Tres historias en Puente Genil

Un bolo veraniego da para mucho. Puede ser un episodio fugaz, intrascendente, casi un engorro para algunos. Pero estos singulares espectáculos para minorías, una romería de justificadas excusas para equipos “sin arreglar” que visitan sitios a los que normalmente no acudirían, deparan intrahistorias de lo más curioso. En el estadio Manuel Polinario 'Poli' -en honor a un pontanés que en su día amargó un partido al mítico Bobby Charlton- hubo tres futbolistas del Córdoba que experimentaron sensaciones únicas. José Manuel Fernández, Javi Flores y José Antonio González podrán recordar dentro de años, seguramente con una sonrisa, aquella noche en la que jugaron como blanquiverdes -es un decir: vistieron de naranja en el calentamiento y de verde en el juego- ante un rival de Tercera bajo la luna de julio del verano cordobés.

José Manuel Fernández, el capitán del Córdoba, tenía un pie y medio lejos del club unas horas antes de la cita en Puente Genil. Finalmente, acudió al amistoso y terminó jugando la segunda parte. ¿Qué ocurrió? “Parece que definitivamente se queda con nosotros”, dijo Enrique Martín a los periodistas tras el partido (0-2). La propuesta de la Sociedad Deportiva Ponferradina, que pretendía al lateral cordobés, no fructificó. Hay intereses cruzados en el asunto. Al Córdoba le vendría bien desprenderse del jugador -por motivos fundamentalmente económicos: tiene un contrato alto para la categoría hasta 2021-, pero Fernández ha insistido en numerosas ocasiones en quedarse. Ya aceptó renegociaciones a la baja en el pasado. Si sus 45 minutos en Puente Genil son los últimos está por ver. Martín Monreal garantizó su permanencia “salvo sorpresa”.

Si para Fernández pudo ser el último, para Javi Flores fue el primero de una etapa nueva. Salió de El Arcángel hace ocho años y ha vuelto este verano después de renunciar a un año de contrato con el Elche, donde era titular en Segunda, para retornar a un Córdoba destruido por el descenso y fuera del mapa del fútbol profesional por primera vez en doce años. Flores, con 33 tacos ya, sabe lo que hace. En el Manuel Polinario de Puente Genil volvió a tocar la pelota con el mismo escudo que defendió desde que tenía 7 años y hasta que a los 25 le enseñaron la puerta de salida. Será uno de los capitanes de la plantilla, al lado de Fernández. Un par de hijos pródigos del cordobesismo para liderar un proceso muy parecido a una resurrección.

No pasó tanto tiempo en la cantera del Córdoba el mediocentro José Antonio González como Fernández y Flores, pero sí el suficiente como para haber dejado huella. Fue el capitán y pieza referencial en la última etapa del filial en Segunda B, el mismo lugar en el que ahora está el primer equipo. A González le incluyeron en la lista de salidas blanquiverde y se fue al Granada, donde progresó hasta llegar a pisar la primera plantilla en Segunda. Ahora le han enviado a la que fue su casa en calidad de cedido. Y le tocó estrenarse precisamente en Puente Genil, su pueblo, en donde comenzó a dar patadas al balón. Marcó el 0-1 con un lanzamiento certero de falta y no hizo fiestas para celebrarlo. “Llevaba mucho tiempo sin jugar en mi pueblo y hacerlo con el Córdoba, con el primer equipo, pues me deja muy contento”, dijo el futbolista, quien se alegró por el gol, que estuvo “muy bien”, aunque resaltó que partidos como este “son para coger sensaciones y minutos”.