo la unidad religiosa de España sobre la base del cristianismo por razones políticas. Se encuentran con una Castilla que estaba echada unos zorros. Estaba casi destruida por continuas guerras civiles internas donde la nobleza está continuamente queriéndose imponer sobre la Corona. Y lo que hacen es culminar un proceso de modernización de la Corona y que todo quede supeditado a ella. Es decir, crear un Estado autoritario. Y un instrumento que van a utilizar es convertir a la religión en parte del Estado. De hecho, los Reyes Católicos son los que crean el nacionalcatolicismo.

P. El catolicismo no se pone en duda en ninguna Constitución del XIX hasta la de 1931.

R. Hay una Constitución donde sí se recoge la libertad de religión, que es la de 1869. Pero cuando se debate cómo se va a relacionar el Estado con aquella religión pues se acuerda que subvencione el culto y el clero. Eso significa que yo puedo ser protestante o budista y no me van a meter en la cárcel ni me van a quitar la nacionalidad española. Hay libertad religiosa pero el Estado sigue todavía hipotecado en su relación con la Iglesia. Donde verdaderamente se impone un modelo laico es en la República de 1931.

P. Y acaba a bombazos.

R. Claro. La Iglesia no estaba dispuesta a ceder ni el más mínimo de sus privilegios. Sobre todo, los privilegios económicos. Y se convierte en uno de los grandes adalides contra la República. Y ya sabemos que la inmensa mayoría de la jerarquía eclesiástica va a apoyar el golpe de Estado.

P. Y estamos en 2023 y aún no hemos resuelto la cuestión religiosa.

R. No. Sigue sin resolverse. Por ejemplo, el otro día a mí me dejó estupefacto que apareciera Bolaños, el ministro de la Presidencia, diciendo que ya por fin hemos conseguido que la Iglesia pierda sus privilegios fiscales. ¿Qué privilegios fiscales ha perdido la Iglesia? ¿Que ahora va a tener que pagar el impuesto para obras que se realicen en su centro? Y sigue con una cantidad de exenciones fiscales y con una importante aportación vía presupuestos generales del Estado para su mantenimiento. Esto hace que la iglesia tenga una influencia tremenda.

Hay una historiografía del nacionalismo carpetovetónico que dice que la esencia de España es la Reconquista

P. ¿Por qué el Gobierno más progresista de la historia es incapaz de poner freno a los privilegios de la Iglesia?

R. Yo no me lo explico. No se trata de perseguir a la Iglesia, que debe tener la libertad que cualquier otra institución. Ahora bien: que el Estado esté en muchos momentos plegado a lo que diga la autoridad eclesiástica es algo que a mí me asombra. Evidentemente no estamos en la misma situación que en el Concordato de 1953, pero se le parece mucho. Durante el franquismo la religión y el Estado se confundían. Por ejemplo, un obispo tenía derecho a ser diputado en las Cortes franquistas. Y se le rendían honores militares como si fuera una autoridad militar o civil. La Constitución española ya ha eliminado el carácter de religión de Estado a la religión católica, aunque admite un trato especial. Yo no sé por qué no se da el paso siguiente que es denunciar esos acuerdos con la Santa Sede y eliminar privilegios que están fuera de lugar.

P. ¿Se explica como historiador que dos de los pilares fundamentales del Antiguo Régimen hayan sobrevivido en el tercer milenio con ese vigor y esa influencia política y social?

R. Aquí nadie se ha atrevido a dar el paso que se dio en la Francia de finales del XIX de constituir el Estado laico. Vas a Francia y ves que la Catedral de París no es del Obispado. Es del Estado. Pero en España todavía no hemos marcado esa diferencia entre la esfera religiosa y la civil. El tema de la monarquía es muy complejo. Aquí se aprueba la Constitución de 1978 y se da ya por hecho que España es una monarquía. Para mí, quien ha fallado han sido los titulares de la monarquía. El comportamiento del rey emérito Juan Carlos I es de escasa ejemplaridad en todos los sentidos.

P. Por cierto, hay una cruzada contra la Mezquita de Córdoba.

R. A mí me deja patidifuso que ante esa cruzada haya el silencio que se está produciendo. Todos hemos leído lo que se ha publicado en Cordópolis del intento de acabar con el reduccionismo cultural de la Córdoba islámica. Cuando lo leí se me movieron todos los músculos. Eso es querer negar la historia. La Mezquita es el símbolo de Al Andalus y una parte esencial de la realidad histórica de España. ¿Cómo podemos construir la historia de España sin el elemento andalusí? Al Andalus es una suma de culturas que confluyeron aquí y dieron pie a lo que, en mi opinión, es la etapa más gloriosa de la historia de España.

Pretender reducir ese elemento cultural es atentar contra la historia. Y a mí lo que me llama la atención es que la ciudad esté callada. Yo todavía no he oído pronunciamiento alguno de la clase política ni de las instituciones culturales o educativas, que algo tendrían que decir.

P. ¿Está la administración pública dimitiendo de sus obligaciones de tutela y protección del patrimonio histórico?

R. Estoy convencido de ello. Yo he estado leyendo el texto que presenta el Obispado de Córdoba en el registro civil para justificar la inmatriculación de la Mezquita. Y habla de que la consagración que lleva a cabo el obispo en 1236 de colocar unas cenizas y trazar la cruz fue la expresión litúrgica y canónica de la toma de posesión por parte de la Iglesia. Y más adelante dice que con ello se convierte en templo cristiano. Consagrar para el culto católico un espacio determinado no significa que se transfiera la propiedad. Hay una colección de diplomas del reinado de Fernando III que publicó el profesor de Historia Medieval Julio González donde se habla de una serie de donaciones de la Corona al Obispado de Córdoba y en ningún momento se menciona la Mezquita Aljama ni las otras que hoy llamamos iglesias fernandinas.

En las grandes intervenciones en la Mezquita la decisión final es de la Corona. La más conocida de todas es cuando se construye el crucero, que es una real provisión hecha en Loja donde se pone término a la polémica entre el obispo Manrique y el corregidor Luis de la Cerda. No es decisión del obispo. Es una decisión del rey.

En España están los separatistas, pero también los separadores

P. ¿Usted cree que las inmatriculaciones es otra de las sonoras dimisiones de este Gobierno?

R. Sí. La más sangrante es la de la Mezquita por el simbolismo que tiene. Hay cantidades de inmatriculaciones que, desde luego, cuestan mucho trabajo aceptarlas. Hay por ahí un estudio de Miguel Agudo Zamora, profesor de Derecho, que pone en duda la constitucionalidad de la inmatriculación. Porque eso significa darle rango de fedatario público a una autoridad que es de una entidad privada. Desde que desaparece el nacionalcatolicismo, la Iglesia es una entidad privada de derecho privado. No es parte del Estado. Con lo cual cae por tierra todo el proceso de inmatriculación. Ahora: tengo entendido que el tema es muy complicado jurídicamente hablando.

P. ¿Contra qué se estrelló en España la revolución liberal?

R. Para mí hay un dato muy importante. El liberalismo es una ideología burguesa vinculada a las clases medias. En España nunca hubo clase media. Aquí se intenta construir un Estado liberal en el siglo XIX, que fue una patochada, entre otras cosas, porque el intento de crear una clase media con las desamortizaciones fracasó. El régimen liberal implica también una revolución educativa en un país analfabeto. En el siglo XX todavía el 50% de la población era analfabeta.

P. Y una revolución liberal que se hace en nombre de un rey absoluto y de la “única religión verdadera”, ¿qué clase de revolución liberal es?

R. La Constitución de Cádiz es un gran avance. Es una Constitución muy liberal. Lo que pasa es que de Fernando VII no se sabía su calaña.

P. ¿No se sabía?

R. Se miró para otro lado. Fernando VII era un señor que, entre otras cosas, cometió algo junto a su padre que debería de haber hecho desaparecer a los Borbones de la historia: vendieron España al emperador francés. La mayoría de los religiosos de Cádiz son progresistas. El obispo de Córdoba, monseñor Trevilla, era un ilustrado. Es un señor que terminó en la cárcel.

P. Por afrancesado.

R. Claro. Afrancesado ilustre era también Manuel María de Arjona, creador de la Real Academia de Córdoba y de la Sociedad Económica de Amigos del País. Eran clérigos avanzados. El problema era ese bajo clero, ese fraile trabucaire, ese fraile de sopa y olla, que desde luego eran integristas acérrimos. De hecho, ellos van a combatir el liberalismo y se ponen al frente de las partidas carlistas. Es realmente pintoresco: hacer una Constitución liberal con un rey antiliberal y un auténtico felón.

En la República, la Iglesia no estaba dispuesta a ceder privilegios

P. En España ha habido 1.500 años de monarquía y 6 de república. ¿Sabe por qué?

R. Durante mucho tiempo no se cuestiona la monarquía. Se acepta porque es propia del pensamiento del Antiguo Régimen, que se basa en la monarquía de derecho divino y un rey asume todos los poderes. El problema se va a plantear cuando la revolución liberal apunta que la soberanía no la tiene el rey sino la nación. Quizá lo que tendríamos que plantearnos es el porqué del fracaso de la república.

P. ¿Y por qué fracasa la república?

R. La Primera República fue un episodio verdaderamente interesante. El otro día presenté en la Real Academia un trabajo sobre la figura de uno de los diputados de las Cortes de 1862, Fernando Garrido Tortosa, un impulsor del socialismo utópico y del cooperativismo. Entre otras muchas cosas, él planteó el debate sobre monarquía o república en las Cortes constituyentes de 1869. La Primera República fue un desastre. Y algo parecido es lo que le ocurre también a la Segunda República.

P. ¿Qué han representado los seis años de república en la historia de España?

R. La Primera República planteó una cuestión que sigue sin estar del todo resuelta: el tema de la estructuración territorial del Estado con la aparición federalismo. Duró muy poco. Los prohombres de la Primera República fueron extraordinarios. La capacidad intelectual y política de Figueras, de Pi y Margall, de Salmerón, que es un hombre con una ética política verdaderamente admirable. Y Castelar, que es distinto, pero también de una fuerza política extraordinaria. La Segunda República se hundió por los extremos. Primero porque había una España reaccionaria, ultraconservadora, ultramontana que, desde el primer momento, la combatió. Ojo: una España que contaba con el apoyo importantísimo de la jerarquía eclesiástica.

P. Hay quien dice que a la República le faltaron republicanos.

R. No lo sé. Desde luego, hay una derecha que fue accidentalmente republicana. El propio Gil Robles lo decía: “Nosotros somos accidentalmente republicanos”. Y el movimiento anarquista no era evidentemente monárquico pero tampoco republicano.

P. Usted escribió la biografía del último alcalde republicano en Córdoba, Manuel Sánchez Badajoz. ¿Sabemos todo sobre el golpe militar en Córdoba?

R. Yo creo que se sabe ya bastante. Se sabe buena parte de la trama. Hay un trabajo muy bien hecho de Joaquín Gil Honduvilla, que es un jurídico militar y ha tenido acceso a archivos militares. Hay una trama civil pero fundamentalmente es un golpe militar.

Me dejó estupefacto escuchar a Bolaños decir que la Iglesia ya había perdido sus privilegios fiscales

P. Por cierto, Sánchez Badajoz fue alcalde sin ser elegido en elecciones.

R. Es que en la República solo hubo elecciones municipales el 12 de abril de 1931. De hecho, Córdoba va a tener varios alcaldes durante la época republicana y el único que fue elegido fue Eloy Vaquero.

P. 4.000 fusilados aún descansan en la que puede ser la fosa común más grande de la Guerra Civil. ¿Qué dice eso de Córdoba y de España?

R. Eso es una vergüenza. Y no me explico cómo todavía se ponen trabas independientemente de cualquier ideología. Esto es un tema de derechos humanos. España no puede ser el país con más tumbas perdidas después de Camboya. No sabemos tampoco el número exacto de represaliados. Algunos hablan hasta de 6.000. Es el episodio más luctuoso de la historia de Córdoba si exceptuamos la revuelta del Arrabal y la masacre que cometió Julio César en Córdoba. Y ahí la culpa es de todos los ayuntamientos de todos los colores. Y ninguno se ha atrevido a afrontar esta cuestión.

P. En las primeras elecciones democráticas después de la dictadura la izquierda sacó en Córdoba 20 concejales y la derecha 7. Cuarenta años después, la izquierda tiene 13 y la derecha 16. ¿Qué ha pasado?

R. Pues la izquierda debería de reflexionar sobre este tema.

P. ¿Y usted qué reflexión saca?

R. La izquierda ha estado envuelta en luchas cainitas. Y evidentemente los tiempos cambian. La España de 2023 no es la de 1979. Entonces había unos deseos de que la democracia se visualizara. Habíamos aprobado una Constitución y faltaba que la izquierda tocara poder. Y en 1979, cuando llegan las primeras elecciones municipales, se llega a un acuerdo entre todas las fuerzas de izquierda para que sea votada la que haya tenido mayor número de concejales. Y yo creo que fue un factor fundamental para la posterior victoria del Partido Socialista en 1982.

P. El arquitecto Juan Cuenca sostiene que en los sesenta Córdoba era mucho más progresista que ahora.

R. Probablemente. Determinadas instituciones cordobesas sí que tenían un talante mucho más abierto porque en 1960 es cuando está empezando a cambiar la sociedad española. Por ejemplo, está apareciendo una clase media. Se empieza a extender el derecho a la educación a un mayor número de españoles y surgen movimientos de cineclubes o de grupos de teatro. Cuando ya se asienta la democracia llega la etapa del desencanto. Hemos conseguido la democracia, tenemos nuestros representantes elegidos democráticamente, las Cortes, el Gobierno y los ayuntamientos, pero ahora vemos que muchos problemas no se resuelven.

P. ¿Qué personaje histórico de Córdoba vive en el olvido?

R. Hay un personaje que es Manuel Tarazona Anaya, capitán de la Guardia de Asalto. Es un hombre de derechas. En otras circunstancias se hubiera unido al golpe militar. Pero, por encima de su ideología, estaba su sentido del deber. Y su sentido del deber era estar a las órdenes del gobernador civil y defenderlo como símbolo de la República, de la democracia y de la libertad. Fue detenido y fusilado por sus propios compañeros. Que este hombre no tenga una calle ni un lugar donde se recuerde su memoria es algo que lo tengo metido muy adentro.

Aquí nadie se ha atrevido a dar el paso del Estado laico

P. ¿Córdoba conoce su historia?

R. No. Todavía hay gente que se cree que Averroes era un moro que casualmente vivió en Córdoba. Habría que decirle que era tan cordobés como nosotros. En general, se sabe poco de la historia de España. No ha habido una ley educativa que haya abordado cómo hay que dar a conocer la historia de España. Y tal vez la primera cuestión está en los propios historiadores. ¿Seremos capaces de ponernos de acuerdo en hacer una historia de España seria, objetiva, fiable, basada en las fuentes?

P. Si la historia es ciencia, ¿por qué no se ponen de acuerdo?

R. Porque, a veces, la ciencia se deja de lado y la historia se convierte en un instrumento de propaganda.

P. ¿Desanudaremos algún día el nudo catalán?

R. Yo creo que sí. Pero es necesario que reflexionemos todos. España tiene que entender que es un reino plural constituido por realidades distintas.

P. ¿España es una nación de naciones?

R. Yo creo que sí. Aunque no sé si una nación de naciones porque el término nación es muy confuso. Ni siquiera los primeros teóricos del nacionalismo se ponían de acuerdo en definir qué es una nación. España está formada por realidades históricas, culturales y geográficas muy diferentes.

P. Asistimos a un combate entre un nacionalismo centrípeto y otro centrífugo.

R. Sin duda alguna. Está ese nacionalismo periférico, muchas veces insolidario. Tuve la suerte de vivir dos años en Cataluña cuando saqué mis oposiciones y eso de que hay catalanes a los que les molesta que se hable castellano tiene mucho mito. He estado hace relativamente poco y eso que se dice que allí nada más que se ven letreros en catalán es mentira. Y hablo de Reus, que era un sitio muy catalanista.

La Segunda República se hundió por los extremos

P. ¿De qué es síntoma Vox?

R. Es un fenómeno que todavía no acabo de entender. Vox es una derivación del PP. Buena parte de la militancia y de la jerarquía proceden del PP, que se supone que es la derecha democrática. El problema es que hay una parte de la derecha española que todavía no ha asumido la realidad de España del siglo XXI. Y tiene que admitir un pasado que, a veces, es desagradable. Por ejemplo, el tema de la oposición que tienen a todo lo que es la Memoria Democrática. Y eso es negar el derecho a conocer nuestra historia.

P. ¿El periodismo es la historia en vivo?

R. Sí. Por eso el periodista tiene que andar con mucho cuidado.

P. ¿Cree que los periodistas no se andan con mucho cuidado?

R. Yo creo que la mayoría no.

P. ¿Por qué?

R. Hay ocasiones en que lo único que se transmite en los grandes medios es la frase que dice un político en un momento determinado. Y el político se ha acostumbrado a ello. Yo le aconsejaría a la clase política que los fines de semana se quedaran en sus casas porque en periodo electoral es cuando se dicen las barbaridades más gordas. Todos estamos de acuerdo en la libertad de prensa. Es la parte esencial de la democracia. Si yo soy una persona de centro izquierda sé qué periódico y qué emisora tengo que conectar. Si soy de derechas, sé a cuál tengo que leer. Y muchas veces observo que el periodismo no va a transmitir la noticia objetiva.

P. Quizás la consagración de la libertad de prensa sea la suma de todas esas perspectivas.

R. Sí. Pero es tanta la información que llega, que ¿cuántas horas tendríamos que estar leyendo o escuchando transmisiones periodísticas? De todas maneras, pensar en una auténtica libertad de prensa es una utopía. Aún así, prefiero esta libertad de prensa a la censura que hemos vivido en otras épocas de nuestro pasado.

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