Fueron los primeros en suspender su actividad ante el aumento descontrolado de los positivos por coronavirus y probablemente serán los últimos en regresar a la normalidad. Son los costaleros, hombres y mujeres encargados de llevar sobre sus hombros las imágenes que cada año procesionan en Semana Santa por las calles de nuestra ciudad. Las particulares características de los lugares donde desarrollan su labor -espacios cerrados, con poca ventilación y donde se aglutina un gran número de personas- hace inviable el normal desarrollo de esta tarea. Un vacío en las trabajaderas que a priori no encuentra solución a corto y medio plazo.
Luis Miguel Carrión Huertas, conocido popularmente como Curro, es uno de los capataces más contrastados de la Semana Santa de Córdoba. Con más de treinta años de experiencia a sus espaldas, cientos de hombres se ponen cada año a sus órdenes en las distintas cuadrillas de costaleros que tiene el honor de dirigir a lo largo de toda la semana. Sin embargo, su punto de vista sobre el momento que estamos viviendo es claro y directo. “Esta situación va a marcar un antes y un después en las cuadrillas. El tiempo de inactividad por el que estamos pasando va a propiciar que en años venideros muchos costaleros que hasta el pasado año se encontraban en activo decidan retirarse. Incluso, por miedo a contagiarse, puede ser que más de uno se replanté meterse debajo de un paso”.
Aunque el pasado año la Semana Santa tocó vivirla desde el confinamiento de nuestros hogares, para Curro, la Cuaresma y Semana Santa de 2021 está siendo todavía más dura que la anterior. “La Cuaresma de 2020 nos permitió vivirla casi al completo. De hecho, pudimos desarrollar casi la totalidad de los ensayos que teníamos previstos, con la convivencia habitual entre las distintas cuadrillas y todo el trabajo previo a la Semana Santa. Sin embargo, particularmente para mí, la Cuaresma y Semana Santa de 2021 está siendo muy dura. Este año podemos salir a las calles, pero no podemos desarrollar ese bendito oficio que tanto nos gusta”, confiesa a CORDÓPOLIS el capataz.
Uno de los puntos fuertes de las cuadrillas de costaleros es el hermanamiento y la unión que surge entre todos sus componentes. Un vínculo que por culpa de la pandemia está siendo muy complicado de mantener vivo. “La unión en las distintas cuadrillas surge de los estrechos vínculos que se originan bajo las trabajaderas, en la convivencia de las largas noches de ensayos y preparación. Eso ahora se nos ha arrebatado. Intentamos mantener viva la llama de todos los costaleros a través de los distintos grupos de WhatsApp de las cuadrillas, pero es muy difícil, por no decir imposible”, explica Carrión con la voz casi entrecortada.
Las distintas hermandades y cofradías de la ciudad han preparado todo tipo de actos para celebrar una Semana Santa única y diferente que sustituya a la que se celebra tradicionalmente. Unos actos a los que Curro mira con algo de recelo. “Yo particularmente tengo miedo a las celebraciones que hay ahora. Entiendo que las cofradías intentarán que todo se desarrolle de la manera más segura posible, con aforos limitados y extremando todas las medidas sanitarias, pero no puedo evitar tener esa sensación”.
Aunque el horizonte parece algo más claro para el próximo año, Luis Miguel Carrión cree que todo no será tan sencillo como parece. Incluso plantea la posibilidad de que en 2022 las hermandades reinventen el concepto de procesión para poder vivir una Semana Santa en las calles. “Yo no es lo que piense o lo pueda afirmar, pero existen distintas formas de sacar las cofradías a la calle sin tener que utilizar costaleros. Si tiene que haber Semana Santa y debe haber algún sacrificado, todos sabemos a quienes van a sacrificar”. Una dura realidad que cuanto antes se asuma, más fácil será de digerir.
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