Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Raule: “He cantado encima de una caja de Coca-Cola y ahora tengo delante a 8.000 personas”

Raule

Jesús Ventura

10 de octubre de 2025 19:59 h

0

Uno de esos conciertos que mucha gente tiene marcado en su calendario en rojo. Aunque es un género que ha pasado desapercibido durante gran parte de los últimos años, a raíz de la Covid-19, muchos artistas emergieron como cantantes que, a la postre, se consolidaron en el panorama español. Raúl Rubiales, más conocido como Raule, es un referente dentro de ese género que mezcla un aire flamenco fusionado con el pop o el funk, incluso el rock. Por cuarto año consecutivo, el jerezano llega a Córdoba este sábado 11 de octubre, pero con un reto por delante: pasar de la sala Impala a la plaza de toros. Un desafío que lo afronta con la energía que le caracteriza.

PREGUNTA. Llegas a Córdoba ya este sábado, y prácticamente hace un año de la última vez que viniste. Con tu gira Zurdo, y ahora con Dopamina.

RESPUESTA. Sí, sí. La verdad que hace un año estuvimos en la sala Impala y estrenamos la gira en Córdoba, que para mí fue un lujazo quedarnos en Andalucía y no tenernos que ir muy para arriba, la verdad. Fue increíble. Llevamos tres años haciendo salas en Córdoba y este año, pues pegaba dar un saltito más, porque es verdad que llevábamos dos o tres años que se vendía todo, y después te quedabas con las ganas de poder poner otra fecha o la gente te escribía: “Oye, que me he quedado sin entrada, tal”. Entonces nos ofrecieron lo de la plaza de toros y, bueno, yo sabía que eso era muy grande para mí, pero me apetecía un sitio más grande para poder meter a más gentecita, que no se quedara nadie fuera esta vez.

P. Un concierto en la plaza de toros que solo está disponible el cosso.

R. Es que siempre me pasa lo mismo. Cada vez que pongo algún sitio con sillas, casi nunca... es como la última opción, en plan de “venga, vale, pues me lo veo sentado”, pero no es algo que guste. La gente quiere estar en la pista, tío. Luego dicen: “Jo, que se han agotado ya las de pista, qué coraje me da”. Y yo lo entiendo, pero es que nuestro concierto es muy movido. Nosotros no cantamos baladas, estamos todo el tiempo arriba y damos mucha caña. Y es verdad que cuando estás sentado te echa un poco para atrás.

P. Raúl es que tu género ha pegado mucho en estos últimos años, y tú eres prácticamente la referencia en España.

R. Bueno, ojalá fuera yo la referencia, ¿no? Nos acordamos de Ketama, La Barbería del Sur… ha habido muchos grupos antes. Pero actualmente, hombre, estamos nosotros un poco como quien dice “de moda”. Aunque no es lo que yo buscaba. No me gusta ser un chaval de moda, de dos canciones y ya está. A mí lo que me gusta es lo que me está pasando, que es lo más bonito: que poquito a poco vamos subiendo, no con el pelotazo ese de un año y se acabó, sino poco a poco. Y lo mejor es que no tenemos solo dos canciones, sino que cuando tienes que decidir quitar temas del repertorio y no sabes cuál quitar, eso es buena señal. Significa que hay muchas canciones que funcionan, y no solo un single que te ha dado 'el verano de tu vida' y ya está, que era justo lo que yo no quería.

Raule

P. ¿Siempre soñaste con esto?

R. Sí. Desde chico me gustaba la música. Me daba igual ser percusionista, tocar la guitarra, ser mánager, lo que fuera… pero me gustaba el mundo del arte. Y ya te digo, me “escaqueaba” de las clases de pequeño para montarme obras de teatro con colegas, para ensayar música, para tocar… Siempre le decía a los profesores y al director del cole: “Tú déjame que yo sea el director de todos estos, de montar las actuaciones del colegio”. Y el director, que estaría hasta los huevos de mí, diría: “Mira, esta es la única manera de que este niño me deje tranquilo. Venga, ponte ahí”.

Y, quiera o no, con eso me saltaba muchas clases, pero me vino muy bien, porque le puse mucho empeño a querer hacer cosas chulas y montarme un buen directo. Desde pequeñito he estado con eso, y ahora de mayor es como: “hostia, qué guay, que al final estoy haciendo lo que verdaderamente he querido desde toda la vida”.

P. Siempre has tenido sangre.

R. Sí. Ya te digo, yo he trabajado con mi padre, he trabajado de todo, de lo que tú te puedas imaginar: de camarero, de DJ, con mi padre de carpintero muchos años… En fin, he hecho un poco de todo. Pero ya con 18 años le dije a mi padre: “Papá, tengo 300 euros ahorrados y me voy a Madrid”. Y me dijo: “Tú estás loco, niño”. Imagínate lo que me duraron a mí 300 euros en Madrid. Pero bueno, poco a poco fui currándomelo mucho, sufriendo bastante, y lo más importante: que me empezó a ir bien ya siendo bastante mayor, no con 20 o 22 años que se te va la olla.

Todo esto me empezó a pasar con 35 años, y para mí fue la bomba. Ya tenía los pies en el suelo, un niño en el mundo, piensas las cosas de otra manera, te das cuenta de que esto es un trabajo y que tienes que cuidarlo muy bien para que no se vaya. Porque somos tantos… y cualquier traspié puede hacer que todo se vaya a la mierda, hablando pronto. Entonces, lo mimamos como a un niño chiquitito: estamos todo el día: “¿qué te damos? ¿Qué canción quieres? Venga, vamos”. Y la verdad que está muy bonito, tío. Y bueno, compartir todo esto con tu familia, con tu gente, es algo muy potente, muy potente, la verdad que sí.

P. Y Raúl, ¿crees que es necesario que todos los artistas -por lo menos los que llegan a las cotas altas- tengan una carrera como la tuya? Me explico: que se lo curren tanto, que hayan probado mil cosas...

R. A mí me encantaría, sobre todo, que todo el mundo pasara por lo mismo que he pasado yo. Pero no de mala gana, no en plan “pues que sufran”, sino para que aprendan a valorar lo que cuesta llegar hasta donde estamos. Que tampoco es que seamos Michael Jackson, pero ya llegar donde estamos nosotros era imposible para mi cabeza.

Yo en la vida soñé que iba a tocar en una plaza de toros, ni que iba a llenar la plaza de toros de mi tierra, ni una plaza de España en Sevilla. Estamos hablando de sitios donde yo pensaba que solo tocaba gente muy, muy gorda.

Por eso te digo: creo que todo el mundo debería pasar por lo menos la mitad. A mí me han robado, me han estafado, me han engañado… tengo tantas malas experiencias con la música en ese sentido, de cuando llega el listo que ve que tienes talento y te quiere sacar hasta las tripas… Pues eso te lo tienes que encontrar unas cuantas veces y rezar para que no te hagan mucho daño, como me hicieron a mí, porque psicológicamente te deja hecho polvo. Pero después te vienen recompensas como estas, que son las buenas, las que hacen que tires pa’lante y digas: “Tío, si hace dos días estaba cantando encima de una caja de Coca-Cola, y ahora tengo delante 7.000 u 8.000 personas… esto hay que gozárselo”.

Hay que aprovechar el momento y, sobre todo, valorarlo. Hay muchos chavales con 20 años que pegan dos temas de reggaetón, les va de puta madre y se creen que van a estar así toda la vida. Pero después viene la hostia de la vida que te dice: “Escúchame, que ahora han salido siete más como tú y están pegando más, porque ya la gente de ti se ha aburrido”.

Hoy en día hay tanta música, tanta información, y consumimos tan rápido, que no te puedes dormir en los laureles.

Raule

P. Al final acabas disfrutándolo más.

R. Por supuesto. Lo valoras el triple. Ya cuando ves que todo va bien, que por fin encuentras un mánager en condiciones, que te quiere, que apuesta por ti; que tienes una banda que son tus colegas de toda la vida, y sabes que no te van a fallar… Me lo he currado bastante bien para que el equipo, el mánager y toda la gente que me rodea estén contentos, felices, que cobren bien. Porque eso fue algo que me prometí: “Mientras yo me lo esté llevando calentito, ustedes también lo vais a llevar calentito”. A mí me hace mucha ilusión, coño, que coman de este proyecto. Aunque las canciones las haga yo, esto es un proyecto de equipo. Que 14 personas, 14 familias, coman de mis canciones para mí es un orgullo.

P. Bueno, Raúl, ya pasando a lo que será Córdoba este 11 de octubre ¿Qué esperas del concierto?

R. Pues lo primero, que no llueva. No paro de mirar el tiempo, tío, y estamos un poco acojonados. Decían que el sábado no daba agua. Eso para empezar. Pero a Córdoba no le puedo pedir mucho, porque siempre me lo ha dado todo. Más no puedo pedir, porque más no hay.

Llevamos tres años llenando la sala Impala, y este año la plaza de toros era el paso lógico. Sabíamos que era una plaza muy grande, y que nuestra gente no suele comprar sitios de sentarse porque les gusta la pista. Entonces lo único que contratamos fue la pista de la plaza de toros, porque ya lo veía venir. De hecho, me echan mucho la bronca: “Es que ya no quedan de pista y solo tengo para sentarme”, y yo: “¿Qué hago, corazón mío? ¡Haber comprado antes!”.

Nuestro concierto es muy activo, prácticamente no cantamos baladas. La única que llevo es la de mi hijo y poco más. Entonces claro, estás sentado y ves a todo el mundo bailando abajo y tú piensas: “Maldita la hora en que compré grada”.

Por eso preferí coger solo la pista y no grada, porque sé que lo van a disfrutar más, en lugar de tener que estar después respondiendo en Instagram: “Lo siento, no hay más”.

Y la verdad, tanto en la sala Impala como en cualquier sala de Córdoba, siempre me lo he pasado increíble. Me gustan más las salas que los exteriores, no sé por qué, pero me dan más buen rollo. Se escucha mejor, la gente está más cerca, y además no tienes que estar con el miedo de que te llueva.

A mí las plazas de toros me gustan para los conciertos, pero para otra cosa, no.

Etiquetas
stats