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Salvaje Amaral

Amaral, en su concierto en el Teatro de la Axerquía | MADERO CUBERO

Alejandra Luque

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https://youtu. be/GNEcSkcNZwQ

Un hombre extiende sus piernas hacia adelante. Las manos, apoyadas atrás. Levanta la cabeza y mira al frente. Como quien disfruta en la orilla del mar, buscando el sol y luchando contra sus bajos índices de melanina que le aseguran que hoy se irá como volvió. Pero espera que lo que tiene enfrente le deslumbre. Y le queme la piel.

Amaral llega al Teatro de la Axerquía para despedir una edición del Festival de la Guitara en la que la falta de público -en algunos eventos- pone en entredicho el planteamiento y la ejecución del programa. Una deficiencia que arrastra la cita desde hace años.

Pero éste no es el caso de Amaral. El grupo aragonés no llena del todo La Axerquía. Quedan asientos vacíos a ambos lados de las gradas cuando ya comienza el concierto. La no masificación en algunas zonas de la parte baja del teatro es agradecida por todos los que, minutos más tarde, botarán al ritmo de clásicos como Días de verano, El universo sobre mí o Moriría por vos.

Como introducción a la llegada del grupo, el público calienta gargantas, piernas y manos con All tomorrow’s parties, de The Velvet Underground. Lo que vendrá después será una salvaje actuación de la banda en la que recordará cerca de una treintena de temas. Los avales que le han garantizado que vaya camino de cumplir sus 20 años en la música.

Eva Amaral, Juan Aguirre, Tony Toledo (batería y percusiones), Tomás Virgós (piano) y Ricardo Esteban (bajo) vienen de un fin de semana intenso. El viernes cerraron el festival guitar BCN en el Poble Espanyol y el sábado hicieron lo propio en el Festival de Músicos Naturaleza de Gredos. Y llegan a Córdoba como si sus últimas 48 horas hubieran estado descansando entre bucólicas flores en algún pueblo remoto de Zaragoza.

Pero no. Amaral ofrece un espectáculo lleno de fuerza, intensidad y garra en el que tema y tema casi se entremezclan en un concierto que no da tregua al espectador. Uno a uno, la banda encadena éxitos de una carrera apartada ya de la radiofórmula y donde el sello de su independencia discográfica le permite hacer su propia revolución.

La luz que busca Nocturnal Solar Sesions se extiende por los diez temas que el grupo dedica en su actuación a su último disco. Y como lo de Amaral ha sido una carrera de fondo que aún no ha llegado a la meta, la banda hace volar en el tiempo cuando suenan los acordes Estrella de mar, Salta, Moriría por vos o Cómo hablar. Canciones escritas en la intimidad que explotan de energía cuando Amaral las sitúa en el escenario.

La actuación del grupo también da espacio a temas no tan eléctricos; más pausados y con letras penetrantes necesitadas de tiempo y cabeza para digerir. Es el caso de La ciudad maldita. “A veces, los humanos somos capaces de hacer cosas horrosas. Pero, al final, siempre acaba triunfando lo bueno”.

El hombre descruza sus piernas. Desdobla sus manos y le da un sorbo a su cerveza. Deja escapar un suspiro. Se mira. Sabe que saldrá de allí con una ráfaga de color. Se quemó ante la intensidad de Amaral. Y nadie se lo advirtió.

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