CD Mirandés - Córdoba CF

— El Rival

El CD Mirandés, otro rival en la UCI que busca reanimarse a costa del Córdoba CF

La historia parece repetirse en el calendario del Córdoba CF. Tras verse las caras recientemente con equipos en situación crítica como el Leganés o el Eibar, el conjunto blanquiverde se prepara para enfrentar este fin de semana a otro “paciente en la UCI” de LaLiga Hypermotion. El CD Mirandés llega a este último partido del año con el agua al cuello, ocupando la 21ª posición (penúltimo) con 16 puntos, empatado con el colista Real Zaragoza y anclado en la zona de descenso desde hace dos meses. Sin embargo, reducir al rival a su posición en la tabla sería cometer un error fatal. El Mirandés es, hoy por hoy, un 'lobo con piel de cordero': un equipo que puntúa como un descendido pero que juega, corre y presiona como pocos para tratar de revertir su situación.

El artífice de todo ello es Jesús Galván. El banquillo jabato ha sufrido una transformación radical desde su llegada que aún no se refleja en los marcadores, pero sí en los datos y en el propio juego del equipo. La llegada del técnico sevillano para sustituir a Fran Justo ha cambiado el ADN del equipo: se acabó el bloque bajo pasivo y temeroso de inicio de curso; este nuevo Mirandés es un equipo proactivo y valiente, que no duda en ir hacia adelante a presionar y a hacer incómodo el partido para los rivales.

Los números son el mejor notario de este cambio: desde el relevo técnico, el Mirandés ha dejado de ser el equipo que más ocasiones concedía de la liga para convertirse en un bloque sólido. Sus métricas de Goles Esperados (xG) en contra han bajado a una media de 1.51 por partido, que pese a estar lejos de ser una defensa de garantías, mejora los números acumulados de su antecesor. El equipo ya no se encierra; ahora defiende lejos de su portería, siendo el conjunto con dos características muy similares a las del Córdoba CF: una defensa muy adelantada y un alto índice de recuperación en campo contrario.

Un esquema camaleónico y de riesgo

En lo táctico, Galván ha dotado al equipo de flexibilidad. Tal y como se vio en el último duelo ante el líder Castellón, su dibujo habitual fluctúa entre un 4-4-2 y un 5-4-1 dependiendo de la posición de Pablo Pérez, que puede actuar de lateral o tercer central. Esta valentía táctica, sin embargo, es un arma de doble filo. Al adelantar tanto la línea defensiva para asfixiar la salida de balón rival, el Mirandés se expone a sufrir a su espalda. Un error en la presión de su jovencísimo doble pivote (Thiago Helguera y Rafael Bauzá) o un balón bien filtrado puede dejar a sus centrales vendidos en carreras a campo abierto. Es un equipo que asume riesgos: o roba y mata, o le pillan descolocado.

Y, si el sistema busca sostener al equipo, el talento individual lo pone Carlos Fernández. El delantero, cedido por la Real Sociedad, es un lujo para la zona baja de la tabla y prácticamente para cualquier equipo de LaLiga Hypermotion. Suma 7 goles esta temporada (3 de penalti) y su influencia es total: participa directamente en casi la mitad de los tantos del equipo. Con un total de 16 partidos y 13 titularidades -73 minutos por partido-, es el jugador más importante del equipo y un arma total: 2 goles de cabeza, 4 goles con la izquierda y 1 gol con la derecha.

Y es que el espigado delantero sevillano no es un '9' estático; baja a recibir, oxigena el juego y conecta con la segunda línea. Allí ha encontrado a un socio inesperado: Gonzalo Petit. El joven atacante, pese a tener un rol teórico de revulsivo, ha aprovechado sus minutos para sumar 4 dianas y aportar una movilidad indetectable para las defensas rivales. De hecho, ya la pasada semana ante el CD Castellón logró llegar a la titularidad, provocando el penalti que produjo el único gol jabato en Castalia -firmado por Carlos Fernández-.

Poca contundencia en las áreas

El gran drama de este Mirandés es similar al que ha vivido el Córdoba CF durante gran parte de las últimas temporadas: la falta de contundencia en ambas áreas. Por un lado, en el perfil ofensivo, es un equipo que genera ahora mucho más volumen de ataques que antes -disparan más, centran más, pisan más el área rival-. Sin embargo, les cuesta un mundo convertir esas ocasiones en goles si no aparece la magia de Carlos Fernández. Generan juego de equipo grande, pero la ansiedad en muchas ocasiones les acaba penalizando en los últimos metros.

Por otro lado, pese a haber mejorado sus métricas defensivas, sigue siendo un equipo que concede al rival, que le da espacios y que, fruto de su planteamiento, permite a los contrincantes correr a la espalda de la defensa. No son contundentes en su propia área y permiten multitud de disparos, con mucho espacio entre ambas líneas y dificultad en muchas ocasiones de sacar el balón jugado desde su propio campo.

Pero, pese a todo ello, el Córdoba CF no debe fiarse de la clasificación. Los blanquiverdes visitan a un equipo en clara dinámica ascendente de juego, buscando resarcirse y, ya por fin, rozando el fin de su “exilio” en Mendizorroza (donde ha ejercido de local por obras en Anduva). A este último duelo del año llega con la necesidad imperiosa de sumar para no descolgarse definitivamente, lo que le convierte, una semana más, en un rival trampa en toda regla.