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El Córdoba emborrona la ilusión

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Paco Merino

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Se quedó en el amago. Empezó el partido de un modo fantástico y terminó rumiando su desgracia. Marcó muy pronto Andrés y el aroma del milagro sobrevoló un graderío excitado. Luego llegó la decepción: un autogol de Loureiro y un tanto decisivo de Fede Vico, el enemigo íntimo del cordobesismo, un icono de la cantera que regresó para ajusticiar al equipo que le alumbró en el fútbol profesional. Así son las cosas. Y todo en tres minutos fatídicos, en los que se fueron los planes al traste porque después ya no hubo modo de recomponerlos.

El Córdoba ha avanzado con sus fichajes. Ofrece un mejor aspecto y nadie podrá negar que ponen sudor y dedicación. Pero eso no es suficiente. Necesita una solución a la altura del problema, que es monumental. Ante el Granada reeditó viejas taras y eso le costó el partido y un bajonazo a la ilusión que había generado su triunfo en Tenerife. Un equipo que no es capaz de enlazar dos victorias no transmite crédito. Ni al entorno ni a sí mismo. Esa tarea le queda pendiente a los de Curro Torres, un técnico que tendrá que soportar de nuevo incómodas preguntas en la semana bajo presión que se le avecina.

Lo mejor del Córdoba es que ya se ha reconocido. Ya sabe quién es y qué es lo que está haciendo en este curso. Se quedaron atrás la provisionalidad en las actuaciones, las cuentas en el aire, los vaticinios basados en hipótesis de dudosa fiabilidad... Los que están son los que son. No hay más. Un grupo humano y un desafío divino, por lo que comporta de milagroso. No es novedad en la casa. Una vez más, el Córdoba debe resucitar de entre los fiambres de la Liga con una mutación brutal. Dicen que las desgracias sirven para unir, aunque no es del todo cierto. Cuando las cosas van mal, hay quienes se sitúan en una esquina buscando la mirada cómplice de otros con los que coinciden en la idea de que el problema es de cualquiera menos de uno. Otros deciden que hay que unirse para, al menos, rebelarse contra el destino y dejar un testimonio de honestidad y ética laboral. El pasado puede explicar bastante, pero no va a arreglar nada. Y en ésas anda este Córdoba, que ha activado todos los resortes típicos de las etapas de crisis. Que, en realidad, viene siendo el estado natural de una entidad que ha normalizado el fracaso como parte fundamental de su existencia. Es su imagen de marca.

Curro Torres, como se preveía, tocó lo justo en el once. Devolvió la titularidad a Carlos Abad en la portería -tras la eficiente sustitución que desempeñó Marcos Lavín en Tenerife- y otorgó un puesto en la defensa de tres centrales a Álex Quintanilla, que se situó al lado de Miguel Flaño y Luis Muñoz. Se quedó finalmente fuera de combate Chus Herrero, debutante y goleador en la pasada jornada. El zaragozano no se restableció por completo de sus molestias en la rodilla izquierda. En el Granada se estrenó en Liga en Segunda un cordobés, Adri Castellano, forjado en la cantera blanquiverde y hoy ganándose el jornal en un equipo en el que suplió en el lateral a otro paisano, Quini, natural de Fernán Núñez y sancionado. El foco estaba, no obstante, en dos figuras: en la punta Rodri, excordobesista y especialmente motivado cada vez que se cruzó con su antiguo equipo. Tres veces lo hizo y otras tantas logró marcar. Pero la presencia más llamativa fue la de Fede Vico, el último futbolista cordobés que marcó un gol en Primera División con la camiseta del Córdoba. Se lo hizo en propia puerta ante el Getafe, en una acción que contribuyó a traumatizar a toda una legión de hinchas que creían que su equipo iba a vivir en la élite algo más de tiempo.

El Granada trató de asustar tras el saque inicial con una presión alta al Córdoba, que supo contrarrestar este primer arreón intimidatorio de un modo formidable. Después de una jugada con más de treinta toques de balón sin que ningún rival acertara a frenarla, el equipo de Curro Torres asestó un sonoro bofetón. A los dos minutos, Andrés Martín llevó el delirio a las gradas con un zapatazo furioso que entró en la meta de Rui Silva para llevar el 1-0 al marcador. El delantero de Aguadulce cazó un balón rechazado por la defensa tras un disparo de Loureiro, lo controló con el pecho y batió al portero. El 1-0 para los anfitriones dio al duelo una dimensión distinta, forzando al Granada a dar un paso adelante para frenar la efervescencia de los blanquiverdes. Pudo llegar el segundo para el Córdoba en el minuto 12, de nuevo con una ocasión para Andrés Martín. El delantero se fue con habilidad de los centrales, controló en carrera un envío largo de Yann Bodiger y conectó un disparo que detuvo con seguridad Rui Silva.

Con ventaja, el Córdoba trató de no perder la posición y buscar las grietas de un Granada que estaba obligado a irse arriba. Pero los de Diego Martinez no lo hicieron de modo alocado, sino con un plan y unos actores relevantes. Entre ellos, Álvaro Vadillo. El de Puerto Real, en su día una estrella emergente del Betis al que las lesiones alejaron de la primera línea, se mostró incisivo por su costado. En sus botas nacieron las mejores oportunidades del Granada, que pidió penalti por una caída de Rodri Ríos ante Quintanilla y Flaño en el minuto 18.

El control creció por parte de los visitantes, que lograron el premio a su insistencia en el minuto 25, con una acción bien hilada que terminó con un centro al área de Álvaro Vadillo que el lateral Loureiro, en su intento de despejar de cabeza, introdujo en el marco de Carlos Abad. Los rojiblancos llevaban tres jornadas sin marcar y solo tardaron cuatro minutos en hacer el segundo tanto. Vadillo robó un balón en su campo, recorrió metros hostigado por Álex Quintanilla y terminó zafándose del bilbaino para meter un centro al que llegó Fede Vico. El ex cordobesista juntó las manos escenificando una disculpa a la que fue su afición. El 1-2 dejó la grada enmudecida.

El estado de depresión general pudo variar si Andrés, en una contra, hubiera empatado, aunque el Granada estaba en una dinámica positiva. El atrevimiento de Fede Vico, la habilidad y desborde de Vadillo y la pegajosa briega de Rodri fueron un quebradero de cabeza constante para la retaguardia del Córdoba, al que el descanso le llegó como una oportunidad para refrescar ideas y retocar planes. Todo empezó fenomenal, pero se le enturbió el panorama de un modo dramáticamente similar al de ocasiones anteriores.

Vadillo, en un lanzamiento de falta, tuvo la primera ocasión nazarí en la segunda parte en el minuto 49. Dos minutos después, Dani Ojeda la tuvo en un remate a bocajarro que Carlos Abad despejó apuradamente. Aquello no iba bien. El Córdoba lo intentaba, pero le faltaba acierto arriba. Se presentaba a trompicones, sin autoridad, con mucho mérito pero poco empaque y menos efectividad.

Curro Torres tomó medidas. El de Ahlen realizó su primer cambio sacando del campo a Carrillo, al parecer con molestias, para dar entrada al suizo-congoleño Neftalí Manzambi, que en su primera acción se ganó una tarjeta amarilla por golpear a Germán. La fogosisdad del delantero cedido por el Sporting de Gijón fue una metáfora de este Córdoba voluntarioso pero a medio hacer. Se vacía en el campo, pero le falta la seguridad que dan los resultados. No gana porque sabe que tiene que hacerlo por imperativo clasificatorio.

Las llegadas del Granada eran continuas ante un Córdoba con poca fluidez. El técnico local agotó a falta de media hora todos sus cambios, colocando a Blati y Jaime Romero para buscar un efecto revulsivo y controlar algo más el centro del campo, donde Montoro dio una lección de eficiencia. El Granada administraba su ventaja y no se iba arriba, consciente de que el Córdoba estaba bastante negado y apenas generaba peligro real. No arriesgó ni falta que le hizo.

Un cabezazo de Manzambi en el minuto 73 que salió alto animó al Córdoba, que se fue hacia arriba espoleado por su propio agobio. El ariete blanquiverde la tuvo clarísima en el minuto 77, cuando recibió totalmente solo un pase de Álex Menéndez y envió el balón por encima del larguero. El carrilero asturiano estuvo especialmente activo en el tramo final, en el que con cada vez menos convencimiento los de casa seguían el goteo de apariciones intrascendentes sobre el marco granadino. En la última acción del choque llegó a subir para buscar un posible remate el portero Carlos Abad. No sirvió de nada. El Granada se atrincheró con acierto y terminó llevándose una victoria que le da aire en su pelea por el ascenso, dejando al Córdoba en una situación crítica. Los blanquiverdes esperarán ahora que el resto de los marcadores no agraven aún más su estado.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA, 1: Carlos Abad;  Álex Quintanilla, Miguel Flaño, Luis Muñoz, Loureiro, Aguado (Blati Touré, 63'), Yann Bodiger, Álex Menéndez; De las Cuevas, Andrés (Jaime Romero, 66') y Carrillo (Manzambi, 51').

GRANADA, 2: Rui Silva; Víctor Díaz, Germán, Martínez, Adri Castellano; Fede San Emeterio, Montoro; Vadillo (Antonio Puertas, 86'), Dani Ojeda (Ramón Azeez, 65'), Fede Vico (Pozo, 69'); y Rodri.

ÁRBITRO: Sagués Oscoz (Comité Vasco). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Manzambi y Bodiger y a los visitantes Rodri Ríos y Víctor Díaz.

GOLES: 1-0 (2') Andrés. 1-1 (25') Loureiro, en propia puerta. 1-2 (28') Fede Vico.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la vigésimo sexta jornada del campeonato nacional de Liga 1/2/3, disputado en el Estadio Municipal El Arcángel ante 14.242 espectadores.

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