Caballero y José Carlos, talento a las puertas
Ambos están integrados ya en la dinámica de los entrenamientos | Ferrer podrá contar con ellos en próximas convocatorias | Salen de una delicada de lesión de ligamentos en la rodilla
Se les nota en la cara. Y, sobre todo, en las piernas. Para Carlos Caballero (Alcorcón, 1984) y José Carlos Fernández (Minas de Riotinto, 1987) está muy cercano el día en que podrán pisar de nuevo un campo de Primera División. Ya lo hacen en El Arcángel, donde se ejercitan en sesiones de entrenamiento en las que Albert Ferrer sigue al detalle, al lado de su cuerpo de técnicos y fisios, cada uno de los movimientos de dos futbolistas que tienen mucho que decir en este Córdoba. Ambos cuentan las horas que les faltan para volver a competir. No tardarán mucho si los planes siguen el curso previsto. Integrados en la dinámica de sus compañeros en la primera plantilla, podrían tener opciones de entrar en las próximas convocatorias del técnico catalán. El próximo viernes será en Almería; unos días después, en casa frente al Sevilla. Los jugadores ven cercano el final de un periodo doloroso con visitas al médico, mucho gimnasio, poco césped y nada de competición. Ambos sufrieron una de las lesiones más temidas por un futbolista: la rotura del ligamento cruzado de la rodilla.
A Caballero le tocó experimentar la cara más dura del fútbol en todas sus facetas durante el pasado mes de febrero. El Córdoba deambulaba por el campeonato de Segunda División ofreciendo su imagen menos lucida y en los despachos echaban humo. Fueron los días del despido de Pablo Villa, la interinidad de Carrión y el fichaje como nuevo responsable del banquillo de Albert Ferrer. Caballero jugó sus últimos tres encuentros oficiales con la blanquiverde con tres entrenadores distintos. No ganó ninguno. En un entrenamiento, una acción fortuita con el nigeriano Obiora le dejó tendido en el piso. Todos se echaron las manos a la cabeza. Horas después, el club anunciaba que el mediocentro de Alcorcón pasaría por el quirófano. Seis meses, tiempo mínimo de recuperación. Luego llegaron el ascenso a Primera, las fiestas, la reconstrucción de la plantilla y las nuevas exigencias. Y ahí sigue Carlos Caballero, uno de los más veteranos del plantel -fichó en 2011, junto a López Silva, los dos procedentes del Cádiz-, que podría ver un sueño realizado antes de cumplir los 30.
Formado en la cantera del Sevilla, José Carlos sí ha catado la élite. Lo hizo con los colores del club de Nervión y, más recientemente, con el escudo del Rayo Vallecano. Allí estuvo dos cursos a las órdenes de Paco Jémez: uno fue espectacular (32 partidos, 2 goles); el segundo, fatal desde el inicio. En la primera jornada de la Liga 13-14, ante el Elche, el extremo izquierdo sintió el dolor y pidió el cambio en el minuto 36. Cuando su equipo celebraba el buen debut (3-0) se enteró del infortunio de su compañero: el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda estaba roto. No terminaron ahí las desgracias de José Carlos, que reapareció en Vallecas ante Osasuna. Unos minutitos (23), victoria por 1-0 y sensaciones extrañas. Siete días después, comparecencia en el Santiago Bernabéu. Al Rayo le cayó un 5-0 y a José Carlos la peor de las certezas: su rodilla no estaba bien. Salió del campo en el minuto 82 dejando a su equipo con diez, pues Paco Jémez ya había agotado los cambios. Pero el de Minas de Riotinto no podía más. Imposible continuar. El diagnóstico fue claro: sinovitis postraumática.
Desde el 29 de marzo de 2014, José Carlos no ha disputado ni un solo partido. Llegó este verano con la carta de libertad del Rayo y tras haber estado a punto de fichar por el Deportivo de La Coruña. El Córdoba le ha dado la oportunidad, quizá la última, de reengancharse al fútbol de primer nivel en España. “Esto es un lujo para mí, sobre todo después del año que pasé en Madrid. Estoy con muchas ganas”, dijo el onubense en su presentación oficial. Tiene 27 años y un contrato de una temporada. Su compañero de fatigas, Caballero, tiene firmada una relación a largo plazo con el Córdoba: su vínculo expira en el 2018. Ambos tienen hambre atrasada. El Córdoba les espera como refuerzos de alto calibre para elevar el nivel creativo de su línea de ataque.
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