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Eternamente Brasil

Concierto de Lee Ritenour

Aristóteles Moreno

11 de julio de 2024 10:40 h

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Si el jazz es una esponja que todo lo absorbe, la música brasileña es uno de sus más deseados elementos. Entre los dos géneros existe un vínculo inagotable y fértil. Una relación simbiótica de consecuencias providenciales. Decenas de maestros del jazz han bebido durante décadas de los ritmos y los cálidos registros armónicos de la bossa y la samba. Desde Stan Getz a Pat Metheny, los grandes músicos estadounidenses se han rendido al caudal inextinguible de la música brasileña.

El guitarrista Lee Ritenour y el pianista Dave Grusin ofrecieron anoche en el Gran Teatro su particular tributo a una de las referencias musicales que han nutrido sus dilatadas trayectorias creativas. Los dos músicos norteamericanos, estrechos colaboradores desde hace décadas, presentaron ayer Brasil, su flamante último trabajo dedicado a los sonidos carioqueños. Ritenour y Grusin se presentaron en formato de cuarteto, con el convincente apoyo del bajista Munir Hossn y el baterista Wesley Ritenour, hijo del guitarrista californiano.

Lee Ritenour exhibió su proverbial maestría, elegante y versátil, a lo largo de la hora y media que duró el concierto. Y puso a prueba, una vez más, la estrecha complicidad artística que le une con el teclista Dave Grusin, que, a sus 90 años, aún mantiene un sorprendente vigor musical fuera de lo común.

El cartel del concierto incluía la colaboración de dos figuras rutilantes de la música brasileña: Ivan Lins y Tatiana Parra. El primero es una de las voces más singulares de la escena sudamericana, pianista y compositor, titular de una larga y reconocida trayectoria compositiva. La primera en incorporarse al espectáculo fue la joven cantante brasileña, dueña de una tesitura bellísima, que, por momentos, aparecía solapada entre el fraseo metálico de Lee Ritenour.

Ivan Lins se subió minutos después para interpretar al alimón con Tatiana Parra una de las canciones más hermosas del disco. En Vitoriosa las dos voces se abrazan para trenzar una melodía espléndida. Fueron los momentos más brasileños y reconocibles del tributo que dos músicos estadounidenses dispensaron a una de sus grandes influencias creativas.

La relación de Lee Ritenour y Dave Grusin con la música brasileña se remonta a los albores de su trayectoria artística. Ritenour ya se sumergió en las fascinantes armonías de la bossa en 1979 con su disco Río. Y lo hizo desde su mejor arma, el jazz fusión y su poderosa capacidad camaleónica. Siete años después volvió a internarse en el género sudamericano, esta vez de la mano del cantante y pianista Ivan Lins, junto a su inseparable Dave Grusin. Harlequin obtuvo el unánime reconocimiento de la crítica y se llevó un Grammy, el único de las 17 nominaciones que ha recibido a lo largo de su extensa carrera.

El músico californiano (Hollywood, 1952) ha cimentado una prolongada y sólida trayectoria como guitarrista. Se formó con Joe Pass y ha colaborado con artistas de la talla de Frank Sinatra, Tony Bennett, BB King y hasta Pink Floyd. Su sonido limpio y evanescente evoca al mejor Wes Montgomery, una de sus grandes influencias musicales. En sus inicios, se desempeñó como un excelente instrumentista de estudio, entre cuyos trabajos destaca sus incursiones en el grupo de Sergio Mendes.

Con solo 16 años tocó en el grupo The Mama’s and the Papa’s y en 1976 debutó en solitario con el disco Fist Course. Ha logrado varios álbumes de oro de una vasta discografía que roza el medio centenar de títulos. Su trabajo más aclamado lo firmó en 1994 con otro guitarrista legendario: Larry Carlton.

El pianista y compositor Dave Grusin (Littleton, 1934) es dueño de una prolífica biografía artística centrada en el jazz. Fundador del sello discográfico GRP, junto con el baterista Larry Rosen, sus colaboraciones con Quincy Jones y Sarah Vaughan fueron muy celebradas en los años sesenta y setenta. También destacó como autor de bandas sonoras para el cine y la televisión, con una treintena de composiciones. Pese a sus 90 años de edad, aún cabalga a lomos del exigente carrusel de las giras por escenarios de medio mundo.

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