Toque de atención en las islas

Domingo de fútbol en clave blanquiverde. El viaje más largo hasta la fecha para el Córdoba, que en esta quinta jornada debía rendir visita a la cancha del Tamaraceite, con la firme intención de mantener su gran momento de forma. Cuatro de cuatro en los compromisos hasta la fecha, y ahora con el deber de afrontar un desafío nuevo este curso, pues el choque se iba a celebrar en un campo de césped artificial. Es lo que tiene la Segunda RFEF. Sin embargo, eso no propició relajación alguna en el bando califa, que saltó al terreno de juego del Juan Guedes, una vez más, a un ritmo intenso, queriendo evitar dar ninguna oportunidad para crecerse a su rival.

Fue así como los cordobeses fueron acumulando sus primeros acercamientos peligrosos. Un par de llegadas al área canaria en los primeros compases, y que culminarían con una pena máxima decretada a favor del Córdoba. Primeros gritos de alegría de los aficionados cordobesistas desplazados a la islas. Así, Willy supo resarcirse del fallo en el último choque en casa y convirtió el penalti, sumando un tanto más para su cuenta particular y adelantando a los suyos a los cuatro minutos de partido. La contienda parecía tomar buen tono para el Córdoba. 

Eso sí, esa efervescencia inicial acabó tornándose en una relajación mutua tras el gol. El Tamaraceite quiso bajar el ritmo para no sufrir en demasía, y los de Crespo no mantuvieron la quinta marcha puesta con el fin de mantener las fuerzas intactas durante los primeros 45 minutos. Con todo, seguían siendo superiores los califas, aunque ahora sin lograr tener tanta presencia ofensiva. Eso sí, un remate de Fuentes cercano a la media hora de encuentro volvió a incentivar los ánimos de los de Germán Crespo. 

Pero también por esos instantes creció el ímpetu local, ya que el Tamaraceite se apuntó entonces su primera oportunidad peligrosa, aunque la misma fue repelida sin mayores apuros por Felipe Ramos. Los siguientes compases fueron de ocasiones intermitentes. Ahí, José Cruz probó fortuna en un balón botado en falta directa desde la frontal, aunque éste se marchó acariciando la cruceta. Incluso habría tiempo para una más antes del descanso, en este caso para los locales. Fue un viejo conocido por la afición cordobesista como López Silva el que puso a prueba a Ramos con un golpeo pegado al poste que detuvo el arquero con una gran estirada. Con la mínima ventaja y sensaciones compartidas se puso rumbo al túnel de vestuarios. 

La reanudación trajo mayor igualdad que todo lo que se había visto en el primer acto, aunque ahora incluso con mejores sensaciones para el Tamaraceite, mucho más incisivo sobre el área blanquiverde y acumulando saques de esquina, aunque sin peligro real para los intereses califas. El Córdoba achicaba aguas como podía superada la hora de partido. Era el mejor tramo del Tamaraceite y tocaba tirar de oficio para seguir manteniendo la ventaja. También en estos escenarios deberá hacerse fuerte el plantel.

El partido pasó a un tramo más turbio entre los acercamientos locales. Las discusiones entre futbolistas comenzaron a hacerse notar, coincidiendo con los mayores sufrimientos cordobeses y con el Tamaraceite jugando ya a pecho descubierto. Pero en esa delicada situación también hubo margen para rascar peligro por parte de los de Crespo. Y es que con el juego roto y a campo abierto, la velocidad de Simo y Luismi se hacía notar. Sin embargo, también los canarios tenían armas peligrosas. En concreto en los pies de López Silva, que seguía siendo el actor más notorio de su plantel, y otra vez se quedó cerca del empate con otro disparo de falta directa. Solo fue un aviso de lo que llegaría minutos después, ya que Carlos Cid emprendió una jugada en solitario por banda y, tras driblar a un defensa califa en el área, logró batir a Ramos con un disparo cruzado. La prisas entraron en escena y los balones en largo ya eran una constante en ambos bandos. Fue el Córdoba el que propuso mayor insistencia, aunque sin encontrar claridad ni fluidez. Así, los blanquiverdes ceden sus primeros puntos del curso en un encuentro cargado de irregularidades.