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Muchos otros patios tiene Córdoba

Patio del Real Círculo de la Amistad

Rafael Ávalos

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Cien años cumple durante este mes. En concreto, es el 24 de mayo cuando alcanza el destacado aniversario que conmemora. Porque la fiesta actual tiene su inicio como un complemento de la Feria de Nuestra Señora de la Salud. Al siglo llega, en todo caso, el Concurso de Patios, que cada año resulta más atractivo para los foráneos y que es piedra angular del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad que designara la Unesco en 2012. Lo cierto es que la existencia de este tipo de recinto en la ciudad no sólo se da en viviendas sino en otros edificios, estos de carácter religioso o civil. Incluso, hoy por hoy, en establecimientos hosteleros -restaurantes y hoteles-. También, de esta forma, surgen a lo largo de la ciudad mucho más allá de los participantes en el certamen o de los abiertos fuera de concurrencia de premios en el plano oficial. Conocidos al extremo y otros no tanto, y de muy diverso estilo y formato, por incontables decenas se cuentan los espacios abiertos entre cuatro paredes en la capital.

Muchos otros patios tiene Córdoba, en efecto. Algunos forman parte del imaginario de la ciudad, también a nivel internacional, y otros están un tanto más ocultos –por decirlo de alguna forma-. Sin duda, un recinto de este tipo sobresale mundialmente fuera del tipismo del Concurso. Resulta lógico, ya que es parte del mayor emblema de la villa de dos milenios y cambiante. No es otro que el Patio de los Naranjos, en su día lugar de abluciones -esto es en época del Califato Omeya- y con los siglos punto de actividad social. Como su propio nombre indica, y se sabe, los naranjos componen la estética natural con un suelo empedrado y la presencia de una gran fuente conocida como del olivo por acompañar el gran surtidor de agua un árbol tal. No muy lejos se encuentra un inmenso jardín -que así es como se le tiene- pero que hace las veces de patio con flora envidiable -e incluso fauna muy discretamente-. Se sitúa en el también relevante Alcázar de los Reyes Cristianos -aunque minusvalorado a veces-.

La sencilla fortaleza que en su día fue residencia de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, Sus Católicas Majestades, durante la Reconquista de Granada muestra el espacio más parecido al edén que hay en Córdoba. Aquí también tuvo inicio, en cierto modo, la aventura de Cristóbal Colón -el Descubrimiento de América-. Son dos de los mejores ejemplos, si bien demasiado tópicos. Y la verdad es que muchos rincones en forma de patio riegan la ciudad con mérito de ser mencionados y puestos en valor. Es el caso del discreto patio de la Capilla de San Bartolomé, enclavada en el corazón de la Judería y muestra más clara del arte mudéjar por estos lares. No muy lejos se halla la Escuela de Artes Plásticos y Oficios Artísticos Mateo Inurria, asentada en la plaza de La Trinidad, con Luis de Góngora y Argote ante su fachada y en un edifico que su origen fue palacio de los duques de Hornachuelos -o Los Hoces-.

También en el amplísimo casco histórico de la ciudad, uno de los más extensos de Europa, se encuentra la Posada del Potro. La construcción en la actualidad sede del Centro Flamenco Fosforito y que llegó a ser descrita por el eterno Miguel de Cervantes y Saavedra en El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, la novela más grande de todos los tiempos, merece relato propio. Pero antes de acudir hasta allí es posible contemplar otro interesante patio. Es el integrado en la construcción que alberga hoy en día la Filmoteca de Andalucía, en la calle Medina y Corella -a un puñado de metros de la Mezquita Catedral-. Dicha institución, en la que puede disfrutarse del cine mucho más allá de lo comercial, ocupa un escenario histórico que antaño estuvo integrado en el extinto Hospital de San Sebastián. Otro inmueble de carácter institucional que goza de un espacio de este tipo es el Archivo Histórico Provincial, en Pompeyos -a la luz de la plaza de La Compañía-; o se topa uno, ya fuera del gran núcleo patrimonial, con el claustro del Palacio de la Merced, actualmente sede de la Diputación Provincial. Aquí se entremezclan deliciosamente el barroco y el estilo renacentista. Este último patio es en realidad otro elemento habitacional, el propio de casas señoriales y religiosas, cada cual por su lado.

Son los claustros, divisiones en planta alta y baja de los edificios en torno a un lugar al aire libre. Y que en centurias pasadas tenían además la función de estratificar Nobleza y servidumbre, por un lado, o servir de punto de meditación para la clerecía. De este tipo, sobresale también el patio -claustro- de la Facultad de Derecho en el presente y parte del convento del Carmen Calzado siglos atrás. La simbología es similar al del coqueto recinto resguardado por los muros de la Real Colegiata de San Hipólito, en el más auténtico corazón comercial y social de Córdoba, que es casi más elemento de la ermita de la Alegría. Todo es un conjunto. De carácter religioso se tienen otros muchos lugares, como el anexo al Santuario de Nuestra Señora de La Fuensanta, ya en lo que puede considerarse zona periférica pese a estar a unos metros del casco histórico por La Ribera y Santiago. Y ahí no sólo puede gozarse de las plantas sino de la histórica taxidermia de un caimán de leyenda.

De vuelta al centro -económico y no histórico-, el propio y el extraño puede disfrutar de patios tan dispares como los del Real Círculo de la Amistad, en la calle Alfonso XIII, o el del convento de San Rafael -o Capuchinas popularmente-, situado sólo unos metros más adelante si uno sube desde Capitulares. En breve distancia se hallan dos estilos completamente diferentes o, más bien, dos ideas arquitectónicas dispares en tanto en cuanto su uso era muy distinto. Camino otra vez del casco monumental, aparece los restaurantes de la Federación de Peñas Cordobesas o Deanes, reflejo de la capacidad de adaptación de los inmuebles con patio y que sólo son un ejemplo. Pero Córdoba se encuentra tan identificada con estos recintos que incluso es posible imaginarlos en plazas. Ocurre por ejemplo en la llamada Casa del Indiano, en la Judería -casi ya en la frontera de dicha zona-, o cerca de San Pedro. Cerca de dicha basílica menor están, sin ir más lejos, Los Aguayos, Las Tazas, Vizconde de Miranda y, un tanto apartado pero mínimamente, San Bartolomé.

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