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Héctor Alterio: “Lo anárquico me atrae mucho”

El actor Héctor Alterio | ALEX GALLEGOS

Juan Velasco

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Héctor Alterio coge el teléfono al primer timbrazo. “Muy buenas, querido”, responde al periodista con un brío muy juvenil, a sus 91 años. Faltan 24 horas para que vuelva a Córdoba con el espectáculo Como hace 3.000 años, una interpretación de los poemas de León Felipe, junto al guitarrista José Luis Merlín.

Es la segunda vez que presenta en la ciudad esta obra, que llevó hace dos años al Teatro Góngora. Aunque esta vez, la representación se encuadra en las actividades del festival Cosmopoética, justo en el medio de recitales de varios autores y el concierto de Sílvia Pérez Cruz. A estas dos vertientes -versos y acordes- que curiosamente conforman la obra, Alterio le suma su carisma y talento interpretativo. Que es, dice con sorna, lo que le falta a la mayoría de los poetas.

PREGUNTA. ¿Cuándo descubre la poesía de León Felipe?

RESPUESTA. Ohhh… No vamos para largo con eso. Era yo adolescente en Buenos Aires y León Felipe, que estaba radicado accidentalmente en México por asuntos de la Guerra Civil, venía con bastante frecuencia a Buenos Aires. Y ahí fue cuando lo vi por primera vez. Quedé fascinado con su presencia, con su poesía. Yo tendría 17 o 18 años. Y a los 20 me incorporé a un movimiento de teatro independiente que me absorbió y me olvidé prácticamente durante 20 años. Bueno, más que olvidar, dejé de frecuentarlo.

P. ¿Y cuándo lo vuelves a frecuentar?

R. Pues mira, al final la vida me lleva a radicarme en España y un amigo me lo hizo recordar. Y se me vino todo de golpe. Después de más de 20 años. Así que, junto con mi amigo, el excepcional guitarrista José Luis Merlín, impulsamos este espectáculo con su guitarra y con un puñado de poesías seleccionadas por mí.

P. Y así lleváis más de 15 años.

R. Sí. Es un espectáculo muy simple y modesto, pero tiene una virtud: a la gente le gusta mucho escuchar a León Felipe. Y a mí me posibilita salir de la poesía recitada e interpretarla como un contexto teatral. Y eso me entretiene mucho y al público también.

P. ¿Cómo es interpretar poemas? ¿Qué recursos interpretativos son más importantes?

R. Yo me olvido que son poemas. Yo cuando los leo por primera vez, quedo fascinado, pero cuando empiezo a decirlo en voz alta, me doy cuenta que no me puedo evadir de mi actitud de actor y lo único que trato es de encontrar la verdad para que el público me lo crea. Y he llegado a la conclusión, más allá de la vanidad que pueda parecer esto que te digo, de que me siento poderoso y dueño del trabajo. Me siento patrón. Yo voy manejando los silencios porque yo ya sé cómo va a ser recibido. Todo esto me hace feliz en el trabajo.

P. Y desde luego se parece bien poco a aquel León Felipe al que tú viste de joven recitando.

R. (Se ríe) No, no no. Aquello era un deslumbramiento que me provocó y me conquistó su poesía. Y bueno, yo lo he escuchado a él, pero está el agravante general de que los poetas recitan muy mal sus propios poemas (Se ríe). Pero bueno, lo cierto es que he encontrado una libertad y una creatividad absoluta en los poemas de esa época.

P. Es además un poeta muy querido en Latinoamérica, casi más que en España.

R. Pues sí. Ya era muy querido antes de que lo conociera yo. Por eso lo frecuenté. Por todo el ámbito que había creado en sus viajes a Latinoamérica.

P. Cualquier actuación tiene una parte de implicación emocional, pero quizá León Felipe haya pulsado en usted algunas teclas ¿no?

R. Sí. Evidentemente. Hay ciertas contradicciones en su figura, porque es un poco anárquico. Y lo anárquico me atrae mucho. Aún con su velado interés en dios y en la religión y todo eso, que yo soy absolutamente agnóstico y ateo, lo encuentro atractivo.

P. Y además, compartís el carácter de exiliados, aunque hayáis hecho el viaje inverso.

R. Sí, también hay algo de eso, sí. Pero eso son circunstancias que uno no puede manejar y que tiene que afrontar. Y así me ocurrió a mí. Ahora, de cualquier manera, han pasado muchos años, querido (Suelta una carcajada). Siempre que hablo del exilio parece que le pasó a otro. Pero no. Me pasó a mí y como consecuencia a mi familia.

P. Fíjese, tanto León Felipe como usted han tenido dos tipos de exilio. El exilio por coacción y también el de quien encuentra un hogar lejos de su hogar.

R. Sí. Él viajó muchas veces a Latinoamérica, pero luego a él le afectó el franquismo. Claro, claro, sí, son coincidencias.

P. ¿Cómo está viviendo todo esto del coronavirus, en lo personal y en lo profesional?

R. Ay, si yo pudiera responderte… No, yo me entrego mansamente al botón. Cuando digo el botón, digo la policía. Uso un lenguaje que tengo aprendido desde que era pequeño. Yo me entrego así a esta situación porque no tengo más remedio que esperar a ver qué pasa, qué sucede con todo eso. Me voy acomodando, como todos, a las circunstancias. Y no dejo de tener esperanzas en que esto termine lo más rápido posible. Y no tengo otra respuesta. No te puedo decir nada más. Si yo tuviera mayores elementos estaría con una bandera gritando la verdad de lo que pasa, pero no puedo.

P. Al menos tiene la oportunidad de decirlo desde un escenario.

R. Bueno, sí.

P. La cultura siempre será un salvavidas en días como estos.

R. Pienso que sí. Para mí, personalmente y fundamentalmente, eso es muy importante y así lo transmito.

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