Abdul Razak: “Si no hay humanidad, ¿para qué sirve la religión?”
Abdul Razak (Sarai Alamgir, Pakistán, 1956) hizo un largo viaje para llegar a Andalucía, pero vino con los deberes hechos. En la educación pakistaní de la época daban a escoger regiones sobre las que aprender historia y el joven Razak, como buen musulmán ahmadí, se fue directo a por los libros que narraban el esplendor de Al Andalus.
Eran los tiempos en los que el Gobierno Pakistaní comenzaba a perseguir su fe y a su comunidad, la Ahmadia del Islam, fundada en 1889 por Mizra Ghulam Ahmad en la India y que hoy profesan 200 millones de musulmanes de más de 200 países, a pesar de que están perseguidos en un buen número de ellos: desde Arabia Saudí a Afganistán, pasando por Argelia o, donde empezó todo, en el Pakistán del que partió hacia Córdoba Abdul Razak.
Hoy, casi 40 años después, el imán de la Mezquita de Pedro Abad (la primera que se construyó en el país tras la gran Mezquita de Córdoba) recibe a este periódico como líder en España de la Ahmadia del Islam y como hombre de fe musulmana que defiende, a pluma y a capa, que el Corán no tiene nada que ver con talibanes, islamistas, terroristas y sharias violentas, sino con una de las acepciones de la palabra Islam, paz. Lo dice, además, recordando que ellos, los ahmadíes, son los primeros que sufren persecución por sus creencias (que les impide, por poner un ejemplo, peregrinar a La Meca) y, pese a ello, nunca han caído en la violencia como respuesta.
PREGUNTA. Ahora que sabemos que te sientes muy cordobés, me gustaría que me contaras cómo llegaste tú a Córdoba.
RESPUESTA. Sí. Yo vivía en Pakistán, en una ciudad que se llama Sarai Alamgir, a 100 kilómetros de Islamabab, que es la capital del país. Antes de venir yo era estudiante, una persona muy estudiosa. Y a mi hermano mayor le encantaba España y Andalucía. Siempre traía revistas de cuando iba a Islamabab y se acercaba a la embajada de España. Revistas y libros, porque le encantaba la literatura. Así que mi hermano vino primero, en el año 1974. Luego se marchó y volvió de nuevo en el año 1980. Y ya entonces me planteé venir yo.
P. Y venís entonces los dos a España.
R. Sí. Tengo otro hermano que también viene en el año 84.
P. ¿Y qué os encontráis cuándo llegáis a Pedro Abad en el año 82?
R. Bueno, no es nada especialmente relevante porque Pedro Abad es un sitio muy tranquilo. Y donde hay tranquilidad, hay paz. Y donde hay paz, uno puede vivir tranquilamente (Se ríe). En sitios como éste no hay un pensamiento tan materialista. Y cuando salí del país ya se estaba empezando a construir la mezquita. Yo, desde pequeño, había estado trabajando voluntariamente con la comunidad y cuando llegué dije: aquí me quedo.
La yihad solo se puede hacer con la pluma, con la espada no se puede cambiar el corazón de nadie
P. ¿Y cómo estaban las cosas en Pakistán en aquel entonces?
R. En Pakistán había persecución contra la Ahmadia, una persecución que todavía sigue. La persecución contra la Ahmadia comenzó en el año 1974, cuando el Parlamento de Pakistán declaró que nosotros no éramos musulmanes. Según la profecía, hay 73 sectas en el islam -como para los judíos hay 72, en el islam hay 73-. Nosotros somos una y las 72 restantes dicen que nosotros no somos musulmanes (sonríe). Entonces, desde aquella época ha habido persecución y se ha asesinado a muchísimas personas ahmadíes. Hemos tenido muchos problemas. Allí no puedes estudiar ni tampoco trabajar en las oficinas y estamentos del Gobierno si eres ahmadí. Y, si tienes un negocio, estás expuesto. En fin, bastante mal. Hay un informe de la ONU y del Parlamento Europeo sobre todo esto que te estoy contando.
P. ¿Y todo esto lo llegaste a sufrir tú en Pakistán?
R. Sí, claro que sí. Ahora recuerdo un incidente en el año 1972, cuando iba yo montado en un autobús y viajaba de una ciudad a otra. Y, cuando estábamos a mitad del camino, nos encontramos un control y un grupo de los que estaban en contra de la Ahmadia entraron en el autobús y comenzaron a mirar todos los billetes y a preguntar que dónde iban. Y, viendo lo que iba a ocurrir, el conductor del autobús me ayudó a salir para que no me pasara nada. Comenzó a conducir despacio y me dijo: “¡Lárgate!”, antes de que me cogieran. 16 años tenía cuando esto pasó.
P. ¿Y qué sabías de Córdoba y de Andalucía antes de venir a vivir aquí?
R. Hombre, yo es que había estudiado sobre Andalucía en el colegio. Allí tenías que elegir entre estudiar sobre Turquía, India y Andalucía, y yo escogía Andalucía. Así es como descubrí toda la historia de la región, su nombre antiguo, todas las personalidades que había aquí, que era un centro de conocimiento, con muchas escuelas y bibliotecas. En mi memoria lo tenía todo, porque yo me había preparado para vivir en Andalucía. Estaba deseando visitar la Mezquita, La Alhambra… Es que Andalucía era el centro cultural y educativo de todo el mundo en aquella época.
P. Me imagino que, para un musulmán, Córdoba es un lugar primordial.
R. En todos los países musulmanes hay un conexión emocional con Andalucía. Pasa también en Pakistán y en otros países, donde, si te das un paseo, ves negocios o tiendas que se llaman Córdoba o Alhambra. Cuando volví por primera vez a Pakistán no paraban de preguntarme “¿Oye, has visto la gran Mezquita? ¿Has visto la Alhambra?”. Todos querían conocerlas.
P. Y ahora que llevas aquí viviendo tantos años, ¿crees que aquí en Córdoba se le da el valor que tiene al legado de Al Andalus?
R. Bueno, yo creo que sí. Creo que hay gente que no olvida ese pasado y que es mucha gente. Hay mucha gente que sabe que su nombre o su apellido es árabe o que sus antepasados fueron musulmanes. Una vez me entrevisté con el alcalde de Madrid, Álvarez del Manzano, y me dijo: “Mi apellido es árabe. Mi antepasado es árabe” (Se ríe).
P. Yo lo que me refiero es a cuestiones que son muy llamativas, como que en Córdoba no exista un museo de interpretación de Al Andalus.
R. Ah, entiendo. Bueno, puede ser. A lo mejor es por falta de recursos. No sé. Supongo que tiene que querer el Ayuntamiento. Nosotros aquí, en Pedro Abad, no tenemos ese problema. Nuestras relaciones son muy buenas. Ahora vamos a celebrar un webinar entre el 23 de septiembre y la primera semana se noviembre y va a tratar sobre el pasado, el presente y el futuro de Andalucía. Y van a intervenir profesores y expertos cada jueves mientras dure el webinar.
En todos los países musulmanes hay un conexión emocional con Andalucía
P. Supongo que, dentro de la Ahmadia del islam, ser el imán de la mezquita de Córdoba tiene que tener su importancia.
R. Claro, es que además es la primera mezquita que se hizo en España después de la gran Mezquita. La siguiente la hicimos en Valencia. Y estamos en Barcelona, Madrid o Murcia. Eso en España, en Londres tenemos la mezquita más grande Europa.
P. Si alguien no conociera la Ahmadia del islam, ¿qué le dirías que es?
R. Bueno, creo que le mostraría nuestro lema: Amor para todos, odio para nadie. Creo que es una buena carta de presentación y que se ha extendido por todo el mundo y se ha traducido a todos los idiomas. Es un eslogan que nace aquí, en Pedro Abad, en 1980. Cuando se puso la primera piedra de esta mezquita, fue el tercer califa de la Ahmadia el que ideó este eslogan. Hoy lo usan hasta nuestros enemigos (Se ríe). Igual es que no saben ni lo que significa.
P. ¿Porque la Ahmadia es una escisión o una continuidad del islam?
R. Lo que somos viene en el mismo Corán. La historia se repite. Lo mismo que ocurrió con los cristianos, está pasando con nosotros. Después de Moisés, 1.400 años después llegó Jesús. Y cuando Jesús se declaró profeta, hay gente lo rechazó. De igual modo, había una profecía de un nuevo profeta del islam y que advertía de que, después de 1.400 años, iba a llegar un reformador. Y todavía hay quien lo tiene que aceptar. Pero, aunque no seamos aceptados, tampoco somos culpables. Pero igual que los cristianos fueron perseguidos, nosotros estamos siendo perseguidos en muchos países.
P. ¿Había ahmadíes en España antes de que llegarais tu hermano y tú?
R. Sí, sí, sí. Nuestro primer misionero llegó en el año 1946. Karam Ilahi Zafar se llamaba.
P. ¿Y cómo lo trataron?
R. Pues muchas veces acabó en la cárcel. Era la época de Franco y no había libertades religiosas.
P. No me digas. Qué recibimiento, ¿no?
R. Bueno, luego a nosotros nos ayudó mucho el señor Fraga.
Lo primero para integrarse es aprender bien español y llevarse bien con los vecinos
P. ¿Fraga?
R. Sí. Nuestro misionero escribió un libro y se lo envió a Fraga. Y resulta que le encantó. Y como le gustó tanto, mantuvieron una relación y Fraga le enviaba cartas. Así que, a partir de ese momento, cuando le paraba la policía, le enseñaba la carta de Fraga (Se ríe). Y fin del problema. Su hijo y su mujer todavía viven aquí, en Jativa.
P. ¿El núcleo más potente de la Ahmadia está en la Comunidad Valenciana?
R. Bueno, ésta de Pedro Abad es la sede central. Luego tenemos Barcelona, que es donde hay más número. Después van Valencia y Madrid. Y tenemos también un buen número de seguidores en Badajoz o Cáceres y San Sebastián.
P. ¿Cuántos ahmadíes hay en España ahora mismo?
R. Ahora mismo hay más de 500 ahmadíes en España. Lo que pasa es que, para muchos, España es un país de tránsito. Vienen muchos, muchísimos, pero la mayoría se marchan.
P. ¿Y cuántos son a nivel mundial?
R. A nivel mundial casi 200 millones y estamos en 212 países de todo el mundo.
P. Bueno, pues cuéntame cómo llegasteis a levantar esta mezquita en la que estamos.
R. Esta mezquita es muy especial. Nuestro tercer califa fue quien ordenó a nuestro primer misionero que se marchara al sur de España y buscara aquí un terreno para levantar nuestra primera mezquita. En aquel entonces hubo tres ubicaciones posibles: una en Espejo, otra en la carretera de Málaga y ésta. Y este fue finalmente el elegido. Yo siempre digo que fue escogido por dios. Es un terreno de 6.000 metros, que está dividido en tres partes y que ocupan varias familias. Hay distintos dueños. Así que aquí se hizo finalmente. El 9 de octubre de 1980 se puso la primera piedra.
P. Casi me interesa más todo lo previo. ¿Cómo logras convencer al alcalde para hacer esto?
R. En aquella época estaba el señor Miguel García de alcalde. Miguel García ha sido alcalde más de 20 años y la verdad es que nos ha ayudado muchísimo. Fue fácil y, hasta ahora, siempre hemos tenido muy buena relación con el ayuntamiento y todo ha sido bueno.
La política y la religión no deben mezclarse
P. ¿No han tenido ustedes nunca problemas aquí?
R. Nunca. Nada. Al contrario. Mira, desde el año pasado cuando ocurrió lo del Covid, comenzamos a dar clases gratuitas de inglés a través del Ayuntamiento. La inscripción se hacía allí y nosotros dábamos las clases de inglés con nuestros profesores y en nuestras instalaciones. Y han venido muchos vecinos aquí a aprender inglés. Pero es que, además, hemos dado clases de cocina oriental. Hemos enseñado recetas de India y Pakistán. Aquello fue otro éxito y gustó mucho.
P. Muchas veces se habla de que los musulmanes no se integran bien en España. ¿Por qué crees que se dice eso?
R. No lo sé. Es verdad que es algo que se piensa, pero no lo sé. Evidentemente, hay dos culturas diferentes y eso puede llevar a que la convivencia sea difícil. Para mí, lo primero para integrarse es aprender bien español y llevarse bien con los vecinos. Es importante que los vecinos no sientan que somos gente de fuera, sino gente que se siente española. No sé, yo es que he sentido, por parte de alguna gente en España, mucho más cariño que en mi país. Lo digo de verdad. En España hay gente muy amable, muy buenas personas. No hablo solo de Pedro Abad, sino en toda España. En la Mezquita de Valencia, el líder del grupo era muy contrario a hacerla allí porque había tenido algún problema con el concejal de urbanismo. Luego, para cuando conseguimos construir el edificio, ya teníamos muy buena relación. Hasta el punto de decirnos: “Para cualquier cosa, estamos aquí”. Lo que ocurre es que, lógicamente, cuando tú no conoces a alguien y no sabes de donde viene, pues todo eso está ahí y solo se rompe acercándonos.
P. ¿Por qué crees que se sigue mirando con recelo y desconfianza al musulmán?
R. Bueno, yo es que no percibo eso. Mira, todos los dedos no son iguales. Hay de todo. Por lo general, por la gente que nos visita, lo que perciben es lo contrario. Muchos acaban reconociendo que han cambiado su pensamiento, que antes tenían de nosotros una mala imagen. ¿Por qué? Pues por la televisión, por las redes sociales y por cuestiones que se me escapan.
P. Una de las cosas más llamativas que he visto es que vosotros permitís que a esta mezquita venga a rezar cualquier musulmán, sea ahmadí o no.
R. Sí. Esta mezquita está abierta a cualquier persona que venga a rezar, sea cual sea su origen o religión.
P. ¿Alguna vez habéis tenido algún problema con algún musulmán que haya parado aquí sin saber que es una mezquita de la Ahmadia?
R. Alguno sí, alguno ha venido a rezar y cuando se ha enterado que somos ahmadies le ha generado angustia (Se ríe). Pero la mayoría valoran la posibilidad de poder rezar.
P. Vosotros es que habéis tenido más problemas en países musulmanes que en países cristianos.
R. Sí, totalmente. Hay países como Pakistán, Indonesia o Argelia, incluso en Gambia, donde seguimos teniendo muchos problemas. Hace poco hemos tenido unos problemas serios en Argelia, donde han encarcelado a un grupo de personas por ser ahmadíes. Hay países que no nos permiten el acceso, como Arabia Saudí, y tampoco podemos peregrinar a La Meca.
Por la fuerza no se puede imponer el velo
P. Vaya, que tienen en frente a todo el islam ortodoxo.
R. Sí. Pero mira, lo primero para nosotros es el Corán, luego va la palabra del profeta, los hechos o declaraciones que se atribuyen a Mahoma y que se llaman Hadices. Entonces, cada uno ha hecho una interpretación a su manera. Nosotros tenemos a algunas ramas en contra porque no interpretamos las cosas de la misma manera. Por ejemplo, la yihad, la yihad tal y como se entiende en Afganistán o en Pakistán, es una interpretación errónea. La yihad solo puede ser hecha de manera organizada por un gobierno, no por cualquier grupo. Y además, la yihad solo se puede hacer con la pluma. Con la espada no se puede cambiar el corazón de nadie. Esta idea de la yihad con las armas es antigua, está completamente superada.
P. No lo parece.
R. Primero tienes que cambiar tú mismo. El profeta Mahoma lo dijo: “La yihad más grande es la conquista del ego”. Lo primero es cambiar uno mismo, y luego los demás. Pero no con la espada.
P. ¿Qué dice concretamente el Corán de la yihad?
R. Que no hay coacción en religión. Que cualquier persona puede entrar y cualquier persona pueda salir. Que por la fuerza no se pueden hacer las cosas.
P. ¿Habla de los infieles el Corán?
R. Sí, claro. El Corán habla también de la yihad como un mecanismo de defensa. Cuando te atacan, entonces sí puedes defenderte. Pero, por eso digo, que la yihad es una cuestión que depende del gobierno, no de individuos ni de grupos que actúan solos. Eso de que cada grupo haga la yihad, eso de usar bombas, los terroristas suicidas… nada de todo esto lo permite el islam.
P. Ha mencionado a Pakistán y hoy es inevitable hablar de Afganistán. ¿Qué opina de la vuelta de los talibanes a Afganistán?
R. Hombre, nosotros no entramos en política. Lo único que pedimos es que, gobierne quien gobierne en Afganistán, lo haga con justicia. Para ello, el mejor ejemplo es Al Andalus. Cuando los musulmanes vivían en España y había justicia, había buena convivencia. Cuando no la hubo, fueron cayendo. Pero hubo una época en la que llegaron a convivir los musulmanes, los judíos y los cristianos juntos. Y fue porque no metieron a la religión en la política. La política y la religión no deben mezclarse, deben ir a parte. Ahora, en Afganistán hay que ver cómo van a hacerlo. Depende de su actitud.
P. ¿Qué presiente usted?
R. No lo sé. Ellos han llegado al poder y lo primero que han dicho es que no son los mismos de antes. Así que, sinceramente, esperamos que vaya bien. Pero no lo sé. Desde luego, si no hay justicia, acabarán cayendo.
El Corán dice que los derechos son iguales para todos, incluido en un sistema islámico
P. Para usted la religión no está por encima de la justicia o el derecho.
R. Exacto. La religión, cada uno tiene la suya, es algo personal. Ahora, como gobierno, hay que darle los mismos derechos a todos: hombres, mujeres, distintas religiones. Lo primero es la humanidad, después viene la religión. Si no hay humanidad, ¿para qué sirve la religión?
P. ¿Cree usted que Afganistán, Irak, Siria o Libia están mejor hoy que hace 20 años?
R. Bueno, es que no puedo decirte. Yo nunca he vivido allí y no puedo decir si están mejor o peor. De Afganistán sí te diré que en 1903 se produjo allí el primer asesinato de un ahmadí. Te hablo de Abdul Latif, de más de 60 años y que fue condenado a muerte. El Rey se bajó del caballo entonces y le pidió que renunciara a sus creencias. “Di que la Ahmadia es falsa”, le dijo. Y se negó. Y fue apedreado hasta la muerte por muchas personas. Hay un dicho de nuestro fundador: “La tierra de Kabul no tiene valor a ojos de dios”. Porque ha habido mucha crueldad en esta tierra. Esto te lo digo porque todo el fanatismo, todas las mentes cerradas solo lleva a que no se pueda avanzar.
P. ¿Y la intervención de occidente ayuda a avanzar? En alguna ocasión se ha manifestado en contra del intervencionismo de Estados Unidos en la zona.
R. Sí, a ver. Digamos que, si hay una pelea en casa, no hay que meter a nadie de fuera. Se puede decir lo que está bien, lo que está mal, lo que hay que hacer o lo que no hay que hacer. Pero, por la fuerza, no se puede entrar en algunas casas. A eso es a lo que me refiero cuando hablo de esta cuestión.
P. Usted cree que se debe poner la otra mejilla.
R. Nosotros sí. Nosotros no perdemos el tiempo con este tipo de gente. Si gastamos nuestra fuerza en pelear contra ellos, vamos a olvidarnos de nuestros objetivos. Y nosotros, con esa filosofía, hemos avanzado muchísimo. Hoy tenemos canales de 24 horas que están emitiendo en todo el mundo, al igual que lo hacemos a través de la web y Youtube. Así llegamos a países donde está prohibido, como Pakistán. Pero nos ve gente de todo el mundo.
P. La relación con Pakistán es tan tirante, que no sé qué sientes tú, como pakistaní, cuando ves las noticias que llegan de allí. Ahora, con todo el tema de Afganistán, se vuelve a hablar de Pakistán como actor interesado en la victoria de los talibanes.
R. Sí, claro. Como es vecino de Afganistán, siempre ha habido una relación con ellos. Muchas veces tirante. Y eso que no hay frontera. Es decir, que está abierta. En Afganistán es que es todo montaña, no hay nada. Y toda la alimentación que ha llegado ha sido desde Pakistán. Ahora, es verdad que se habla de que China y Pakistán querían asegurar esta zona como un corredor económico, e incluso se habló de incluir a Afganistán.
P. De hecho China ha sido de los primeros países en reconocer al nuevo gobierno Taliban.
R. Efectivamente.
No hay absolutamente ningún país islámico que pueda ser tomado como un ejemplo
P. Al final, en ninguno de estos conflictos se puede hablar solo de lucha étnica o religiosa. Siempre siempre hay intereses económicos detrás. Incluso en un país tan pobre como Afganistán.
R. Si gastáramos en educación lo mismo que gastamos en este tipo de conflictos, se podría llegar a cambiar las cosas. Pero, si invertimos el dinero en armas, en la guerra, no sirve de nada. Temporalmente sí, consigues alguna victoria. Pero, para asegurar el futuro de una nación necesitas invertir en educación. Ellos tienen que sentir que hay verdadero interés en cambiar las cosas. Si no se lograr penetrar en los corazones, no se puede llegar a donde quieres. Para entrar en un país, en cualquiera, hay que ganarse los corazones de la gente. Si no se hace esto, es imposible cambiar la mentalidad de nadie.
P. Y como esto no se hace así, ocurre lo contrario. A cada invasión, un nuevo enemigo.
R. Claro. En cualquier país pobre, no hay ni justicia ni dinero. ¿Qué tenemos? A pobres muy pobres y a ricos muy ricos. Entonces, qué ocurre, que un afgano joven de 20 o 30 años no se puede ni casar porque no tiene dinero para ello. Es que esta es una cultura muy diferente. Y, hasta que no se invierte en educación, justicia y orden, esto no va a cambiar.
P. Pero este proceso de radicalización también ocurre en Europa, lejos de Afganistán.
R. Sí, sí. Esto es un tema muy complejo y difícil de entender. Digamos que en cada casa hay que educar bien. Lo que pasa es que los niños y los jóvenes encuentran fuera algunas fuerzas que les llevan a cambiar su mentalidad. Por eso nosotros tenemos que estar muy vigilantes, porque los jóvenes son nuestro futuro.
P. Claro, yo antes le preguntaba que cuál era el peor tópico sobre el islam y pensaba que me ibas a decir esto: la idea de que cualquier musulmán puede acabar siendo un islamista.
R. Bueno, en el fondo te decía eso. Los musulmanes le hemos hecho mucho daño al islam. Por el terrorismo, por el fanatismo, por la mala interpretación de la yihad, por injusticias… Porque, si cada persona se toma la justicia por su mano, eso nunca pude funcionar. Por ejemplo, aquí cualquier persona que tiene malos pensamientos, coge el coche y se pone a atropellar peatones. ¿Qué religión permite algo así? Ninguna. Por eso hay que limpiar la mentalidad, por eso hay que enseñar bien, por eso hay que fomentar los debates en televisión, contando con gente religiosa o no religiosa, por eso hay que enseñar en el colegio y en casa, qué es bueno y qué es malo. Porque la enseñanza de toda religión es buena. Lo que hay es que vigilar cómo se practica.
P. ¿Qué dice el Corán de la Ley Islámica? ¿Es un concepto posterior o viene recogido en el libro?
R. El Corán dice que los derechos son iguales para todos, incluido en un sistema islámico. El islam obliga a gobernar con justicia.
P. Entonces entiendo que este concepto de la Ley Islámica, que se aplica en Arabia Saudí o Yemen, no emana del Corán, sino que es una interpretación humana.
R. Sí, pero sí que tiene base coránica, aunque es distinto. Te pongo un ejemplo: Si alguien roba, dicen que hay que cortarle la mano. Bueno, pues textualmente, para aplicar en rigor la ley islámica, se necesitan cuatro testigos. Lo cual es prácticamente imposible, porque el islam no permite delatar a alguien cuando lo ves robando, porque eso también va contra el islam. Por lo tanto, es muy difícil. Además, cuando se dice que si robas hay que cortar la mano, lo que se dice es que hay que hacer un corte en la mano, no amputar toda la mano. Es una norma que se usaba para asustar a la gente e impedir que haya más robos. Pero aplicarla es muy difícil.
P. Pero hay algunos países que sí la están aplicando. Hay países donde se dan latigazos, donde hay lapidaciones o amputaciones.
R. Lo de los latigazos es otro ejemplo. De forma estricta, el islam solo permite levantar el brazo hasta aquí (pega su brazo derecho al cuerpo, de forma que solo se puede mover el antebrazo). ¿Por qué? Porque así no se hace daño. Lo que se busca es un castigo ejemplarizante, pero no doloroso.
P. Claro, pero eso es incompatible con los derechos humanos. Por eso le pregunto si esto lo permite el Corán.
R. El Corán solo lo permite cuando hay una sociedad islámica.
P. Esto choca un poco con lo que me ha dicho usted antes. Eso de que lo primero es la justicia, el derecho, y que la religión no debe de estar por encima de eso.
R. Sí, desde luego. Pero no hay absolutamente ningún país islámico que pueda ser tomado como ejemplo. Son países que vienen aplicando esto desde hace generaciones y es islam no es así.
P. Hablemos de la mujer, que siempre lleva a controversia cuando hablamos del islam. ¿Es el velo obligatorio en la Ahmadia?
R. Según el Corán, lo primordial es el respeto a la mujer, que además tiene los mismos derechos que el hombre. El velo se entiende como un símbolo de respeto. Ahora bien, en mi casa, yo nunca he forzado a mi hija y a mi señora a que lleven velo. Pero ellas han leído el Corán y lo han decidido. Mi hija es ingeniera informática y ha estudiado en la Universidad, en Rabanales, y nunca ha tenido ningún problema. Por la fuerza no se puede ni se debe imponer el velo. Con el casamiento ocurre lo mismo. Está prohibido obligar a tu hija a que se case con alguien. Es que en el Corán no existe la coacción en tema religioso. Lo importante, seas cristiano, judío o musulmán, es que se acepten las cosas con el corazón. Por la fuerza, nadie tiene derecho a imponer nada, ni el cura, ni el imán, ni los padres.
No hay absolutamente ningún país islámico que pueda ser tomado como un ejemplo
P. ¿Alguna vez se ha planteado o le gustaría poder rezar en la Mezquita de Córdoba?
R. (Se ríe) Claro que sí. Me encantaría poder rezar allí. Pero lo principal es el respeto. A ver si algún día lo permiten.
P. Usted vino a mediados de los ochenta pero no pudo.
R. No. Yo no pude. Mi hermano, que vino antes, sí que hizo unas oraciones allí, cuando no había tanta vigilancia.
P. ¿Sabe usted qué gran mandatario árabe pudo rezar en la Mezquita de Córdoba?
R. ¿Quién?
P. Sadam Hussein.
R. ¿Sadam Hussein? ¿Y hay foto de esto?
P. Seguro que la hay. Supongo que le preguntarán mucho si se puede rezar en la Mezquita de Córdoba.
R. Sí, claro, pero yo les digo que no pueden ni entrar con gorro (Sonríe)
P. ¿Y qué le parece a usted esto?
R. Me parece que es preferible dejar que se rece libremente. No pasa nada. No creo que el rezo haga daño a nadie. Mientras se respete y se haga de forma individual.
P. ¿Usted permitiría a un cristiano rezar en esta mezquita?
R. Por supuesto. Un cristiano, un judío, de cualquier religión. Una mezquita es una casa de dios. Y dios es universal, para todo el mundo. Entonces, con unas normas mínimas -que se respete, no vengan en grupos, no duren mucho- e individualmente, se puede hacer perfectamente. Y creo que sería algo positivo, porque a la Mezquita viene a verla gente que hace miles de kilómetros. Y porque recen 5 minutos no va a pasar nada.
P. ¿Cómo te llevas con el obispo?
R. Pues tenemos muy buena relación. Cada mes, más o menos, hacemos una conferencia virtual. Y lo hemos invitado y ha venido aquí a la Mezquita. Ellos nos respetan y nosotros los respetamos. Nuestro objetivo es trabajar juntos. Por la paz, por ejemplo, podemos trabajar juntos.
P. Antes te preguntaba si te gustaría rezar en la Mezquita. Ahora te pregunto, para despedirme, si te gustaría rezar en La Meca.
R. Claro. Con mucho gusto lo haría. Pero peregrinar a La Meca está prohibido para los ahmadíes. No nos dejan entrar. Hace cinco años, casi 70 personas fueron encarcelados por hacer la peregrinación y fue muy difícil sacarlos de allí.
P. ¿Es un sueño que tienes?
R. Sí. Lo que pasa es que en mi pasaporte pone ahmadi. En España no pone nada de eso y puedes ir, pero si te pillan, puedes tener un problema.
P. ¿Crees que alguna vez lo conseguirás?
R. Sé que no lo haré hasta que no se permita. Yo respeto todas las leyes de todos los países. Así que, hasta que no se pueda entrar legalmente, yo no voy a hacer la peregrinación a La Meca.
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