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El festival del desconcierto

Córdoba - Rayo Majadahonda (1-1) en El Arcángel | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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Está decidido a vivir entre problemas. Como si tuviera pocos a nivel institucional, en el plano deportivo la situación comienza a ser más que preocupante. El Córdoba no es capaz de resolver una coyuntura que va a peor. Al cierre de la primera vuelta ocupa la penúltima plaza -que puede ser la última si el Nàstic gana en Elche- y como mínimo a tres puntos de la permanencia. La realidad es cruda para el conjunto blanquiverde aún más tras igualar ante el Rayo Majadahonda, un partido que por momentos se convirtió en un peculiar festival del desconcierto. Sumida en esa sensación, tanto como en el sufrimiento, se halla la afición, a lo que esta vez ayudaron las decisiones tomadas por Curro Torres y que tuvieron como principales protagonistas a dos jugadores que tienen un pie fuera del equipo.

La sorpresa saltó al conocer el once dispuesto por el técnico califal. El de Ahlen optó por incluir en la alineación a Aythami Artiles, quien regresaba al campo tras su baja de última hora en el anterior choque liguero. La presencia del central en el césped era la quizá la gran duda en esta ocasión, dado que días atrás mostró su deseo de salir de la entidad para firmar con Las Palmas. Después de esa declaración de intenciones, el entrenador blanquiverde aseguró que trabajo bien, con intención de obtener un hueco en el equipo. Entró al terreno de juego con el brazalete de capitán, lo que cuando menos resultaba curioso dada la situación. Pero más allá de esta circunstancia, era necesario saber de qué forma reaccionaría la hinchada califal ante su aparición.

Los silbidos siguieron al anuncio del futbolista por megafonía. Los aficionados dictaron de esta forma sentencia para el defensa, que después selló una actuación más que discreta. Su participación estuvo en consonancia con la extrañeza del duelo con el Rayo Majadahonda, que por si fuera poco se adelantó en el marcador. Al descanso se llegó de hecho con ventaja visitante, lo que ocasionó una bronca mayor al conjunto blanquiverde. La tensión, como el enfado, estaba patente. Mientras tocaba luchar con el frío, helador como en las últimas fechas. El juego de palabras estaba servido: el equipo de Curro Torres estaba congelado. Sobre todo en ataque, donde el de Ahlen dio la gran sorpresa, ésta lo fue mucho más, con la alineación de Erik Expósito.

De repente, el jugador cuyo nombre surgió en primer lugar en la lista de salidas en el mercado de invierno formó parte del once. Había que tirar de memoria para encontrar al canario por última vez en el campo con la blanquiverde. No tanto para recordar la razón por la que había caído en el ostracismo. El atacante apenas tocó balón y mostró su incapacidad para ver puerta. El festival del desconcierto creció en la reanudación, cuando el preparador blanquiverde retiró a Álvaro Aguado. Los silbidos se sucedieron tras el cambio, que fue claramente reprobado. La situación se tornaba poco a poco casi insufrible. Por fortuna apareció Federico Piovaccari para minimizar los daños con un golazo que otorgó un empate que a la postre fue definitivo.

En ese momento probablemente la afición pensaba que era posible la remontada. Sin embargo, la ilusión se rompió con la expulsión de Aythami. El canario jugó con fuego y terminó por quemarse en una mañana gélida. Al menos, su llamarada no acabó en incendio. La hinchada blanquiverde dictó sentencia de nuevo. A la pitada que se llevó el futbolista siguió después un cántico que dejaba claro que la relación está rota. “Vete a Las Palmas, Aythami vete a Las Palmas”, le señaló un sector de la grada, fría como la temperatura. Pero el central no fue el único que recibió reprimenda por parte de los aficionados del Córdoba, pues también hubo para el Consejo de Administración. “Directiva, dimisión”, reclamaron con el duelo en su recta final. Tras el último pitido del árbitro, huída en busca de un lugar más cálido y silencio. El cuadro califal bailó en una auténtica fiesta del desconcierto.

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