El mayor éxito de Osasuna en El Arcángel fue ¡ante el Sevilla!
El equipo navarro eliminó de la Copa del Rey al conjunto hispalense en 1999 en un partido disputado en el estadio cordobés por la clausura del Sánchez Pizjuán
Nunca han ganado en El Arcángel. Ni siquiera aquella noche de invierno en la que, al menos, salieron con una sonrisa triunfante en sus rostros. El Club Atlético Osasuna ha visitado el estadio blanquiverde en ocho ocasiones en toda su historia en campeonatos de Liga, con un paupérrimo balance: dos empates y seis derrotas. La última vez fue en la campaña 1999-2000, un 2-1 (Arnau y Andrés Armada) ante el Córdoba de Pepe Escalante, que vivía momentos de pujanza con la Segunda División recién estrenada después de un calvario de 17 campañas por los cenagales del fútbol nacional. Fue en octubre. Osasuna pasaba por ser un grande de la categoría de plata y el triunfo local se celebró. Dos meses después, el equipo navarro volvió a Córdoba para disputar uno de esos partidos que quedan como un expediente X en la memoria colectiva de la afición local, a la que ni le iba ni le venía nada en un Sevilla-Osasuna de la tercera eliminatoria de la Copa del Rey. Y menos cuando los cordobesistas ya habían sido eliminados por el Espanyol (1-1 y 2-0). Presenciar un partido en una fría y lluviosa noche de 1 de diciembre en El Arcángel entre Sevilla y Osasuna no suponía ninguna clase de atractivo. De hecho, apenas se congregaron dos mil personas en el campo y la mayor parte eran seguidores del equipo andaluz. Que jugaba en casa. O eso se suponía.
El Sevilla llegaba como colista de Primera División y con su técnico, Marcos Alonso, en entredicho. En la ida habían perdido por 1-0 en El Sadar y necesitaban una remontada. Con el Sánchez Pizjuán clausurado, el club descartó irse a La Cartuja y entendió que era una buena idea trasladarse a Córdoba. Los de Nervión mostraron una imagen espantosa. La presencia en sus filas del cordobés Juan Carlos Gómez les proporcionó un tibio asidero emocional con los seguidores cordobeses, que contemplaron el partido sin decantarse por sus paisanos andaluces. Con el devenir del partido, terminaron animando a Osasuna. Los jugadores rojillos vivieron con extrañeza esos ánimos recibidos con aires del sur, ajenos sin duda a rivalidades y reivindicaciones regionales en el marco del fútbol.
¿Y qué pasó? Se adelantó el Sevilla con un gol espectacular del griego Tsartas en el minuto 19. Un cuarto de hora después, el polaco Treczyak firmó el empate y ya obligaba a los andaluces a marcar dos goles para seguir adelante. Demasiado para una formación deprimida, que no dio una a derechas. El marcador final fue de 1-1 y el Sevilla quedó eliminado, sufriendo además las mofas de los seguidores locales. Un grupo de ultras sevillistas dejó graves destrozos en los servicios del estadio y todo terminó de un modo agrio, con unos jugadores osasunistas que llegaron a dar hasta una vuelta de honor. Aquel Sevilla acabó descendiendo a Segunda. Y aquel Osasuna, con Lotina, cerró el curso subiendo a Primera. Nunca más volvió por aquí. Hasta el sábado.
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