El Ángel Ximénez nunca cae sin batallar
Los roles se supone están para algo. Aunque en deporte es conveniente demostrarlo en la cancha, sea de césped o sintética -o de cualquier otro material-, porque si no es posible tener una desagradable sorpresa. No le sucede en esta ocasión al Logroño La Rioja, rival teóricamente de mayor rango, en su visita al Pabellón Alcalde Miguel Salas de Puente Genil. Pero tampoco es que regrese a su tierra como si hubiera sido todo coser y cantar. Básicamente porque el Ángel Ximénez está hecho de otra pasta, tal y como deja claro durante esta temporada, y puede caer, pero no arrodillarse. Dicho de otro modo, el conjunto dirigido por Paco Bustos sucumbe, como quizá pudiera resultar previsible, ante uno de los adversarios más potentes de Sacyr Asobal pero lo hace con el orgullo de luchar hasta el final (34-36). Y tras una primera parte muy desequilibrada, por cierto.
El Ángel Ximénez saltó a la pista de su pabellón con la confianza en su trabajo y sus aptitudes, a lo que suma siempre su actitud. Si recibía un gol, respondía con otro. De tal modo, el primer cuarto de hora transcurrió con cierta igualdad en el tanteador. Por mucho que el Logroño La Rioja tratara de establecer diferencias notorias, éstas eran salvables siempre. Lo cierto es que en ese momento ya intervenía una y otra vez en ataque Agustín Casado para el cuadro visitante. Al final acabó como máximo anotador del encuentro con la friolera de 11 goles. Precisamente sus prestaciones ofensivas se convirtieron en la piedra angular de la victoria riojana en Puente Genil, que con todo no fue tan sencilla como parecía antes del camino a vestuarios. Con un 13-18 que dejaba la senda pedregosa se marcharon ambos equipos al descanso.
No cambió en exceso el guion durante la segunda mitad del partido, en la que aun así permanecía siempre batallador el Ángel Ximénez. El conjunto de Puente Genil tenía a Juan Castro, por cierto, como su máximo referente en ataque. Terminó la contienda con ocho dianas, otra cifra nada desdeñable. Sea como fuere, el Logroño La Rioja se escapó poco a poco en el electrónico, con rentas superiores a los cinco tantos de la primera parte. Por ejemplo, el tercer parcial de la reanudación, a los 15 minutos, daba para el tanteador un firme 21-28 para los visitantes. Fue entonces cuando el equipo de Paco Bustos volvió a demostrar sus virtudes, sobre todo la constancia y el sacrificio -y viceversa- para procurar la remontada. O al menos, un empate que dejara un punto en casa. No pudo producirse ese aldabonazo final, pero el 34-36 con que concluyó el duelo permitía reconocer la condición de incansable luchador del cuadro pontano.
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